Pongamos que hablo desde Madrid
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Pongamos que hablo desde Madrid

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"¡Joder! Llegaste a Madrid con el pollo del Estatut, y te marcharás con el lío de la independencia..."

No sé si la compañera de la SER que me espetó esta frase a bocajarro el otro día está ansiosa por que deje la radio, pero tiene más razón que un santo -una santa, en este caso.

Si cuando regresé a esta ciudad -que ya conocía de mi época en Canal +, hace doce años, alguien me hubiera pronosticado dónde estaríamos hoy, le hubiera llamado de todo: tremendista, exagerado, apocalíptico, cenizo... Pero me habría equivocado.

Nunca puede subestimarse el poder de la estulticia y la mala baba; combinadas, forman un cóctel letal que nos ha estallado en los morros. Nada volverá a ser como antes. No sé exactamente qué ocurrirá el 1 de octubre. Espero -y deseo- que nada grave; pero tengo claro que nos han cambiado el paisaje, o la decoración, y eso me tiene muy jodido.

Sólo pienso que si esto fuera un hospital, tendría unas palabras con el médico porque todo el carajal parte de un error de diagnóstico.

Hoy no tengo ninguna gana de adentrarme en análisis sobre el conflicto; sólo pienso que si esto fuera un hospital, tendría unas palabras con el médico porque todo el carajal parte de un error de diagnóstico. Lo que hace cinco años podría ser una gripe, o más serio aún, una neumonía, hoy es un cuadro de septicemia general. Lo que ya no sé es si el médico es un incompetente nato... o algo peor.

Yo, de momento, me dispongo a vivir el 1 de octubre en Madrid. Porque este no es mi referéndum. Quiero uno de verdad.

El lunes será otro día, y entonces sí estaré en Barcelona para abrir La Ventana.