'La merienda', una experiencia para los sentidos

'La merienda', una experiencia para los sentidos

El elenco de La merienda de Teatro en el aire comiendo pan en Mamá Campo

Hay pequeñas costumbres, pequeñas rutinas, que nos acompañan toda la vida. Rutinas y costumbres que por comunes hacemos ya sin darles importancia. Como si fuera lo normal. Lo de siempre. Esto ocurre con la merienda. Una comida que nos acompaña desde pequeños, un tentempié que nos ayuda a llegar a la tardía hora de la cena española e hispana, que, al menos en Madrid, se está convirtiendo en tendencia gracias a las panaderías y pastelerías, molonas y menos molonas, que todas las semanas se abren casi en cada esquina de la ciudad.

El párrafo anterior viene a cuento de la obra La merienda, de la compañía Teatro en el aire. Una obra que se acaba de estrenar en un espacio singular para el teatro, la cantina de ese conglomerado del comer sano que se ha creado entorno al restaurante Mamá Campo, que se encuentra en la Plaza de Olavide, entrando por la calle Trafalgar. Primer acierto de esta compañía, hacernos ver que en un restaurante también se nos invita a asistir a una representación. Segundo acierto, elegir un restaurante en el que todo está rico y usan buen producto -como ellos-, los de Teatro en el aire.

Se trata de un teatro de pequeño formato en el que los pocos espectadores que pueden acceder a cada pase se convierten en comensales de una merienda pensada con el amor y el cariño de nuestras madres y nuestras abuelas. Olor a pan con chocolate. Olor a juego bajo la mesa. A la umbría casa de pueblo o de playa en verano. O la casona de alguno de sus actores, allende los mares, que trae el eco, la musicalidad y la retranca de un español más suave y cálido que el de España. Humor, humor para merendar.

  El elenco de 'La merienda', comiendo pan en Mamá Campo

Una obra para hacernos parar y, en la estela del muy popular mindfulness, conseguir que estemos presentes allí y en ese momento. Una presencia necesaria para disfrutar de la experiencia del teatro y, en concreto, del teatro que propone esta compañía. Para que, en la cuasi-oscuridad de la pequeña sala, sentados a la mesa en unos taburetes altos, desperecemos nuestros sentidos, tan saturados por el exceso de estímulos diarios, y podamos volver a oler, a oír, a ver, a tocar y saborear la sencilla y modesta merienda.

Acto que se hace en comunión con otros comensales, pues en Teatro en el aire saben que el teatro es comunidad, es sociedad, son los otros que me hacen ser yo. Desconocidos que acabarán compartiendo los recuerdos de sus meriendas, susurrándolos, mientras el olor del café con leche o del té sube desde las tazas a las fosas nasales y disparan recuerdos. Los felices recuerdos que tenemos asociados a un acto tan rutinario como el de merendar. Porque esta compañía sabe que el teatro es memoria, una memoria que hay que despertar. Y despertarla en presente. En presencia. En acto.

Mientras, nos hacen los protagonistas de la obra. Mientras, nos hablan a cada uno de nosotros al oído, nos traen un tiempo en el que todo parecía sencillo y nos animan a seguir pensando que todo va a ser posible, incluida la posibilidad de ser felices como lo éramos durante aquellas tardes de merienda infantiles. Como lo somos durante esta bella y sencilla merienda. Con cada imagen que sorprende al ojo encima de la mesa, con la voz que nos acurruca la oreja, con cada caricia, con cada bocado que nos dan. ¡Qué entusiasmo! ¡Qué felicidad!