¿Y ahora qué?

¿Y ahora qué?

Cómo educar a una hija en la época post-manada

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Feminismo es la palabra del año en Estados Unidos, según el diccionario Merrian Webster, líder en el país, y según quedó claro en la gala de los Globos de Oro. Es un término que nada tiene que ver con lo opuesto a machismo, es un vocablo que arropa una filosofía de igualdad entre géneros, solo unas letras finales en común con la supremacía, masculina, que promulga el otro.

Feminismo, en 2017, engloba la campaña #MeToo, nacida del caso Weinstein, y, entre otros movimientos, acoge esa catarsis colectiva vivida por cientos de miles de mujeres españolas que, ya rebosadas de indignación por el tratamiento judicial en el caso de la Manada (que yo creo que debería llamarse Jauría), hemos expuesto y hemos compartido y hemos leído y recordado, nos hemos identificado y conmovido con nuestros propios testimonios en los que, por una vez, gritamos en vez de susurrar, que nos hemos sentido cuestionadas, en inferioridad de condiciones, utilizadas, despreciadas, ninguneadas, obligadas, manoseadas, insultadas, violadas, asesinadas... solo por ser mujeres ¿o debería decir por ser solo mujeres?

La Manada es un síntoma, desgarrador, de gravedad extrema y por desgracia no aislado, de una lacra sistémica

La Manada es un síntoma, desgarrador, de gravedad extrema y por desgracia no aislado, de una lacra sistémica. Lo mismo que el caso Weinstein, que bien podría tener un apellido español y ocurrir en otro sector. La realidad es que convivimos con actitudes que nos pasan desapercibidas y que nos van enterrando, a las mujeres, a diario, tras un velo; muy parecido al que nos enfurece cuando lo detectamos en otras culturas. Recibí hace poco un vídeo que muestra como la violencia de género comienza con una sola falta de respeto.

Nos hemos emocionado y felicitado este año, con toda la razón, porque hemos sido resilientes, de una experiencia traumática y que nos define como sociedad de manera vergonzosa, la violación múltiple de una chica y su posterior cuestionamiento en el juicio (por supuesto, #yotecreo), hemos logrado sacar fuerzas ocultas y saltar a la calle, a las redes, a los medios en un gran movimiento femenino, redentor, de repulsa y solidaridad entre todas, que nos sabemos víctimas potenciales. Una de cada tres es real.

Nos hemos desamarrado y expresado sin tapujos que convivimos con el miedo y nos hemos afanado en gritar que queremos ser libres no valientes. Lo hemos hecho al unísono y en todos los rincones del espacio público, también fuera de nuestro país.

Y yo me pregunto ¿ahora qué?

Después de haber liberado nuestra indignación, después de haber sido trending topic y capitalizar todas las tertulias, después de haber obtenido infinidad de muestras de apoyo y adhesión a la causa de la igualdad real; de acoger con admiración y orgullo de género iniciativas para el apoyo de víctimas de acoso como la americana Time's Up... Después de todo eso ¿cómo se educa a una hija, si cuando aún celebrábamos la fortaleza de nuestro hermanamiento, se suman en Navidad dos víctimas de violencia machista en España? ¿Cómo se le hace entender a una niña su valía? ¿Cómo se logra que interiorice que nadie tiene derecho a tocarla aunque vaya por una calle oscura, que no es no?

Vivo en la contradicción de empoderar a mi hija como mujer y a la vez dejarla hacer menos cosas sola que a su hermano

Vivo en la contradicción de empoderar a mi hija como mujer y a la vez dejarla hacer menos cosas sola que a su hermano. De escribir artículos feministas en los que reivindico nuestra libertad en todos los sentidos mientras vigilo que su ropa no la haga parecer mayor o deje entrever sus curvas incipientes.

Como sociedad tenemos herramientas para lograr la igualdad efectiva: la educación, desde todos los ámbitos, es lo que logrará que las reivindicaciones que cantamos a coro en las calles lleguen a cada casa y que rechacemos, de manera natural, por ejemplo, canciones que insultan a las mujeres del mismo modo que haríamos si escucháramos una que hiciera apología del terrorismo.

Quiero pensar, como dijo Oprah Winfrey, que hay un nuevo día en el horizonte. Tenemos que empujarlo entre todos para que amanezca y para ello es fundamental un pacto institucional, en el que estén incluidos los medios de comunicación, una voluntad clara de apostar por una educación en igualdad rigurosa y eficaz. Hasta entonces seguiré alzando mi voz para que no haya #niunamenos a la vez que le pido a mi hija que vuelva acompañada a casa.

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