¿A quién le da miedo hablar de las armas de fuego? A Trump

¿A quién le da miedo hablar de las armas de fuego? A Trump

No quiere hablar de ello porque no tiene ningún argumento convincente.

Una mujer se seca las lágrimas durante una misa en homenaje a las víctimas del tiroteo en Las Vegas, Nevada (EE UU), el 5 de octubre de 2017.REUTERS/Chris Wattie

El pasado lunes 2 de octubre, en respuesta a la tragedia de Las Vegas, el presidente Trump publicó un tuit "presidencial" y después hizo unas declaraciones que solo tuvo que leer ante la cámara. No hizo ni una sola mención a las armas. Días después, a una pregunta sobre la violencia que existe en los Estados Unidos con las armas de fuego, dijo: "Hoy no vamos a hablar de eso".

En un principio, me pilló por sorpresa, ya que el presidente Trump suele ser muy amigo de decir lo primero que se le viene a la mente acerca de cualquier tema, ya sea sobre Meryl Streep, sobre el programa Fox & Friends o sobre las crisis que afrontan algunos alcaldes. Pero luego lo pensé dos veces y me di cuenta de que a Trump le da miedo hablar de armas porque es perfectamente consciente de que el tiroteo perpetrado en Las Vegas es el ejemplo perfecto para ilustrar por qué la Asociación Nacional del Rifle de los Estados Unidos (NRA en inglés) está muy equivocada en cuanto a las armas.

El principal argumento de la NRA es que, cuantas más armas haya, más seguro será el mundo porque los "buenos" con armas protegerán a los demás contra los "malos". Esta idea de los "buenos" con armas permite que el presidente y la NRA mantengan el mismo discurso sobre los tiroteos en masa, que "son culpa de las zonas libres de armas". Según Donald Trump y la NRA, los tiroteos en masa se producen en lugares en los que está prohibido portar armas (como los colegios y los cines), todo ello como estrategia para sacar partido de su afirmación de que las personas se encuentran desprotegidas.

Cuando formaba parte del equipo de investigación de Everytown for Gun Safety, una organización sin ánimo de lucro que lucha por un país libre de armas, estudié si los innumerables tiroteos en masa se producían en lugares donde estaban prohibidas las armas y lo que descubrí es que intentar estudiar los tiroteos desde esa perspectiva carece de todo sentido. Esos tiroteos se producen independientemente de si las personas afectadas tienen armas, y muchos de ellos ocurren en hogares, donde no hay restricciones.

Para basar sus afirmaciones, la NRA casi siempre cita al conspiranoico "investigador" John Lott, que limita su definición de "tiroteo" a aquellos que se producen fuera de casa y sin actividad criminal mediante. Una perspectiva como la anterior resulta ofensiva, ya que descarta los que se producen en el ámbito doméstico, una falta de respeto para las innumerables mujeres y los niños que figuran en las estadísticas. El estudio en el que colaboré muestra que los familiares suponen el 57% de las víctimas totales de los tiroteos domésticos, 64% de las cuales son mujeres y niños (en contraste con el 15% de mujeres y el 7% de niños asesinados en la estadística de tiroteos totales).

Más armas letales no significa salvar más vidas. Al contrario, ponen en peligro a más gente.

Ya de forma muy personal, sé que el argumento a favor de las armas es ridículo. Nunca olvidaré el 11 de septiembre de 2012. Mi mejor amigo cumplía 21 años y fuimos con nuestro grupo desde la Universidad Vanderbilt hasta East Nashville para asistir a nuestra fiesta favorita de la semana, el Motown Mondays en Five Spots.

Aparcamos junto a mi restaurante de burritos favorito (un sitio en el que, además, según la legislación de Tennessee, está permitido tener armas de fuego en el coche). En cuanto salimos del coche, apareció un hombre por detrás y nos apuntó con una pistola a los cinco. Paralizados, le dimos nuestras pertenencias y salió corriendo. No dejo de revivir este momento una y otra vez en mi mente y sé que, si alguno de nosotros hubiera tenido una pistola, solo habría complicado más la situación. De modo que mi experiencia personal coincide con los datos de la investigación de David Hemenway, de Harvard.

Más armas letales no significa salvar más vidas. Al contrario, ponen en peligro a más gente. Ahora mismo, Donald Trump no quiere hablar de armas porque no tiene ningún argumento convincente para ampliar los espacios con armas permitidas si se basa en lo sucedido en Las Vegas. De haber habido más armas en ese lugar, tampoco habrían podido detener a ese hombre, inalcanzable desde lo alto de una torre. Restringir mediante leyes la entrada de armas a lugares como ese sí que habría podido salvar muchas vidas. No me refiero solo a incorporar verificaciones de antecedentes para todo el que quiera llevar armas, sino de pensar en nuevas formas de impedir que gente peligrosa como esa tenga derecho a llevar armas, como aplicar prohibiciones ante la más mínima señal de alerta (algo que ya se hace en seis estados, Oregón el último en adherirse) o llevar a cabo un registro universal para que las autoridades sepan en todo momento quién tiene armas y dónde.

Sigo consternado y horrorizado por lo que sucedió en Las Vegas, pero este no es el momento de fingir que las armas de fuego no han desempeñado un trágico papel en la historia moderna de los Estados Unidos. Es un asunto urgente de seguridad pública y no podemos desperdiciar ni un segundo esperando a que Donald Trump hable, tome una decisión o retome el debate político.

Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.