Todos los problemas están a unas horas de su solución

Todos los problemas están a unas horas de su solución

ANXO PÉREZ

Estoy seguro de que un titular así genera cierto escepticismo. Mucha gente pensará que muchos problemas no pueden ser resueltos en horas, sino días, y algunos hasta semanas. Pero para los escépticos, incluso los que más legitimado puedan tener su escepticismo, tengo buenas noticias. Lo importante no es que el problema se resuelva en horas, días o semanas, sino que pueda ser resuelto, que la solución está ahí, y que lo único que te separa de ella es un camino que casi puede ser medido. En otras palabras, es algo finito, no infinito. Y eso lo cambia todo.

La solución a todos los problemas está a unas horas de distancia

Mi madre, cuando considera que ha cometido algún error como madre, suele decirnos a mí y a mis dos hermanas «no seáis duros conmigo, no he nacido aprendida y, después de todo, esta es la primera vida en la que soy madre». No le falta razón. Ésta también es la primera vida en la que yo soy emprendedor y más allá de cometer errores (yo he cometido muchos más como emprendedor que mi madre como madre), me he encontrado por el camino innumerables encrucijadas de las que no tenía ni la menor idea de cómo salir. Antes de haber entendido la importancia de este Peldaño no contemplaba los problemas como pozas, sino como océanos; no como pedruscos, sino como montañas. Y la sensación era de impotencia, de sentirme abrumado por considerar el problema como algo más grande que mi mente.

Todos los que han emprendido, y muchos de los que no lo han hecho, conocen esa sensación. Pero el nuevo yo, el que sí entiende la razón de ser de este Peldaño, ya no se afana. Ahora incluso los problemas que sí son océanos los veo como pozas y las montañas como pedruscos. Me crezco ante los problemas porque ahora tengo el sosiego y la paz que da saber que...

... la probabilidad de resolver cualquier problema siempre es proporcional al tiempo que le dediques.

Por lo que, ante cualquier gran obstáculo, lo primero que hago es lo mismo que haría cualquier cazador de tesoros al que le dicen que ahí hay uno: armarme de paciencia y excavar, sabiendo que el tesoro está a unas horas de distancia y que con cada una que inviertes, te acercas a tu objetivo la misma cantidad. Si el tesoro está a diez horas, invertir una significa estar a nueve. Lo que importa no es si está a diez o a veinte. Lo que importa es saber que estás una hora más lejos del punto de salida, y lo que es más importante, una hora más cerca del punto de llegada.

Imagínate un hilo largo y fino que esté completamente enredado, como cuando el cable de los auriculares se hace una gran bola enmarañada. Todos sabemos que puede que tardemos más o menos en desenredarlo, pero nadie cuestionamos que lo podemos conseguir. El conseguirlo o no no depende de que sea posible o no, sino de las horas que estemos dispuestos a invertir en ello.

Al principio del Peldaño decía que ver la solución a un problema como algo finito y no como algo infinito lo cambia todo. Lo imaginado no tiene límites. Lo real puede ser inmenso, pero sí los tiene. Quizá la solución esté lejos, pero la distancia que te separa de ella es finita. Conoces su límite, y eso tiene un efecto tranquilizador, porque sabes que...

#88peldaños

Cada hora que inviertes en resolver un problema te hace estar una hora más cerca de la solución.