Hay una aplicación para todo en Latinoamérica, ¿tienes acceso a ellas?

Hay una aplicación para todo en Latinoamérica, ¿tienes acceso a ellas?

Getty Images/iStockphoto

El típico día de un ciudadano del mundo desarrollado puede comenzar verificando la ruta más rápida hacia el trabajo o la escuela en la aplicación móvil de tráfico, para luego compararla con otras aplicaciones de transporte público o de taxi y, por qué no, con la de bicicletas de la ciudad. Cuatro aplicaciones móviles después, el recorrido ya está planificado.

Esto puede sonar familiar para muchos de ustedes, pero es probable que no lo sea para muchos otros; todo dependerá de la ciudad o país en el que viven.

Y es que a pesar de que Latinoamérica ha mejorado en la cobertura de su red móvil, sufre una penetración limitada de servicios de banda ancha en comparación con otras regiones más desarrolladas. Según la GSM, el 57% de los latinoamericanos que tienen cobertura (unos 360 millones de personas) no usan banda ancha móvil. Esto se debe principalmente a problemas de asequibilidad, dado que el costo de tener un dispositivo móvil para el 40% más pobre de los latinoamericanos representa el 17% de su ingreso, mientras que para el 20% más rico este costo apenas supone un 2%.

Hoy en día los hábitos de las personas al momento de aprender, trabajar y movilizarse diariamente están influenciados por las nuevas tecnologías, y no hay duda de que su impacto en cómo experimentamos la ciudad es inconmensurable. El creciente uso de teléfonos inteligentes ha impulsado el diseño de servicios tecnológicos centrados en las personas, y gracias a esto los gobiernos locales han tenido la oportunidad de eliminar algunas de las barreras en cuanto a la movilidad.

El crecimiento de la tecnología móvil trae aparejadas dos oportunidades claras en cuanto al transporte urbano: 1) las ciudades tienen ahora la posibilidad de obtener grandes cantidades de datos geo-referenciados que indican dónde, cuándo y cómo sus ciudadanos se movilizan, abriendo la oportunidad de crear modelos más acertados de cómo diseñar calles, rutas de transporte público o iniciativas de bicicletas compartidas; y 2) gracias a la tecnología móvil, los ciudadanos tienen acceso a información en tiempo real para planificar sus recorridos, lo que se traduce en un mejor uso de su tiempo y recursos financieros.

Las autoridades locales que buscan aplicar la tecnología móvil para la toma de decisiones en la gestión y planificación del transporte deben considerar que esta herramienta será efectiva en la medida en que pueda obtener una imagen precisa y representativa de las necesidades de movilidad de la población a la que sirven. Al fin y al cabo, el detalle y el alcance de la información sólo es útil si tiene como consecuencia la identificación de políticas públicas que lleven a ciudades más inclusivas y accesibles, especialmente para aquellos en la base de la pirámide.

Desde la perspectiva de los usuarios, la tecnología móvil permite estar directamente conectados a los medios de transporte y sus operadores. Esto desafía la dinámica de la oferta y la demanda y pone al usuario en el centro del modelo de negocio del transporte. El suministro preciso y efectivo de información sobre un viaje es clave para retener y atraer usuarios al sistema de transporte público. En este sentido, las autoridades de transporte tienen la tarea de identificar las formas de extender estos servicios a la mayoría de sus usuarios, independientemente de su ingreso o acceso tecnológico. Un buen ejemplo sería el servicio de mensajes simples "SMS", que puede complementar el uso de aplicaciones móviles para aquellos grupos que no tienen acceso a teléfonos inteligentes o conexiones a Internet. .

La gran cantidad de datos disponibles hacen posible que las ciudades puedan tomar decisiones en materia de transporte y planificación de infraestructura basadas en información de cómo la gente se mueve.

En general, al usar tecnología móvil, se deberían responder a las siguientes preguntas: ¿la información recopilada a través de la tecnología móvil es representativa de la población a la que servimos? ¿A quién no estamos considerando? ¿Dónde se encuentra la población excluida? ¿Las soluciones de transporte móvil están alcanzando a los más vulnerables?

Los beneficios de responder eficientemente a estas preguntas son claros. Para los gobiernos locales, en especial para aquellos con un presupuesto fiscal limitado, la disponibilidad temprana de información a través de la tecnología se traduce en una asignación eficiente de los recursos para el transporte y la planificación urbana. Para el ciudadano urbano latinoamericano, mejor calidad de la información sobre sus patrones de movimiento implica sistemas de transporte integrados y diseñados para sus necesidades.

La gran cantidad de datos disponibles hacen posible que las ciudades puedan tomar decisiones en materia de transporte y planificación de infraestructura basadas en información de cómo la gente se mueve. Después de todo, la conversión de "big data" en información que luego resulte en acciones de política pública es lo que estamos buscando. En este caso, las entidades municipales y de transporte deben procurar fortalecer su capacidad institucional, técnica y de procesamiento para hacer uso práctico de la herramienta.

No obstante, un aspecto aún más importante es conocer qué preguntas las ciudades de nuestra región están interesadas en responder con la información resultante. Las autoridades clave deben primero identificar los objetivos que quisieran alcanzar con el uso de datos, objetivos que deben estar enmarcados en un plan de desarrollo más amplio, en el que el transporte y la movilidad se consideren como una herramienta para generar equidad en América Latina.

En general, la ventaja de la adopción estratégica de nuevas tecnologías puede ser atractiva para ciudades en la región más urbanizada del mundo. Sin embargo, la clave del uso de la tecnología está en cerrar la brecha de la información que ésta provee, y así establecer mecanismos inclusivos para que la mayoría pueda aprovechar sus beneficios sociales y económicos.