Somos lo que hacemos

Somos lo que hacemos

No existe la competencia calle versus institución, es una burda oposición que nos lleva a una vieja trampa. Debemos entender la institución y el movimiento social como dos ejes fundamentales para conformarnos como partido del pueblo; el crecimiento de ambos ejes como las dos barras verticales de una escalera que solo cobra sentido si suben de forma paralela. La conexión de las barras horizontales de esa escalera es la conexión que mantiene la unidad del binomio.

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Foto: EFE

Tras el frenético ciclo electoral en el que Podemos ha nacido y crecido aceleradamente, abordamos por fin una nueva etapa sobre la que llevamos teorizando y debatiendo desde muchos meses atrás. Que la gobernabilidad dé o no descanso a las urnas no debe ser motivo para retrasar la concreción de las múltiples tareas del carril largo que en Podemos queremos abordar. El pasado jueves presentamos con un orgullo muy especial el programa Hacemos, que integrado en la tercera edición de Impulsa -el programa, recordemos, con el que Podemos redistribuye el sobrante de los salarios de sus cargos públicos, dado el compromiso de estos de no cobrar más de tres salarios mínimos- será uno de los ejes que dinamice nuestra transformación en movimiento popular: 200.000 euros para proyectos sociales cuyos promotores serán los círculos y Consejos Ciudadanos Municipales y que se implementarán en los entornos más cercanos, barrios y municipios.

La expansión sigilosa del espíritu del 15M desarrolló nuevos conceptos de lucha política y acción emancipadora que interiorizamos para fundar Podemos, y que serán patrones en nuestra transición a movimiento popular. Esas lógicas motivaron colectivos totalmente heterogéneos, los más exitosos en los años consiguientes al terremoto social de 2011: la Marea Verde, la Marea Blanca, la PAH... movimientos que aglutinaban personas de tradiciones políticas -y tradiciones no políticas- diferentes, unidas por una insobornable voluntad de cambio.

Aquel aprendizaje de transversalidad es muy provechoso para el reto de transformar nuestra máquina de guerra electoral, aquella que exigía un todos a una en periodos electorales que se abrían y cerraban en cuestión de meses, y evolucionar a un tipo de disputa menos inmediata pero de más calado; otra fase de la toma de posiciones que esta vez se labrará en distancias más cortas, donde la acción y decisión de cada uno de nuestros y nuestras militantes jugarán un papel esencial. Podemos debe evolucionar hacia un movimiento popular, más federal y más descentralizado, más amable hacia dentro, más seductor hacia fuera, capaz de disolver los miedos, atraer a las y los que faltan, trabajar con los mejores y solucionar el mientras tanto.

La apuesta de los círculos como punta de lanza de Podemos para este nuevo tiempo requiere hechos, no sólo bellas palabras. Por ello lo materializamos en una inyección de recursos, de modo que nuestras bases puedan actuar como tales. Decimos lo que hacemos y hacemos lo que decimos.

Esta concepción de movimiento popular ha de superar las lógicas tradicionales de los viejos partidos de la izquierda, pues no queremos ser meros portavoces de conflictos sociales en lucha, sino algo más abierto.

Este programa permitirá que la pregunta "¿qué hace Podemos en mi barrio?'', que cualquier vecino puede plantearse, tenga siempre respuesta. Con Hacemos se desarrollarán proyectos concretos y factibles en nuestros municipios y barrios, que si además responden a las necesidades propias e idiosincrasia de los mismos, señalarán el camino para cumplir uno de los objetivos que tiene Podemos como partido del pueblo: aglutinar una multitud de intereses particulares que, desde cada pequeña realidad social, logren construir algo mucho mayor y en colectividad: un pueblo capaz de tomar las riendas de su vida antes incluso de gobernar en las instituciones.

Movimiento popular supone generar comunidad, un tejido que, barrio a barrio, permita a los militantes ser útiles a la gente -esta es, creemos, la seña de identidad del militante morado-, y a la gente saber que Podemos es mucho más que sus portavoces: lo que un militante hace, lo hace Podemos. Ser movimiento popular supone que los círculos lleguen allí donde no llegan las instituciones, lo que nos permitirá ser un actor transformador y dirigente mientras logramos ser una fuerza de gobierno. Esta concepción de movimiento popular, es preciso señalarlo, ha de superar las lógicas tradicionales de los viejos partidos de la izquierda, pues no queremos ser meros portavoces de conflictos sociales en lucha, sino algo más abierto, más permeado en distintos estratos de la sociedad, la cultura y la vida concreta de la ciudadanía.

Por eso pretendemos crear un nuevo espíritu militante, que transcienda a su ejercicio en un círculo o en una sede. Podemos debe sembrarse en las Moradas, y no en las sedes, para estar en todas partes, para ser parte activa de la vida de la gente. La actividad política de un militante morado es a menudo más útil fuera que dentro del partido. Esto último requiere un valiente ejercicio de laicismo, pues el reto de crear un partido del pueblo nos obliga a decidir que pueblo es más importante que partido. Derribar los muros es, al fin y al cabo, lo que nos permitirá ser permeables, combativos y amables.

¿Hacemos y el Movimiento Popular significan que Podemos abandona esfuerzos en la instituciones para volver a la calle? Rotundamente, no. No existe la competencia calle versus institución, es una burda oposición que nos lleva a una vieja trampa. Debemos entender la institución y el movimiento social como dos ejes fundamentales para conformarnos como partido del pueblo; el crecimiento de ambos ejes como las dos barras verticales de una escalera que solo cobra sentido si suben de forma paralela. La conexión de las barras horizontales de esa escalera es la conexión que mantiene la unidad del binomio.

Trasladándonos a lo concreto, gracias al programa Impulsa, es posible la financiación tanto de proyectos de la sociedad civil como de las experiencias Hacemos. Esos recursos económicos provienen de las conquistas que la máquina de guerra electoral labró en estos dos años. Son los salarios de nuestros representantes públicos los que arrancan el motor social de Podemos, demostrando la dependencia recíproca de ambos ejes. Nunca es demasiado el esfuerzo vertido en la institución, ni nunca es suficiente el trabajo fuera de ella.