Al sur de Podemos

Al sur de Podemos

Desorientarse es a la mañana lo que perder el norte a la noche. En política, sin embargo, se desorientan los que pierden el sur. Los que clavan la aguja del compás en Madrid para convertir el resto en periferia. Siendo los más desorientados quienes tratan a los andaluces como periferia de la periferia.

5c8b653b360000ba1a6cf9a3

Iglesias y Garzón con dirigentes de Unidos Podemos Andalucía durante un mítin el pasado junio. (GTRESONLINE).

Desorientarse es a la mañana lo que perder el norte a la noche. En política, sin embargo, se desorientan los que pierden el sur. Los que clavan la aguja del compás en Madrid para convertir el resto en periferia. Siendo los más desorientados quienes tratan a los andaluces como periferia de la periferia. Porque se equivocan tres veces: primero, al creerse la absurda metonimia que identifica Andalucía con los tópicos esencialistas de España; segundo, al ignorar su importancia clave en la distribución electoral del poder en el Estado; y tercero, porque políticamente Andalucía es centro. Quien aspire a gobernar en el Estado necesita ser fuerza hegemónica en Andalucía. Podemos cometió los tres errores antes, durante y después de las elecciones del 20D. Y no me cabe duda de que fue uno de los factores desencadenantes de esta deriva que ha culminado con el bochornoso espectáculo del PSOE y el Partido Popular en el gobierno.

En efecto, la izquierda perdió las elecciones del 26J el 20D. Y las perdió en Andalucía. En una de las obras más influyentes de Aldous Huxley, El fin y los medios, decía que "en mayor o menor grado, todas las colectividades civilizadas del mundo moderno están compuestas por una reducida clase de gobernantes, corrompidos por el poder excesivo, y otra clase muy numerosa de súbditos, corrompidos por el exceso de obediencia ciega e irresponsable". El 15M dinamitó por los aires esa pasividad social y culpable. Y fue Podemos quien mejor supo catalizar aquella insurrección ciudadana en un discurso de cambio y esperanza.

Aldous Huxley advertía que "el camino político hacia una sociedad mejor es la descentralización y el gobierno responsable de cada cual por sí mismo". Otro de los aciertos de Podemos consistió en asumir la descentralización como herramienta adaptándose a la naturaleza plurinacional del Estado. Conseguida en mayor o menor medida con las confluencias en Cataluña, Galicia y Valencia, no ocurrió lo mismo en otras comunidades donde se impuso la estructura jacobina y centralista del partido. El criterio elegido para las primarias generó muchísimas tensiones internas, especialmente en Asturias, Aragón, Euskadi o Andalucía. La carga identitaria vasca evitó que estos males les influyeran electoralmente, a pesar de presentarse sin marca diferenciada. No ocurrió lo mismo en Andalucía.

Quien fuera secretario de organización de Podemos, el andaluz Sergio Pascual, impidió cualquier opción de presentar Andalucía con un discurso y una fórmula electoral acorde con su rango de nacionalidad histórica, reclamada en las calles el 4 de diciembre de 1977 y conseguida en las urnas el 28 de febrero de 1980. Justo lo contrario de lo que propició en Galicia, Cataluña o incluso Valencia, consiguiendo plantar cara e incluso vencer a las fuerzas hegemónicas en estos territorios.

Lejos de los prejuicios que se venden más allá de Despeñaperros, una de las razones fundamentales de la permanencia del PSOE en el poder en Andalucía obedece a la ocupación de un espacio simbólico en el imaginario colectivo como "izquierda andaluza". En lugar de confrontar en ese terreno para poder aspirar a una victoria estatal, el entonces secretario de organización de Podemos prefirió asegurar su cuota de poder interno colocando a sus afines en las listas. Su desorientado empecinamiento provocó, entre otras reacciones individuales y colectivas, que casi todo el grupo parlamentario andaluz se rebelara contra estas injerencias en un gesto simbólico de impugnación al modelo centralista y jacobino del partido. Fue José Luis Serrano el inspirador de esta rebeldía andaluza, porque él sí supo valorar el alcance político y electoral que tendría tratar a Andalucía como una sucursal madrileña. Las luchas cainitas y la inminencia electoral cortaron de raíz esta disidencia y el resultado en las urnas no fue el esperado.

A veces pienso que PSOE y Podemos comparten el mismo enemigo: Podemos. Olvidando ambos que fue el PP quien ganó las últimas elecciones generales en Andalucía y en España.

Tras el 20D, la renuncia de Rajoy y el pacto de PSOE con Ciudadanos dañó con gravedad la dialéctica vertical de la política (abajo/arriba, nuevo/viejo), para reubicar a Podemos en la izquierda. Ante el riesgo de perder escaños reales en la segunda convocatoria electoral, Podemos aceptó su posición en el eje horizontal y pactó con IU. La primera víctima de este proceso fue Sergio Pascual. A diferencia del 20D, Teresa Rodríguez abanderó desde el principio que Andalucía se personara el 26J con marca y discurso propio, contando para ello con la empatía de Antonio Maíllo. Y aunque regresaron las intromisiones centralistas y las disputas internas, lo cierto es que Unidos Podemos por Andalucía superó los escaños de la anterior convocatoria, compensando las pérdidas de Galicia o Madrid. Y todo ello a pesar de la derrota electoral en Almería que confirmaba la errática estrategia de imponer los criterios desde Madrid.

Nos hallamos ante un momento clave dentro del espacio simbólico de la izquierda. De un lado, Unidos Podemos tiene que apostar por un nuevo relato superador de la ventana de oportunidad que parece cerrarse. De otro, el suicidio asistido del PSOE, dirigido desde Andalucía, coloca a Susana Díaz en el imaginario colectivo como la mejor aliada del españolismo de centro-derecha. Esta maniobra más propia de Berlanga que de Maquiavelo, ha abierto un agujero enorme en la izquierda andaluza, fundamental en la reordenación política del Estado.

Esta situación coincide con el debate interno en Podemos Andalucía ante su próxima asamblea. Quiero creer que son conscientes de que no se trata de una mera cuestión organizativa sino de un acontecimiento capital para nuestro futuro. Sin embargo, por el comportamiento de unos y otros, me temo que no quieren darse cuenta. A veces pienso que PSOE y Podemos comparten el mismo enemigo: Podemos. Olvidando ambos que fue el PP quien ganó las últimas elecciones generales en Andalucía y en España.

No pertenezco a ninguna de las corrientes o familias de Podemos, lo que me permite opinar desde la más escrupulosa independencia. Es muy difícil construir un liderazgo público y parece evidente que Teresa Rodríguez (acompañada de su grupo parlamentario) lo ha conseguido, erigiéndose en la principal rival de Susana Díaz. Ambas lo saben. Pero para que se produzca un cambio político en Andalucía no basta con eso. Somos muchas y muchos los que esperamos que actúen movidos por la generosidad y la altura de miras de aquel manifiesto que impulsó José Luis Serrano, con las manos tendidas hacia dentro y hacia fuera para restaurar aquella alianza que tomó Andalucía como núcleo de su discurso y estructura. No es el momento de desorientarse. Los antiguos errores pueden convertirse en aprendizajes y, más allá de las batallas de poder interno de la vieja política, Podemos Andalucía está ante una oportunidad histórica.