Boop-Boop-A-Doop! Vuelve Betty Boop

Boop-Boop-A-Doop! Vuelve Betty Boop

Nació como una especie de caniche francés (muy feo, por cierto), en principio era negra, presumiblemente judía y oficialmente tenía 16 años. Aún así, en los años 20, Betty Boop se convirtió en toda un sex symbol, arrasando con el sutil e irresistible erotismo de Greta Garbo, Virginia Cherrill, Paulette Goddar o la mismísima Marlene Dietrich.

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Nació como una especie de caniche francés (muy feo, por cierto), en principio era negra, presumiblemente judía y oficialmente tenía 16 años. Aún así, en los años 20, Betty Boop se convirtió en toda un sex symbol, arrasando con el sutil e irresistible erotismo de Greta Garbo, Virginia Cherrill, Paulette Goddar o la mismísima Marlene Dietrich; al fin y al cabo la heroína de dibujos animados era una especie de cóctel de todas ellas.

El próximo 8 de agosto Betty Boop cumplirá 90 años y, para todos los que la amamos, hay buenas noticias: el icónico personaje creado por Max Fleischer volverá a deleitarnos en pequeña pantalla gracias a Normaal Studios, los productores de los Peanuts (Snoopy y toda su pandilla), Fleischer Studios y King Features, que tiene la licencia en exclusiva de la marca Betty Boop. Eso sí, habrá que esperar, su reaparición está prevista para 2018.

Lo difícil es imaginar cómo actualizarán y reinsertarán en este siglo a este bellezón con millones de fans alrededor de todo el mundo y con una mercadotecnia que jamás se ha agotado. Betty Boop, con su encanto, su sensualidad fresca y dulce, fue pionera en varios sentidos. Quizá el más importante, por haber sido el primer dibujo animado de una mujer completamente sexual. Por ejemplo, Minnie Mouse, en la misma época, enseñaba de una manera púdica su ropa interior. Nuestra chica, en cambio, se atrevió a bailar hula-hula en topless (disimulado por una guirnalda hawaiana) en el estreno del cartoon de Popeye, a enseñar el canalillo inocentemente, a perder su vestido cuando se asomaba a la ventana ("¡Boop boop a ooooopsie!") y recuperarlo rápidamente.

Betty Boop, con su encanto, su sensualidad fresca y dulce, fue pionera en varios sentidos. Quizá el más importante, por haber sido el primer dibujo animado de una mujer completamente sexual.

También fue el primer dibujo animado de una flapper, inspirada en la actriz de cine mudo Clara Bow, una auténtica it-girl de los años 20. Las flappers eran chicas jóvenes con el pelo y las faldas cortas, maquilladas hasta el hartazgo, que renegaban de los corsé, tenían citas con hombres y pasaban de convencionalismos. Eran liberales, fumadoras, bebedoras, conductoras audaces y amantes del jazz. Betty, antes de convertirse en todo un símbolo, ya había hecho su primera aparición en el corto Dizzy Dishes, allá por 1930, una época en la que los protas de los dibujos animados eran normalmente animales, eso sí, muy extraños y con mucho ritmo.

Ella, por eso, comenzó siendo una caniche francés feucho y rarísimo. Con el paso del tiempo, y tras diez películas en las que solo era un personaje de apoyo, en 1932 se transformó: adelgazó, sus largas orejas perrunas se convirtieron en aros, su piel de perro se metamorfoseó en un corte de cabello de cogote y su nariz negra de perro, en un pequeño botón sexy mucho más femenino.

En principio la gente pensaba que el personaje estaba inspirado en Helen Kane, una cantante y actriz estadounidense que luego se metió en litigios para que se reconociera que Betty era ella (y es evidente al ver el parecido de ambas), así como en otras féminas de la industria menos conflictivas.

Pero hay otras versiones más creíbles que cuentan que Betty Boop era la caricatura estilizada de Esther Jones, más conocida por Baby Esther, una cantante afroamericana que actuaba habitualmente en el Cotton Club de Harlem, en Nueva York, y que hizo famoso, en los efervescentes años 20, su latiguillo "Boop Boop a doop". De ahí el nombre de Betty Boop. Eso sí, Betty era blanca y Jones, negra como el carbón.

Tan especial y rompedora como era, abierta pero inocentemente sexual, con más corazón que inteligencia, atractiva tanto para los adultos, por su erotismo, como para los niños, que disfrutaban con el personaje y sus surrealistas aventuras, nuestra chica fue la protagonista del primer spin-off de la historia.

Tan especial y rompedora como era, abierta pero inocentemente sexual, con más corazón que inteligencia, atractiva tanto para los adultos, por su erotismo, como para los niños, que disfrutaban con el personaje y sus surrealistas aventuras, nuestra chica -que gustaba hasta a las amas de casa- fue la protagonista del primer spin-off de la historia. Su bautizo estelar tuvo lugar en 1932 con el Stopping the Show, ya oficialmente parte de la serie de Betty Boop y no un corto más de un Talkartoon.

Pero el perfil de Betty Boop aún tenía un nuevo giro en su evolución, sus creadores consideraban que aún estaba incompleta. Dave Fleischer, el hermano de Max, se ocupó del asunto reforzando su sensualidad y haciéndola aún más femenina. Esta nueva personalidad se hizo pública en 1932 en el corto Minnie the Moocher. En esta película, Betty huye de sus padres y se pierde en una cueva con Bimbo.  El retrato que se hizo de sus progenitores en este cartoon, aparentemente judíos ortodoxos, hizo pensar a muchos que nuestra chica era judía, pero esa apreciación se diluyó a medida que sus aventuras la llevaban a distintos escenarios de lo más variopintos.

Otra de las señas de identidad de Betty era su voz aguda y aniñada. Tuvo varias, pero la definitiva, tras los intentos de un desfile de actrices, se la puso Mae Questel hasta el fin de la serie, y aún más allá, a sus 80 años, en el cameo que nuestro personaje tuvo en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? en 1988. Dato curioso, esta actriz también hablaba por Olivia, la novia de Popeye.

Mucho antes que Marilyn Monroe, Jessica Rabbit y una cantidad infinita de mujeres poderosas en la industria del entretenimiento hollywoodiense, Betty Boop rompía esquemas. Ahora Betty Boop promete volver a deleitarnos con sus historias delirantes. Difícil reto el de sus productores cuando ya no hay nada prohibido, las it-girls son productos de marketing y el sexo es como el pan nuestro de cada día.

No obstante, el nieto de Max Fleischer, el padre de la criatura, no oculta su ilusión: "Mi abuelo la creó casi como algo divertido, una guerrera moderna y un espíritu que trasciende y ha transformado a varias generaciones de fans. Es muy emocionante saber que la televisión volverá a recuperar a uno de los personajes más queridos por Max, un icono, a través de nuevos y brillantes contenidos que, estoy seguro, engancharán a una generación de nuevos seguidores de una manera atractiva, fácil y con la que seguramente podrán identificarse ".

Ver para creer.

Este artículo se publicó originalmente en el blog de la autora.