Intelectuales sin fronteras

Intelectuales sin fronteras

La publicación de la lista de los 50 intelectuales iberoamericanos más influyentes de ha vuelto a generar polémica. Y digo afortunadamente porque demuestra que sigue habiendo interés por una cuestión muy alejada de los focos mediáticos: quiénes son los que se dedican a pensar y a que sus ideas trasciendan al resto de la sociedad.

Afortunadamente, la publicación de la lista de los 50 intelectuales iberoamericanos más influyentes de esglobal ha vuelto a generar polémica. Y digo afortunadamente porque demuestra que sigue habiendo interés por una cuestión muy alejada de los focos mediáticos: quiénes son los que se dedican a pensar y a que sus ideas trasciendan al resto de la sociedad.

En la lista de 2014 hay algunos clásicos, nombres que ya figuraron en ediciones anteriores, como Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano, Enrique Krauze o Fernando Henrique Cardoso, que además responden al patrón de lo que tradicionalmente se entiende por intelectual público; hay varios académicos y políticos (o expolíticos), como Alicia Bárcena o Carlos Mesa; hay economistas de muy diverso corte, como Rebeca Grynspan, Moisés Naím o Javier Santiso; y hay figuras completamente nuevas procedentes de disciplinas también nuevas -al menos en este ejercicio- como el Papa Francisco, el dibujante Andrés Rábago "El Roto" o Tíscar Lara, especialista en comunicación digital.

La lista se ha elaborado a partir de los nombres propuestos por un nutrido grupo de colaboradores y expertos y luego se ha sometido al juicio de un comité de selección. Los criterios han sido tan sencillos como abiertos (incluso ambiguos): personas vivas y activas en su disciplina, que desempeñen al menos parte de su tarea en español o portugués y que tengan influencia en el entorno iberoamericano o internacional.

Parece mentira que un tema en teoría tan sesudo genere debates casi pasionales. Uno de los puntos favoritos de discusión -entre los propios lectores, en comentarios personales o en referencias de prensa- tiene que ver con la idoneidad de algunos personajes para figurar en la lista. Esto muchas veces va ligado a posiciones ideológicas; resulta inevitable en una región en la que reflexión e ideología han ido a menudo de la mano. Incluso en estos tiempos en los que el supuesto declive de la izquierda en Europa parece haber diluido su peso, el mundo del pensamiento iberoamericano sigue siendo heredero de dicha tradición.

Otras veces, la conversación sobre si tal o cual debería figurar, o no, se basa en la propia actividad del cuestionado. Y eso tiene que ver con la definición de qué es realmente un intelectual en el siglo XXI. Es cierto que no es lo mismo un intelectual que un activista, por muy influyente que este sea; que no todos los políticos con labia y buena oratoria -habilidad frecuente en América y que en España se estaba perdiendo, aunque tal vez estemos asistiendo a su resurrección- son intelectuales; y que la influencia está abierta a muchos otros campos -la ciencia, la música, las artes...- que no han tenido cabida en la selección.

No cabe duda de que las formas y el acceso al debate han cambiado y que el punto de partida de muchos intelectuales de hoy en día no son las aulas, ni los centros de pensamiento, ni las tribunas parlamentarias. Desde que se presentó la primera lista de los 50 pensadores iberoamericanos, en 2008, ha figurado en ella la cubana Yoani Sánchez, que a partir de un blog, ha ido generando una corriente de reflexión tanto sobre la acción política y ciudadana como sobre la vinculación entre tecnología y disidencia. Sus detractores apelan a que no tiene ningún peso dentro de la propia Cuba.... Es lo que tienen las dictaduras.

Por último, lo que casi genera más peleas dialécticas es la cuestión nacional: cuántos representantes hay de cada país. Es a menudo lo que más se destaca en las respectivas prensas nacionales, y lo que más se cuestiona si se considera que una determinada nacionalidad está infrarrepresentada. Lo interesante para los que hacemos la lista es que ese debate es posible, precisamente, gracias a que hablamos de personas que piensan, y lo cuentan, en español y en portugués, las dos lenguas mayoritarias en el continente americano, al sur de Estados Unidos... y cada vez más también allí dentro. Toda una riqueza cuyo peso aún no se corresponde con la influencia real que podría o debería tener en el debate global. De ahí que uno de los objetivos de este ejercicio sea dar más visibilidad a todos aquellos que tienen la capacidad para aportar una visión diferente a dicho debate.

Sabemos en cualquier caso que la lista es discutible e incompleta. Por eso hemos invitado a nuestros lectores a contarnos, en el espacio de comentarios, qué otros nombres incluirían ellos. Con todas sus aportaciones publicaremos una lista paralela. Todavía están a tiempo de añadir sus favoritos. ¿Se animan?