Indignado con los indignados

Indignado con los indignados

Siempre he creído que los problemas en nuestro sistema político no tienen que ver con los partidos existentes sino con las personas que los componen y con las reglas del juego. El elemento diferenciador de Podemos no es tal porque está compuesto por personas de todo tipo.

Hace varios días un ciudadano indignado por todos los casos de corrupción que se dan en la política se despertó con un nuevo titular que le llevó a expresar a gritos: "¡Hay que acabar con ese partido de la casta!".

El titular que hizo que volviera la ira que nunca se había terminado de ir del todo es el de un dirigente de un partido político que había tenido que hacer una declaración complementaria al ser descubierto utilizando un artificio fiscal que le permitía pagar menos dinero. Además, se ponía en duda el origen de los fondos y su destino final, con la posibilidad de que este último fuera a financiar ilegalmente a su partido.

Este ciudadano había ido incrementado poco a poco su indignación después de que se conociera que otro alto dirigente del mismo partido había recibido una beca de una persona afín de una universidad pública y que había incumplido las condiciones del contrato. También cuando se conoció que el máximo responsable del partido había tenido que modificar los datos de su declaración pública después de que se hubiera conocido que había obviado en la misma determinados ingresos. O cuando, en los últimos procesos de elección interna de dirigentes locales, habían surgido muchas voces que denunciaban casos de 'pucherazo' y tratos de favor por parte de la dirección nacional para que salieran elegidos sus candidatos preferidos. O cuando el tribunal de cuentas había detectado deficiencias e incoherencias en las cuentas de la formación.

Cualquiera que haya leído esta historia creerá que estoy hablando de un partido "de la casta", término que utilizan despectivamente los dirigentes de Podemos para referirse a los partidos tradicionales en España por sus prácticas. Pero lo más curioso es que todo lo contado en el inicio del artículo son titulares de noticias concretas sobre los principales dirigentes de Podemos: Monedero, Errejón y hasta Pablo Iglesias.

Ante estos casos todos esperábamos que un partido que tanto ha criticado estas actitudes en otros partidos hubiera actuado de una forma distinta, pero no ha sido así. Han intentado justificar todos los casos aunque fueran difícilmente justificables. Han optado por mostrarse como víctimas, aludiendo a una supuesta caza de brujas, intentando mirar para el otro lado y evitando a los medios de comunicación, en vez de demostrar que de verdad son un partido distinto.

Siempre he creído que los problemas en nuestro sistema político no tienen que ver con los partidos existentes sino con las personas que los componen y con las reglas del juego marcadas para todos. El supuesto elemento diferenciador de Podemos no es tal porque, como el resto de partidos, es una organización compuesta por personas de todo tipo, con sus virtudes y sus defectos.

Esto no quiere decir que los españoles tengan que convivir eternamente con estas formas de hacer política porque no tienen solución y todos los partidos, tarde o temprano, van a caer en las mismas prácticas. Desde hace tiempo vengo defendiendo cambios profundos en nuestro sistema y, hasta que estos no se den, nuestra política se verá aquejada por los mismos males, independientemente de la distribución de representatividad entre los distintos partidos. Cambios que busquen la rendición de cuentas, la transparencia total, la participación ciudadana... Para que todo esto sea una realidad me parece imprescindible cambiar la ley electoral hacia una que transfiera el poder de decisión sobre las personas que son elegidas como representantes desde las direcciones de los partidos hacia los ciudadanos.

Hay que obligar a todos los representantes públicos a rendir cuentas ante los ciudadanos, a aplicar la máxima transparencia para que éstos conozcan su actividad y sus posesiones, a consultar con sus votantes las iniciativas a llevar a cabo... Porque de los ciudadanos, y no de las direcciones de los partidos, dependerá que vuelvan a salir elegidos.