Bistró (bistrot), ¿antes o después del restaurante?

Bistró (bistrot), ¿antes o después del restaurante?

Si tuviera que hacerlo caber en una pequeña definición, me inclinaría por "un lugar muy animado, con personal reducido que le ofrece una bienvenida amable y personalizada con una cocina refinada, cierto toque de gourmet y limitada a pocos platos".

Canción recomendada: Oxalá, Madredeus.

Aunque su función ha evolucionado en cierta forma, el papel del bistró ha seguido siendo el mismo: ser el lugar de reunión de les petits gens (la gente común). En el caso de un quartier difficile (un barrio difícil), la presencia de un bistró es un indicativo de que la zona no se encuentra del todo destrozada o pauperizada, de que el tejido esencial que confiere a un grupo humano la categoría de sociedad aún permanece. El bistró, como decía antes, proporciona un punto de encuentro público, que facilita la comunicación entre los habitantes de la ciudad y fomenta un sentido de comunidad.

Si tuviera que hacerlo caber en una pequeña definición, me inclinaría por "un lugar muy animado, con personal reducido que le ofrece una bienvenida amable y personalizada con una cocina refinada, cierto toque de gourmet y limitada a pocos platos". Pero habría que empezar hablando de su origen. La palabra bistró data de la guerra de 1814, cuando los rusos invadieron Francia (según algunas fuentes). Napoleón declara a Rusia la guerra en 1812 con la intención de ocupar Moscú. Pero Napoleón no cuenta con el invierno y los moscovitas derrotan a su ejército en sucesivas batallas. En 1813 Napoleón vuelve a sufrir un duro golpe en la llamada batalla de Leipzig, y se ve obligado a confinarse en Elba. En 1814 escapa de  Elba y derroca a los Borbones. Pero su vanidad le lleva a perder todo aquello que posee en la famosa batalla de Waterloo, con el consiguiente destierro a la isla de Santa Elena en 1815.

Pero si queréis saber más sobre la restauración de Europa en el primer cuarto del siglo XIX, me pongo otro día que ese era mi fuerte cuando estudiaba -je, je-. Hoy toca bistró.

Por su parte, la palabra restaurant, apareció en el siglo XVI para designar aquel lugar en el que, a través de los alimentos, se restauraba el cuerpo y se reponían fuerzas. Hasta finales del siglo XVIII sólo se podía comer en albergues y tabernas con un menú escrito en pizarras y previo pago. El menú a la carta comenzó a utilizarse a partir de 1782 (casi con la Toma de la Bastilla y el renacer de la burguesía y con ello, a consecuencia de la Revolución Francesa, los cocineros que estaban con los nobles se quedaron sin trabajo y decidieron montar algo por su cuenta). El primer restaurant que tuvo esa denominación fue el Grande Taberne de Londres, ubicado en el 26 de la célebre Rue de Richelieu de París.

Pero volvamos al bistró. Maurice Edmont Saillard, conocido como el Príncipe Curnonsky, consideraba Lyon como la capital de la gastronomía europea. Ello se debe a su situación estratégica desde el punto de vista culinario. Lyon ha sido el hogar de muchos sibaritas, ya fueran romanos, clérigos medievales, comerciantes, etc, etc. Y durante la Revolución Francesa la alta burguesía y la aristocracia textil disfrutaban de la buena mesa y su educación en el estómago. Pero llegó la guerra de 1870-1871 dejando secuelas terribles... y, como consecuencia de ella y de la Primera Guerra Mundial, muchas cocineras de Lyon perdieron su empleo. Algunas se animaron a abrir restaurantes y a cocinar los platos tal y como lo habían hecho para sus señores. Las madres, mères, como se conocían, se limitaban a utilizar un puñado de recetas e ingredientes de fácil acceso tanto en el mercado como para el cliente. Escogían los productos que la aristocracia despreciaba, como las vísceras o los trozos más viscosos de buey o ternera, pero sobre todo carne de cerdo, anguilas, carpas... y sobre todo mucho vino del año en frascas. Así nació la cuisine des bistrots, bouchons et portepons, típica de Lyon. Su principal horario era de seis a nueve de la mañana para abastecer a los trabajadores con turno de madrugada. Tomaban callos de buey, salchichas cocidas, manos de ternera... y para beber Beaujolais o Côte-du-Rhône del pot. Pero no solamente disfrutaban del festín los trabajadores; directores y proveedores se sentían atraídos por esas viandas.

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Foto: AM.

Actualmente muchos de los mejores cocineros franceses han añadido pequeños y económicos bistrós a sus mesas de gourmets, y en nuestro país, entre tanto gastrobar, empieza a recuperarse la cocina de bistró, que como bien sabéis, es mi favorita.

Sed curiosos.

Besos y sus cosas.

Jamoncitos de pollo Forestière

Patatas forestière:

2kg patatas

1kg de setas de cultivo o champiñones laminados

125g de mantequilla

5g de ajo

30cl de nata líquida

1lt de leche

Sal

Pimienta negra

Nuez moscada

Pelar las patatas, lavarlas, cortar en rebanadas muy delgadas.

Saltear las setas laminadas y mezclar con las patatas.

Hervir la leche con ajo, sal, pimienta y nuez moscada.

Colocar las patatas y setas en cama en la leche hirviendo sazonada e introducirlas en el horno a 180ºC durante 10 minutos.

Disponer la mantequilla sobre la nata en frío. Repartirla sobre las patatas y dejar cocinar 45 minutos más.

Jamoncitos de pollo:

12 muslos de pollo

1 cebolla grande cortada en dados

2 dientes de ajo machacados

1 puerro cortado en dados

3 tomates rojos cortados en dados

200g de panceta fresca cortada en dados

1 ramillete de tomillo

1 ramillete de romero

20cl de vino blanco

40cl de caldo de ave

Aceite de oliva

Orégano seco

Sal

Pimienta negra molida

En una cazuela grande preparar un sofrito con las verduras salvo el tomate. Una vez bien rehogadas las verduras, añadir los muslos de pollo y la panceta, y seguir rehogando hasta que tomen color dorado. Incorporar las hierbas aromáticas y el tomate. Cocinar unos minutos, verter el vino blanco, dejar evaporar y añadir el caldo de ave. Sazonar y dejar cocinar durante 20 minutos. Recuperar la salsa obtenida.

Depositar una cucharada grande de patatas en un plato llano y a su lado disponer dos jamoncitos de pollo. Salsear por encima y espolvorear con un poco de pimienta negra y orégano seco.