Once cosas que no sabías de Cayetana de Alba

Once cosas que no sabías de Cayetana de Alba

No lo reconoció en público, pero se arrepintió muchas veces de no haberse dejado retratar -quizá desnuda- por Pablo Picasso, porque su primer marido, Luis Martínez de Irujo, se lo prohibió. Su muerte la pilló desprevenida, y su obsesión fue mantener el legado de los Alba -seis siglos de historia- en tiempos en los que la aristocracia decaía y otras casas nobles se deshacían.

  1. Rosario Silva, la madre de Cayetana de Alba, había tenido dos abortos antes de que naciera su hija. La tarde que comenzaron las molestias del parto, su padre, Jacobo Fitz-James Stuart invitó a cenar al doctor Gregorio Marañón, al filósofo José Ortega y Gasset y al escritor Ramón Pérez de Ayala. De esa forma, y sin perder la compostura, el padre se aseguraba la presencia de un gran médico, además de los que atendían en el parto. Cuando la niña nació, a la 1:45 de la madrugada, lo primero que dijo su padre fue: "¿Qué es, una niña? Bien, perfecto". La duquesa decía que nunca, jamás, su padre dio la menor importancia al hecho de que hubiera sido chica. Eso sí, la educó como si fuera un varón, creía ella.
  2. Fue bautizada en el Palacio Real y sus padrinos, Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia -Ena- fueron importantes en su vida, sobre todo la reina. Uno de sus recuerdos más vívidos fue al llegar un verano a Santander, de la mano de Alfonso XIII y ver a los marineros formados. Exclamó: "¡They are waiting for us!" (¡Nos están esperando!), provocando la carcajada real. Hablaban a menudo en inglés entre ellos, porque Victoria Eugenia era escocesa.
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  4. 3. Jacobo Stuart era un anglófilo por su educación británica -estudió con los jesuitas en Beaumont College- e intentó siempre que su hija fuera lo más británica posible desde su nacimiento, con nanny inglesa -aunque luego la obligó a aprender francés y alemán con otras institutrices-. Desde su infancia, Cayetana creció oyendo nombres como el de Lord Maynard Keynes -a quien su padre trajo a España, a la residencia de Estudiantes- o el de Howard Carter, el descubridor de la tumba de Tutankamón. La niña de la Casa de Alba trató lo suficiente a Carter, viajó con poquísimos años a Egipto y se sentó en las rodillas de arquitectos como Lutyens, el diseñador de Nueva Delhi, que les ayudo en la reconstrucción del Palacio de Liria.
  5. Pasó parte de la Guerra Civil española entre París y Londres, y la II Guerra Mundial en Londres, bajo los bombardeos, porque su padre fue el primer embajador de Franco en las Islas Británicas, hasta que dimitió al comprobar que el dictador no iba a restaurar la Monarquía. Cayetana ejerció de primera dama en la embajada española y trató continuamente con Winston Churchill, familia lejana y amigo de su padre, la Reina Isabel -tenían la misma edad- y su hermana Margarita, mucho más divertida que Isabel. Allí conoció a los padres de los Kennedy -John y Rose- y a sus hijos, uno de los cuales sería luego el asesinado presidente de los EEUU.
  6. Su bisabuela Paca -madre de su padre- era hermana de la Emperatriz Eugenia de Montijo, que murió en Liria. La leyenda -y la propia Cayetana- aseguraban que su fantasma y el de su hijo -que murió siendo niño- deambulan por el Palacio, leyenda que su segundo marido, Jesús Aguirre, también se encargó de extender entre sus amigos, intelectuales y escritores progres de la primera etapa socialista de Felipe González.
  7. En su boda con Martínez de Irujo, su velo iba sujeto con la corona de perlas y diamantes que Napoleón III había regalado a Eugenia de Montijo y en Liria dejó un dormitorio siempre con el nombre de la emperatriz.
  8. Durante un viaje de novios que duró seis meses, pararon varios días en Hollywood. Douglas Fairbanks, conocido de su padre, les abrió las puertas de los famosos: Esther Williams, Bing Crosby, James Stewart, Walt Disney, Charlie Chaplin, una joven Marilyn Monroe -"no me llamó la atención"-o Marlene Dietrich -"una verdadera diosa"-. Esos contactos les permitieron, a su vuelta, convertir el Palacio de Liria de Madrid en el lugar para recibir a grandes estrellas, desde Audrey Hepburn a Sofía Loren o Charlton Heston. También organizó un maravilloso desfile de Dior en Liria, el primero del gran modisto francés.1
  9. No lo reconoció en público, pero se arrepintió muchas veces de no haberse dejado retratar -quizá desnuda- por Pablo Picasso, porque su primer marido, Luis Martínez de Irujo, se lo prohibió.
  10. La muerte en Houston de Luis Martínez de Irujo la cogió totalmente desprevenida para enfrentarse a la soledad y al interregno que se abrió en la Casa de Alba. Cayetana entró en una etapa oscura, con dudas sobre su comportamiento con su marido y la carga sobre sus hombros de seguir adelante con el legado de los Alba. Aunque la reconstrucción de Liria es su obra más preciada, su obsesión era mantener el legado de seis siglos de historia en los tiempos en que la aristocracia decaía y las casas de otros nobles se deshacían. Sin Irujo, todo se le puso cuesta arriba, pero siguió adelante hasta que se topó con su segundo marido.
  11. El Castillo de Malpica, de los duques de Arión, fue uno de los primeros refugios de los amores de Cayetana de Alba y Jesús Aguirre, excura, intelectual, editor y hombre brillante donde los haya, que terminaría convirtiéndose en su segundo marido contra la opinión de los amigos de Aguirre y los hijos de la duquesa. Según Cayetana, fueron los años más felices de su vida. Cuando Alfonso Díez, su tercer marido, entró en Liria y Dueñas, tuvo que aprender a convivir con los retratos del duque Jesús extendidos por las numerosas estancias de la casa.
  12. En los últimos años de su vida se pregunto más de una vez qué había hecho mal con sus hijos. Sabía que no había sido una buena madre, pero "he hecho lo que he podido, lo mejor que he podido". A sus hijos les sacaba de sus casillas lo fácil que era acercarse a ella mediante el halago, sobre tras la muerte de Jesús Aguirre.

Ana R. Cañil redactó los dos libros de recuerdos de la duquesa de Alba publicados por Espasa, Yo, Cayetana y Lo que la vida me ha enseñado

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Puedes leer aquí el primer capítulo de Yo, Cayetana, cedido, al igual que las fotos, por la editorial Espasa