Europa, sin nombres

Europa, sin nombres

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Esta manera de identificar el origen de todas las decisiones con el nombre de una ciudad -Bruselas decide, Madrid dice- ha convertido a las ciudades en mantras que se invocan para descargar en ellas todo lo que de negativo traen dichas decisiones.

Pero cuando las decisiones son beneficiosas, este mantra desaparece y no se suele usar. Entonces no es el mantra de las ciudades detentadoras del centralismo, sino algunos actores que, de vez en cuando, aparecen y tampoco se sabe bien por qué motivos -las empresas deciden, o el último de turno que se apunta dice-.

O sea, cada vez que aparece Bruselas hay que echarse a temblar. En esto fueron maestros los ingleses y acabaron como acabaron porque no podían acabar de otra manera después de semejante acoso urbano. Y no seré yo quien defienda la burocracia y el aparato de la Comisión, que eso es un tema aparte. Pero sí, Bruselas se ha convertido en chivo expiatorio de todos los pecados pertenecientes a cada palo que aguante su vela.

Y todo esto viene a cuenta del roaming, aunque no voy a hablar del roaming, sino de cómo ha aparecido la noticia. En algún caso he leído algo así como la muerte del roaming sin saber muy bien quién lo mató, porque no se especifica, siendo el asunto importante para nuestros bolsillos. Y bueno, en general, esta metáfora fúnebre se ha sustituido por un eufemismo más caritativo, el adiós, el fin del roaming o despedidas similares. Pero por más que hurgues para saber quién puede estar por detrás de semejante muerte, salvo en un sólo caso en el que he visto citar nombres, no llegas a saber dónde está el origen de algo que a muchos viajeros va a beneficiar.

En la selva europea hay nombres, hay responsables, hay actores, que son los que están en la letra menuda. Los ha habido y los habrá. Nada cae como un maná del cielo.

En estos casos, cuando no aparece Bruselas porque es una noticia positiva, aparece algo tan genérico como " las instituciones", que alguna vez he visto también en singular, "la institución". En el último caso, puede que se refiera al Consejo Europeo, último escalón de todas las decisiones, formado por todos los gobiernos de la UE. Y si así fuera, son los gobiernos entonces los que han decidido una cuestión tan beneficiosa como esta sobre el roaming. Mira qué bien. Y supongo que en plural se refiere también a la Comisión y al Parlamento, aunque a veces se usa el acrónimo UE, que es mucho más rápido y más eficaz. Ahí sí que está todo, para qué irse por las ramas. Tengo que decir que, en algún caso, hasta he visto una foto del Parlamento reunido en Estrasburgo. Eso ya ha sido un punto.

Y ya sabemos todos que es práctica habitual -de todos los gobiernos nacionales, sean de donde sean-, que las directivas malas vienen de Bruselas y las buenas son leyes fruto de la perspicacia y del buen hacer de cada gobierno nacional. En este trabajo de enmascaramiento, hay auténticos líderes a los que no se les suele llamar populistas, aunque estén también en esto engañando. Porque, en realidad, lo que el populismo es en esencia eso, un fraude.

Este no es el caso, porque el gobierno no se lo ha podido atribuir, dadas las dimensiones.

Y huérfano el asunto de quiénes fueron al fin los iniciadores de dicha iniciativa, aparecen las empresas generosas, que se han dado cuenta del enorme mercado que les va a quedar inmensamente agradecido. En general, cuando no aparece ni siquiera el acrónimo breve UE, la noticia aparece desnuda: "El roaming dejará de aplicarse para los ciudadanos europeos". Y después añaden algunos medios que "algunas compañías ya ofrecen las nuevas condiciones tarifarias en países fuera de la UE, como Vodafone, que lo ofrece para EEUU y algún otro país. "

¿Hay quién dé más?

Pero en la selva europea hay nombres, hay responsables, hay actores, que son los que están en la letra menuda. Los ha habido y los habrá. Nada cae como un maná del cielo. Y allí también están los lobbies haciendo su tarea, preparando su resarcimiento. Ya sabemos que el demonio está en los detalles. Pero para localizar dónde están los estrangulamientos en este mapa al que pertenecemos -qué pasa con los países turísticos mediterráneos y todo eso-, no tendremos más remedio que usar el pincel fino. Y empezar a poner nombres. No vaya a ser que nos pase como a otros y en este fárrago caigamos todos. Porque en el detalle y en los nombres está el desafío, está la tensión, está el escenario de los verdaderos cambios.