Ocho motivos para empezar a ignorar lo que piensan sobre ti

Ocho motivos para empezar a ignorar lo que piensan sobre ti

"Intenta pasar de todo. Eso te hará más fuerte".

Un viernes por la noche hace poco, mi marido y yo estábamos devorando unos nachos y haciendo una maratón de Netflix, concretamente de la serie GLOW. Va sobre un director en horas bajas que decide montar un programa de televisión sobre lucha libre femenina. En un momento determinado, habla con una de las mujeres, que está demasiado preocupada por lo que pensarán los demás de ella. El consejo que le da es tan divertido como sensato: "Intenta pasar de todo. Eso te hará más fuerte".

No lo dice enfadado ni en un tono agresivo. Tampoco tiene una intención moralista ni lo tenía planeado. Lo dice de forma auténtica y desde la experiencia. Es incluso un poco compasivo. Se trata de sobrevivir y desconectar de lo que piensa el resto del mundo de ti o de lo que crees que piensan de ti.

Desde que vimos ese episodio con los nachos, he pensado a menudo en ese consejo multifuncional. Yo también lo he dado. Cuando una amiga cercana estaba preocupada por un cotilleo en el trabajo, le dije: "Intenta pasar de todo. Eso te hará más fuerte". Cuando una clienta se sintió avergonzada porque unos vecinos habían descubierto sus problemas matrimoniales, le dije: "Intenta pasar de todo. Eso te hará más fuerte".

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En ambos casos entendieron la intención de mi consejo. Liberar. Recuperar el control. Encontrar la mejor perspectiva.

Está claro que todo el mundo tiene que preocuparse por un montón de cosas. El consejo no debe servir de excusa para convertirse en un idiota prepotente, sino que debe entenderse como una forma de protegerse de los idiotas prepotentes que hay por ahí sueltos. Si alguna vez sientes que derrochas demasiado tiempo, esfuerzo y carga emocional preocupándote por lo que piensan los demás (o preocupándote, sin más), tómate un tiempo para leer estos ocho motivos para empezar a ignorar lo que piensan los demás sobre ti:

Así, realizarás hazañas tales como mantener una conversación entera sin mirar el teléfono y sin preocuparte por si estás pasando por alto algún mensaje o algún correo electrónico.

Reducir tu carga de preocupaciones también reduce los niveles de cortisol en el organismo y el riesgo de sufrir una multitud de problemas médicos, desde la hipertensión hasta las cardiopatías.

Preocuparte por lo que piensan los demás restringe tus opiniones, elecciones y comportamientos. Te aprisiona. Cuando te da igual lo que piensan los demás de ti, también aprendes a dejar el pasado atrás. Cuando algún compañero de trabajo o familiar diga algo desagradable, ya no te pasarás horas (o años) dándole vueltas a lo sucedido. En lugar de eso, dejarás sitio para nuevas experiencias.

En lugar de esforzarte tanto en subir a tus redes una foto perfectamente editada de tus hijos en los columpios o del magnífico capuchino que te vas a tomar, empezarás a disfrutar de esos momentos conforme ocurran. Cuando dejas de ser un esclavo de los "Me gusta" o de los pulgares hacia arriba, te das cuenta de que el mundo virtual es un pésimo sustituto del mundo real y recuperas tu vida privada.

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Cuando puedes pensar, sentir y actuar con libertad, te conviertes en una persona realizada, vuelves a ser tú. Además, pasas a ser una persona mucho más interesante, tanto para ti como para quienes te importan.

Podrás leer noticias por Internet sin tirar horas a la basura buscando comentarios de otras personas que apoyen tu punto de vista o discutiendo con desconocidos. Ya no te sentirás presionado para pasar tiempo con gente que te agota o de la que, en el fondo, no te interesa rodearte.

Si no quieres que tus hijos sufran ansiedad, tengan problemas de imagen personal o se preocupen demasiado por lo que piensan los demás sobre ellos, dales ejemplo. Los niños hacen lo que ven.

Cuando pones en orden tus prioridades y piensas más en tu pareja que en las demás personas, la relación se vuelve más fuerte, apasionada y divertida. Descubriréis vuestra identidad de pareja en vez de intentar mantener las apariencias y ceñiros a ellas.

A todas horas se nos bombardea con información sobre que deberíamos preocuparnos más por los demás, por nosotros mismos, por el medio ambiente, por lo que ocurre en el mundo... Todo eso es completamente cierto, pero también es verdad que preocuparnos menos es importante para vivir.

Si le dedicas un tiempo a pensar en las cosas por las que tienes que preocuparte más y aquellas por las que tienes que preocuparte menos, quizá des con el equilibrio que necesitas para que tu día a día sea un poco mejor.

Si te ha gustado, puedes leer más en DebraMacleod.com (en inglés).

Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Canadá y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.