Fútbol: posesión...y goles

Fútbol: posesión...y goles

El moderno descubrimiento de la importancia que para un equipo de fútbol tiene que sus jugadores controlen y posean la pelota hay que ponerlo en relación con los objetivos del balompié: marcar más goles que el contrario para ganar. La posesión solo será eficaz, pues, si conduce a meter goles.

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Foto: EFE

A otro Pedrito, goleador

cadete del Club Unión,

de Collado-Villalba.

El Mundial de Fútbol 2010, que ganó España en Sudáfrica con todo merecimiento y no pocas tribulaciones -las más graves, en forma de agresiones impunes por parte de los jugadores de Holanda-, ha puesto sobre el tapete un sistema de juego que merece analizarse con serenidad y sin fundamentalismos. El moderno descubrimiento de la importancia que para un equipo de fútbol tiene que sus jugadores controlen y posean la pelota hay que ponerlo en relación con los objetivos del balompié y con la normativa futbolística que determina cómo se ganan los partidos: marcando más goles que el contrario. La posesión solo será eficaz, pues, si conduce a meter goles.

Hay deportes, como el boxeo, en que puede ganarse a los puntos, sin noquear necesariamente al contrincante. Escuchando a algunos de los entusiastas de la posesión, parece como si la estadística de un 70% o un 80% de toque de balón garantizara un buen resultado. "Tendré tranquilidad cuando tengamos el balón", declaró Vicente Del Bosque la víspera de la final. He oido incluso defender que contra Suiza -único partido que perdimos- se jugó mejor, porque se retuvo más la pelota, se convivió más con ella.

El escritor Manuel Rivas ha descrito esa relación así: "El balón se siente un compañero" (un tanto traidor, habría que añadir, si recordamos el balón de Sudáfrica). Rivas asegura que "el balón está más a gusto" con los jugadores de La Roja, reprocha a los críticos del tiqui taca que no contemplen ese factor y les acusa de "nostálgicos del fútbol cabreado y taciturno". Así pues, según esta visión, los partidarios de la verticalidad y de los goles son gente enfadada e intratable, mientras que los apóstoles del tiqui taca han encontrado un talismán que asegura el éxito deportivo.

Nunca un largo periodo de posesión producirá en el público y en los jugadores la reacción entusiástica que suscita un gol. Por algo será.

La solución más inteligente es utilizar la posesión no como fin, sino como medio para conseguir goles. Es lo que hace en el Barça Pep Guardiola que, junto a los centrocampistas, tiene a jugadores como Messi y Pedrito -y ahora también Villa-, cuya meta es la portería. Del Bosque también ha promovido en la selección el camino hacia el gol, mediante jugadores como Llorente, Villa, Navas, Torres y Pedrito, aparte de Iniesta, que es el mejor ejemplo de tiqui taca con final de gol.

Ante el partido de la final con Holanda, Del Bosque no olvidaba que mientras España solo había conseguido siete goles, su contrincante llevaba ya 12. Sin embargo, en un debate en la SER, celebrado el 8 de julio, mi buen amigo Alfredo Relaño, director del diario As, intentaba traspasar su "ilusión" por el tiqui taca a Del Bosque, quien se defendía ("¡qué pesado!", llegó a decirle cariñosamente al periodista) asegurando que en el fútbol "no hay un modelo único". Del Bosque sabe muy bien que una excesiva autocomplacencia con el balón, aunque tenga sus forofos, no lleva a ningún sitio y desde luego no favorece el camino recto al gol.

Afortunadamante, La Roja fue capaz de practicar la posesión de balón, menos meritoria y, a la vez, más peligrosa cuanto más cerca estaba de la portería de Iker Casillas, y supo combinarla con goles como el de Puyol a Alemania, de cabeza en un saque de esquina, que más que con el tiqui taca tiene que ver con la furia espanyola de este jugador catalán. Nunca un largo periodo de posesión producirá en el público y en los jugadores la reacción entusiástica que suscita un gol. Por algo será.

Probablemente, algunos futboleros veteranos estamos viciados por el axioma "la mejor defensa es un buen ataque", practicado en los tiempos en que sobraban pivotes y medias puntas, porque la estructura del equipo era ésta: un portero (número 1), dos defensas (el 2 y el 3), tres medios volantes (4, 5 y 6) y cinco delanteros (7, 8, 9, 10 y 11). Era inútil echar la pelota hacia atrás, porque la gran mayoría de los jugadores propios estaban delante, cara al gol.

No es buena tampoco una estresante vocación de gol, pero sí una tensión hacia él y la presión constante ante los saques de los defensas o del portero, para probar la suerte de robar la pelota -robada sabe mejor su posesión- o de impedir al menos la precisión en el saque. Lo que resulta exasperante es la paciencia de algunos comentaristas cuando se practica el tiqui taca sin más expectativas. Recuerdo los tiempos en que Míchel (ex jugador del Real Madrid que comentaba partidos en la televisión, y hoy entrenador del Getafe) describía el juego de la selección con expresiones como éstas: "Ya llegarán", "tienen calidad", "no hay prisa, que la sigan tocando", "lo importante es no perder la pelota". El tiempo pasaba inexorablemente y los partidarios del gol sufríamos en silencio, mientras que los poseedores de la pelota se olvidaban a veces de la portería.

Los campeones del mundo saben que deben poseer el balón para finalmente disparar a gol.