Rajoy, de presidente a figurante

Rajoy, de presidente a figurante

Quien, en este comienzo de legislatura, debería hacer sido uno de los actores principales, se ha convertido, por decisión propia, en un simple figurante. Su actitud desde el minuto uno ha sido la de esperar a que una suerte del destino le permitiera seguir siendo presidente, sin hacer absolutamente nada.

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Ya se han cumplido más de tres meses desde que los ciudadanos decidieran con su voto la aritmética del nuevo parlamento, y seguimos sin Gobierno. En este tiempo, hemos visto de todo en el Congreso ya constituido y en funcionamiento, aunque el Gobierno de Rajoy no le dé ningún valor. Se ausenta de las comparecencias que solicitan los diputados de los distintos grupos parlamentarios, y demuestra una falta de respeto sin precedentes al Congreso y en consecuencia a los ciudadanos.

En este tiempo hemos visto de todo, y los ciudadanos asisten con asombro al espectáculo, ya que nunca hubieran imaginado que esa era la nueva política de la que tanto se hablaba en los últimos años.

Es imprescindible analizar todo lo pasado durante este tiempo y cuál ha sido el comportamiento de cada uno de los actores principales de cada partido político. Permítanme que pase a analizar uno por uno:

  • Rajoy: poco hay que decir de este personaje que debía ser uno de los actores principales y se ha convertido, por decisión propia, en un simple figurante. Su actitud desde el minuto uno ha sido la de esperar a que una suerte del destino le permita seguir siendo presidente, sin hacer absolutamente nada.
  • Pedro Sánchez: algunos pensaban que después del 20 de diciembre su papel iba a ser el de actor secundario, pero gracias a su valentía se ha convertido en el actor principal, ha permitido que empiece a correr el reloj de la democracia. De otra forma seguiríamos con un Gobierno en funciones indefinidamente. Ha decidido hacer frente al nuevo escenario político, asumir que hay que gestionar las nuevas aritméticas que han llegado para quedarse, intentado formar el único Gobierno posible en esta situación: un Gobierno apoyado por tres de las cuatro fuerzas con más representación. En definitiva, ha demostrado que es el mejor perfil para gestionar la nueva realidad política.
  • Pablo Iglesias: da la impresión que le ha costado encajar en su nuevo rol de diputado en el Congreso de los Diputados. Los primeros gestos eran más propios de una tertulia televisiva que de un político con espacio en la principal Cámara de representación ciudadana. Sus declaraciones hacían entender que no quería que hubiera Gobierno, aunque dijera lo contrario. Con el tiempo ha ido asumiendo su situación, rebajando el tono y los gestos. El tiempo nos demostrará si este cambio era real o solo buscaba frenar la pérdida de votos que detectaban las distintas encuestas.
  • Albert Rivera: es justo reconocer que, en un principio, ha asumido bien su papel en el nuevo parlamento como un actor imprescindible para la constitución de un nuevo Gobierno, algo que le ha reportado un previsible aumento en el número de votos en unas hipotéticas nuevas elecciones. Al contrario que Pablo Iglesias, el tiempo y los acontecimientos han endurecido su posición, convirtiéndose a día de hoy en la posible causa de unas nuevas elecciones al poner vetos y no querer entender que, igual que las izquierdas solas no suman para que haya Gobierno, Ciudadanos más el PSOE tampoco suman por sí solos para que haya una mayoría. Igual que a Pablo Iglesias se le acusaba en un principio de querer ir a elecciones, ahora, viendo la actitud de Rivera, se podría decir lo mismo.
  • Alberto Garzón: que durante algunos momentos de la película consiguió colocarse en el foco de la cámara, actuando como el buscador de consensos entre la izquierda, actitud que le ha reportado un posible aumento de votos. Sin embargo, puede ser también el responsable de la muerte de una organización con muchos años de historia, como es Izquierda Unida. Si sucumbe ante los cantos de sirena que le llegan de Podemos para su integración en la organización morada, podría sufrir las consecuencias, ya que no se lo perdonarían muchos militantes comunistas.