"¡Cómo está Madriz!" o con ellos llegó el escándalo

"¡Cómo está Madriz!" o con ellos llegó el escándalo

Con Miguel del Arco, con Paco León y con ¡Cómo está Madriz! llegó el escándalo al Teatro de la Zarzuela. El escándalo real por el que unas pocas personas se han enojado y quejado del espectáculo, algo que solo se entiende si se mira desde lo rancio y desde el mal entendido conservadurismo que no permite reírse de uno mismo.

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Foto de Paco León cedida por Teatro de la Zarzuela - Fernando Marcos.

Sí, con ellos, con Miguel del Arco y con Paco León y con ¡Cómo está Madriz! llegó el escándalo al Teatro de la Zarzuela . El escándalo real por el que unas pocas personas se han enojado y quejado del espectáculo. Queja que solo se entiende si se mira desde lo rancio y desde el mal entendido conservadurismo (sea de derechas, de centro o de izquierdas) que no permite reírse de uno mismo ni reconocer lo que los suyos están haciendo mal.

Y también llegó el escándalo figurado. El que produce la fiesta que estos dos artistas han montado para disfrute de esa inmensa mayoría de espectadores que, cuando acababa el espectáculo, se quedaban de pie, aplaudiendo. Y cuando salían, salían contentos. El motivo: que es un espectáculo de tomo y lomo. Buena música popular en directo. Buenos cantantes y actores. Coros. Cuerpo de baile. Escenografía impresionante.

Quizás lo más endeble sea su historia. Ese paseo soñado que se da su protagonista, ciudadano de Madrid de 2016, por el Madrid del 1900. Oportunidad para reivindicar la historia política y cultural de Madrid. Una cultura hecha con lo (poco) que se aprendía en B.U.P y en los institutos pero, tal vez, con mucho más de lo que se aprende ahora o se deja enseñar y aprender.

Vídeo proporcionado por Teatro de la Zarzuela.

Un Madrid lleno de calles que hablan y que quieren saber qué les deparará la municipalidad futura. Qué será de ellas. En un tiempo en que la municipalidad, en su deseo de parecerse a París, está dispuesta a dar a luz a la Gran Vía, pese a quien pese. Una ciudad que recorrían los mitos literarios de Benito Pérez Galdós, Jacinto Benavente, Valle Inclán, Antonio Machado y la Pardo Bazán, mucha mujer que aquí aparece delgada. Un lugar donde cambian los políticos pero los discursos parece que siguen siendo los mismos.

Capital de tópicos. Uno a uno citados y celebrados en escena. Enumeración que, en manos menos diestras que las de Miguel del Arco, hubieran ido a la contra del espectáculo y que en esta obra sirven para reivindicar lo que desean los madrileños para su ciudad. Más limpieza y menos ruido y mantener ese espíritu abierto, acogedor y fiestero que a los de la capital y sus cronistas les gusta creer que siempre ha tenido.

Ciudad en la que la política está a flor de piel. Dispuesta a dar voz a cualquier reivindicación, ya venga de derechas o de izquierdas. Reivindicaciones que siempre encuentran madrileños y madrileñas que las sigan. No obstante, tiene esta ciudad una calle llamada Libertad que en este montaje, en un acto político que antes de la matanza de Orlando parecía lúdico, es representada por un travestí vestido con un negligé rosa y taconazos, preparado para correr la famosa carrera de tacones de la fiesta del Orgullo Gay en Madrid de la calle Pelayo.

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Foto de María Rey-Joly cedida por Teatro de la Zarzuela - Fernando Marcos.

Encarnación del mito de ser lugar de aceptación y de acogida de lo bueno, lo regular y lo malo que tiene España. Ensalada madrileña a la que le va como anillo al dedo la música de las dos zarzuelas (La Gran Via y El año pasado por agua) que Miguel, de nuevo Miguel, baraja, corta y da con su mejor mano. Una mano que le permite ganar la partida pero que al ojo crítico deja ver algunos pequeños trucos que a un profesional como él no le hacen falta.

Talento para que esta fiesta que representa ¡Cómo está Madriz! sea capaz de cortar la respiración del respetable. Lo hace con ese momento en el que el personaje de Paco León se queda a solas con el alegre Antonio Machado de aquellos años y el poeta no se reconoce en su triste poema Españolito cuando Paco le informa de que en el futuro ese poema será suyo. Momento que aprovecha para indicarle, con cierta urgencia, que en julio del 36 huya, que huya a Francia y que le haga el favor de llevarse a Lorca.

Talento para reinventar el número de La quimera del oro y ver en Paco León al Chaplin del siglo XXI que lleva dentro. Así, ese baile que el clásico actor hacía jugando con dos panes pinchados en tenedores en forma de zapatos es reconstruido con las zapatillas de patito que lleva Paco León durante toda la función y convertido, frente a lo apabullante del resto del montaje, en una inolvidable escena mínima en una esquina del teatro delante de un palco.

Dos de los grandes que se han acompañado también de otros grandes aunque menos conocidos por el gran público. Cantantes y actores con una gran carrera y también algunos jóvenes suficientemente apreciados por la profesión. Todos ellos responsables de la excitación que se veía en el intermedio y el contento con que salía la gran mayoría de los espectadores. Los que entendieron que esto era una fiesta y el tándem Miguel-Paco un bufón. El bufón de la capital del reino y, por tanto, con licencia para cantarnos las vergüenzas y las verdades con humor.