¿Qué hacer para no quedarse fuera de otros Ventotenes?

¿Qué hacer para no quedarse fuera de otros Ventotenes?

Que España se quede fuera de los rápidos y determinados movimientos que está protagonizando la canciller alemana en la diplomacia europea o que Hollande sitúe a nuestro país fuera de los grandes de la Unión no es cosa baladí y no puede explicarse por nuestra interinidad institucional. No es baladí porque, como muchos han pronosticado, la perspectiva de la salida del Reino Unido (aunque finalmente no se lleve a efecto) puede terminar impulsando la profundización política de Europa con mayor velocidad de lo que cabría esperar, y quedarse fuera del diseño de futuro que ahora empieza a cocerse es algo evidentemente negativo para cualquiera.

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Foto: EFE

La Cumbre de Ventotene, que ha reunido a Merkel, Hollande y Renzi en la isla del Manifiesto Federalista de Spinelli, no ha contado con la presencia de España. Una explicación a bote pronto de tal ausencia sitúa la causa en la irresponsabilidad de los políticos españoles, que no han sido capaces de dar al país un Gobierno que no sea en funciones desde hace meses y tras dos elecciones generales. Pero me parece que el asunto, que es relevante, va más allá de la coyuntura.

Basta fijarse en una idea expresada por el presidente francés para comprender el alcance de la cuestión: esta reunión no quiere decidir por otros, sino que es una asunción de responsabilidades por parte de los "tres grandes países de la UE". Los tres grandes países de la UE... Objetivamente, es verdad que Alemania, Francia e Italia lo son en términos económicos y demográficos. Sobre todo, cuando el Reino Unido, de similares dimensiones en ambos baremos, se ha excluido, de momento, tras el referéndum sobre su permanencia en la UE.

Pero en la Europa unida no siempre han sido los datos objetivos los utilizados exclusivamente para ponderar el tamaño de un estado miembro. El peso político de un país fue clave en muchas ocasiones para situarlo en niveles de decisión que no le correspondían teóricamente por riqueza o número de habitantes.

España ha sido un ejemplo de ello en muchas etapas. Así fue con Felipe González gracias a su compromiso europeísta: Madrid contaba mucho más de lo que era a tenor de los números de su contabilidad nacional o de su censo gracias a la capacidad del Gobierno socialista para proponer y hacer avanzar ideas que hacían confluir el interés europeo con el español, de forma que nuestro país se convirtió en un grande de las UE. Incluso fue así con José María Aznar, aunque por todo lo contrario: por su determinación a la hora de bloquear y de separar, como ocurrió con la Constitución Europea y, desde luego, con la Guerra de Irak.

Hay que exigir a los partidos que se sienten ya, sin más demora, para adoptar un itinerario europeísta aplicable con cualquier Gobierno que nos permita ser activos en el proceso que ahora empieza.

Que España se quede fuera de los rápidos y determinados movimientos que está protagonizando la canciller alemana en la diplomacia europea o que Hollande sitúe a nuestro país fuera de los grandes de la Unión no es cosa baladí y no puede explicarse por nuestra interinidad institucional.

No es baladí porque, como muchos han pronosticado, la perspectiva de la salida del Reino Unido (aunque finalmente no se lleve a efecto) puede terminar impulsando la profundización política de Europa con mayor velocidad de lo que cabría esperar, y quedarse fuera del diseño de futuro que ahora empieza a cocerse es algo evidentemente negativo para cualquiera.

Y no puede explicarse por la interinidad institucional porque si en algo están de acuerdo los principales partidos políticos españoles es en el horizonte federal de la construcción europea, hayan tenido unos mayor y otros menor capacidad o convicción a la hora de actuar en consecuencia cuando están en la Moncloa, lo que subsana la carencia de un Gobierno con plenos poderes.

Así que, a la vista de la Cumbre de Ventotene, creo que los europeístas españoles deberíamos hacer dos cosas: valorarla positivamente y actuar en consecuencia.

¿Qué significa esto último? Exigir a los partidos que se sienten ya, sin más demora, para adoptar un itinerario europeísta aplicable con cualquier Gobierno que nos permita ser activos en el proceso que ahora empieza. Desde luego, deberían reunirse con tiempo suficiente antes de la Cumbre de Bratislava a mediados de septiembre para pactar cuál va a ser la contribución de España a la visión de futuro que tiene que salir de ese encuentro, de forma que nuestro país vuelva a ser considerado como uno de los grandes de la UE. Y no por prurito, sino por necesidad, pues solo con más y mejor Europa es como podremos combatir el paro, generar crecimiento y facilitar la vida cotidiana a los ciudadanos, que es de lo que se trata.

Seguramente, es lo que le gustaría a Altiero.