En busca de la ratio salarial perfecta

En busca de la ratio salarial perfecta

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La búsqueda nostálgica de una buena remuneración laboral.

1. Por el camino del salario máximo

En materia salarial, el camino más transitado que conozco reza así: "No se debe imponer un salario máximo, siempre y cuando los trabajadores tengan un sueldo digno". Sostengo que ese camino es tan capcioso como una autopista de peaje: como todos los conductores pagan, podemos llegar a pensar que es justo, sin reparar siquiera en la obscena privatización de las carreteras.

Propongo explorar un sendero más controvertido. Apoyaré un carril VAO para los salarios: o hay una alta ocupación en el coche, o no podrás utilizar determinadas carreteras. Es decir, si quieres usar el carril rápido, tendrás que llevar en tu flamante automóvil a los que no tienen vehículo o solo disponen de una bicicleta. En términos pecuniarios: podrás ganar cantidades indecentes de dinero siempre y cuando los demás trabajadores se vean arrastrados por tu euforia económica.

2. A la sombra de la justicia redistributiva

Sorprende y abochorna la facilidad con la que algunos izquierdistas (y sin duda, la inmensa mayoría de los derechistas) contemplan la dignidad y la justicia en los salarios. ¿Cuánto es un salario digno? Las levas de la libertad salarial dirán: "Lo justo para vivir". Al pensarlo, aceptarán que la literalidad de lo justo para vivir es equivalente al esclavismo. Estos peones de la patronal, razonablemente, rectificarán: "Lo justo para vivir y algo más". Ese excedente es la clave. Lo justo para vivir sería sobrevivir; algo más que vivir significa poder elegir. ¿Cómo calculamos ese margen de libertad? ¿Esa plusvalía debería emplearse en el ocio personal o en el ahorro? ¿Cuánto ahorro es justo y digno? ¿Y cuánto ocio es moralmente aceptable para estos libertarios que estrechan las libertades ajenas, pero nunca las propias?

3. El mundo del objetivismo económico

André Gorz afirmó que la pobreza es relativa, pero la miseria es objetiva. Lo contrario es igualmente cierto: la riqueza es relativa, pero la sobreabundancia (entendida como despilfarro) es objetiva.

Los ingresos, por más que les pese a los objetivistas económicos, solo serán dignos en relación a otros ingresos. No existe un salario digno en términos absolutos. Es como si algunos aún creyeran que las monedas de un euro tienen un coste de producción de un euro.

Ciertas mentes positivistassiguen pensando que un trabajador no debería tener límites salariales porque el sueldoes directamente proporcional al trabajo realizado; algunos trabajadores del siglo XXI continúan anclados en un modelo de pensamiento ptolemaico y creen que el sudor de sus frentes es el centro del universo. Herbert Simon, premio Nobel de Economía, sostuvo que, siendo generosos, solo el diez por ciento de nuestros ingresos es atribuible al trabajo (el noventa restante corresponde al trabajo realizado en el pasado, a los inventos, las infraestructuras, etcétera). ¡Bienvenidos al desierto del empleo real!

4. Utopía y Arcadia

En un sistema decimal como el nuestro, la ratio salarial perfecta debería ser 1:10, lo que significa que el salario más alto de un trabajador nunca debería ser superior a diez veces el salario más bajo. Los suizos, que votan sobre casi cualquier tema, rechazaron una ratio salarial 1:12. Los economistas del bien común, por su parte, proponen una ratio salarial 1:20. Platón, que pensó en casi todo, ya planteó en Las leyes una ratio 1:4.

Estamos muy lejos de esas ratios. En las últimas décadas se ha pasado de1:20 a 1:300, precisamente porque nadie ha impuesto límites a la sobreabundancia y la explotación.

5. La prisionera salarial

Mi propuesta de una ratio salarial es totalmente arbitraria. Mi única intención es añadir otro número a los que ya se barajan: 1:14 (la media de las tres propuestas contemporáneas que he mencionado).

De este modo, si el salario mínimo fuera mil euros, el máximo estaría en catorce mil. Sé que más de uno estaría dispuesto a pagar una cantidad muy superior al límite salarial para contratar a un sicario que acabara con los defensores de estas ideas tan poco estéticas.

6. La economía fugitiva

Es evidente que esta propuesta de máximos salariales generaría muchos problemas de orden práctico. Hecha la ley, hecha la trampa. ¿La implantaríamos en el ámbito público, en el privado o en ambos? ¿Dónde meteríamos los dividendos de un accionista, dentro o fuera del salario? Caben muchas otras preguntas legítimas. Cuantas más, mejor: estoy dispuesto a renunciar a una idea como la ratio salarial si hay argumentos más convincentes en contra que a favor. Eso sí, no se acepta como argumento la burda jerarquización de la innovación ("Los jefes son quienes tienen las ideas") y otras máximas maniqueas del mundo empresarial.

7. La economía social recobrada

¿Qué ocurre con el trabajo no remunerado? O con el paro. Una ratio salarial no hace nada por los ciudadanos sin ingresos (desempleados sin subsidios, amas de casa, voluntariado, etcétera). Frente a cero euros mensuales, el mileurista sería desproporcionadamente rico.

Esta medida de máximos salariales podría tomarse junto a otras soluciones como laRenta Básica Universal (¡Mi magdalena de Proust!), una propuesta económica que me encanta discutir, pero que dejaré para otro artículo, ya que me impuse una ratio 1:3 a la extensión: ninguna de mis entradas debería ocupar más de tres páginas en formato A4.

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Andrés Lomeña Cantos (Málaga, 1982) es licenciado en Periodismo y en Teoría de la Literatura. Es también doctor en Sociología y forma parte de Common Action Forum. Ha publicado 'Empacho Intelectual' (2008), 'Alienación Animal' (2010), 'Crónicas del Ciberespacio' (2013), 'En los Confines de la Fantasía' (2015), 'Ficcionología' (2016), 'El Periodista de Partículas' (2017), 'Filosofía a Sorbos' (2020), 'Filosofía en rebanadas' (2022) y 'Podio' (2022).