Cantinfladas en el hemiciclo

Cantinfladas en el hemiciclo

El éxito del desaprendizaje democrático, llevado a cabo con la inestimable ayuda del ombliguismo mesiánico regional, ha sido tal que millones de españoles ignoran que tienen una Constitución avanzada, tanto como la alemana, que contempla la posibilidad de construir una sociedad mejor y más justa sin profetas ni caudillos. El problema de España no es la Constitución, son los políticos deshonestos con alta capacidad de engaño.

5c8b69352400006c05a4a624

Foto: EFE

En principio, lo de repetir las elecciones el 25 de diciembre no está del todo mal; a pesar de que la razón política se incline más por no seguir. Unos ven la botella medio vacía; pero quizás haya que verla en este caso medio llena. Es, por ejemplo, una nueva oportunidad para comprobar cómo demasiados diputados y senadores tienen una ignorancia enciclopédica sobre la Constitución española del 78 que, sin duda, parafraseando a Oscar Wilde cuando le pidieron una crítica sobre un libro de un autor italiano, comentó que era tan malo, pero tan malo, que necesariamente tenía que ser el resultado de muchas horas de estudio.

En este caso, esta frase tiene que ser matizada: muchos de los que dicen los mayores disparates son precisamente científicos sociales: por lo menos, de eso presumen. Expertos en sociología y politología, y por su actuación en los platós, con una FP de ciclo superior en artes dramáticas y comedia. ¿Cómo es posible que digan tantas estupideces? Volvemos a la era de la obviedad solemnizada que inauguró Aznar y que luego prorrogó con gran aprovechamiento Zapatero.

"Nunca más sin la gente", dijo Pablo Manuel Iglesias, un reconocido adanista. ¿Pero a qué período se refiere? La Constitución de 1978 se hizo con la gente y para la gente. Primero, los partidos políticos, de derecha, izquierda y centro, la discutieron, la negociaron, sostuvieron sus enmiendas hasta el final, el PSOE su enmienda republicana, luego se sometió a referéndum. De un censo de 26.632.180 personas, votaron 17.873.271 electores, de los cuales, a favor del Sí lo hicieron 25.706.078, ¡el 91,81%¡ y del NO 1.400.505, el 8,19 por ciento. ¿Esto no es gente?

Muchos participamos en aquellos debates apasionados entre reforma y ruptura, entre la reconciliación y el odio. Ganó la reforma, que al cabo, mutatis mutandis, fue ruptura: vean la Disposición Derogatoria de la CE78 que entierra el franquismo. Y la reconciliación trató de enterrar al odio, pero es verdad aquello de que hierba mala nunca muere.

¿Y no ha participado la gente en las sucesivas elecciones generales?, ¿no hay partidos, como el PSOE y el PP que han llegado a tener diez millones de votos? ¿Esa masa no es gente? ¿Son acaso ectoplasmas en tubo de ensayo? Ahora mismo, de los 24.279.257 hombres y mujeres, en todas sus variedades, que depositaron su voto al Congreso, el PP tuvo 7.941.236; el PSOE 5.443.846; Unidos-Podemos, 3.141.570, más sus allegados....Ciudadanos, 3.141.570.... ¿Eso no es gente? ¿Son acaso robots disfrazados de humanos. ¿Aliens clonados ad infinitum?

El primer gran acuerdo nacional tendría que ser convertir la Constitución en asignatura obligatoria para todos sin excepción; diputados, senadores, concejales y cualquier cargo público (obispos y curas incluidos, porque cobran de los impuestos).

Hay quienes acatan la Constitución por "imperativo legal y levantan los puños como si regresaran de la guerra de Las Galias con Cayo Julio futuro César. ¡Pues claro que es por imperativo legal! Si uno viaja en avión no puede llevar una botella de un litro de agua cristalina, solo por ese dichoso imperativo legal en la aeronáutica mundial; y la calle de La Peregrina en Las Palmas es peatonal primero porque no cabe una guagua y luego por imperativo legal; y los españoles tenemos que pagar el IRPF, el IVA (en Canarias el IGIC) por imperativo legal. Etc.

La acato pero la voy a cambiar, dicen otros acostumbrados a las tertulias de sus queridos bares. Muy bien. Eso lo prevé la propia Constitución, estipula cómo cambiarla, o sea, que permite el cambio, y no como los fouchés que estuvieron detrás de Chávez y lo están de Maduro... Si todos los diputados explicaran sus razones y sus cambios... Sería un recorrido por el mundo interior de los horrores y los traumas. Sobre todo porque cada día me consta más que la mayoría de los diputados, y de los líderes actuales de todos los partidos, ni ha leído la Constitución ni tienen la menor idea sobre los referéndum de aprobación de los estatutos en Cataluña, País Vasco, Andalucía... Muchos políticos me han dicho que la han leído "por encima", pero a la Constitución hay que leerla por el medio, entre el Preámbulo y la Disposición Final. Para evitar cantinfladas.

La derecha pone ojos de besugo en celo cuando uno le dice que la Constitución hace de España, atención, peatones de estas líneas, esto es textual, un "Estado social y democrático de derecho". ¿Social? Pues sí. No dice un Estado liberal, neoliberal, de mercado, pacifista, métrico decimal... dice "social". ¿Qué parte de "toda la riqueza del país en sus distintas formas, y sea cual fuere su titularidad, está subordinada al interés general (art. 128.1)" es la que no entienden los privatizadores que desvían los presupuestos del Estado de bienestar a la cuenta de resultados de las empresas privadas.

Es tan progresista la Constitución Española de 1978, inacabada porque no se le ha sacado todo el rendimiento posible a la Norma Fundamental, aunque algunos tontamente dicen que superada, que uno tiene más claro por qué a derecha y los obispos se han opuesto a una Educación para la Ciudadanía, que han sustituido por la Religión Católica. Menos ciencia y más paciencia. El éxito del desaprendizaje democrático, llevado a cabo con la inestimable ayuda del ombliguismo mesiánico regional, ha sido tal que millones de españoles ignoran que tienen una Constitución avanzada, tanto como la alemana, que contempla la posibilidad de construir una sociedad mejor y más justa sin profetas ni caudillos. El problema de España no es la Constitución, son los políticos deshonestos con alta capacidad de engaño.

El primer gran acuerdo nacional tendría que ser convertir la Constitución en asignatura obligatoria para todos sin excepción; diputados, senadores, concejales y cualquier cargo público (obispos y curas incluidos, porque cobran de los impuestos). Y acatarla sin cantinfladas ni dobleces. Cambiando lo que haya que cambiar, entre todos.

Incluso se podría empezar por relevar a la mayor parte de los candidatos, independientemente de la edad y vida laboral.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.