Nueve meses para soñar

Nueve meses para soñar

El embarazo parece un momento particularmente favorable para trabajar, a través de los sueños, la relación con los propios padres y las carencias afectivas de la infancia, para revisar nuestra historia personal, así como aquellas cuestiones estancadas y patrones caducos que no nos permiten seguir avanzando y desarrollar un camino suficientemente feliz y sereno.

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Foto: ISTOCK

"Yo soy mi abuela", me dijo Anna, una vecina del barrio con la que charlaba un día. Según me contó, aunque no la había conocido porque murió antes de que ella naciera, toda su familia decía que guardaban un gran parecido, así que tenían la teoría de que era su reencarnación. Además, cuando su madre estaba embarazada de Anna, la abuela aparecía repetidamente en sus sueños. Al contarme este detalle, tal como le expliqué, me recordó una creencia que, aunque a muchos pueda parecer curiosa en nuestra cultura, es fundamental en otras sociedades: los Tlingit, por ejemplo, una comunidad nativa de la costa noroeste de Norteamérica, defienden abiertamente que si una mujer embarazada sueña con un ancestro que murió hace un tiempo, esto significa que su alma está entrando en el bebé que lleva dentro.

No es difícil encontrar sociedades en las que los sueños de las mujeres embarazadas son escuchados atentamente. Sabemos que en Corea del Sur, por ejemplo, existe la tradición de compartirlos para, entre otros motivos, predecir el sexo del bebé teniendo en cuenta las características de los elementos que aparecen en ellos ya que, culturalmente, algunos símbolos tienen una connotación femenina mientras que otros se asocian más a una energía masculina.

Los hombres también se quedan embarazados

En cualquier caso, y sea cuales sean nuestras creencias, parece interesante atender a los sueños que llegan durante una gestación por diversos motivos. Tanto los de la mujer como los del hombre. Intuitivamente, mi mujer y yo estuvimos especialmente atentos a nuestros sueños a lo largo de sus dos embarazos. Gracias a mantener esta atención, ambos pudimos tener distintas experiencias oníricas, realmente emocionantes, cuyas consecuencias aún nos acompañan. Una noche, por ejemplo, tuve uno de los sueños más bellos que recuerdo: estaba paseando por la calle cuando, de pronto, escuché la voz de un hombre que dijo: "¡Y ahora voy a dedicar una canción a Júnia!". En un primer momento, me sorprendió pero, acto seguido, entendí que estaba soñando y, lúcido y emocionado, me dispuse a escuchar la canción, sentándome entre las personas que le rodeaban. El cantautor onírico, vestido de blanco, repartió papeles con la letra de la canción, para que pudiéramos leerla mientras él la interpretaba. Al despertar, la recordaba perfectamente, así que la grabé con mi guitarra a la espera de cantársela a nuestra hija Júnia cuando ya estuviera con nosotros. Algo que aún hago cada cierto tiempo.

Como hace años destacaba la neuropsiquiatra Louann Brizendine, los hombres responden a la química del embarazo inhibiendo la producción de testosterona, como reacción a las feromonas que emite la madre a través de su piel. Estos cambios hormonales son la causa del síndrome de Couvade, o embarazo empático, responsable de que, por ejemplo, algunos hombres engorden (hasta que llega el día del parto) o que seamos más sensibles al llanto de un bebé. Yo he conocido a más de un hombre que ha soñado que era él quien, literalmente, se quedaba embarazado y es que, aunque pueda parecer menos evidente que en el caso de las mujeres, el nuevo escenario también afecta al papá de distintas formas. Entre otras, aumentando la intensidad de sus sueños. Y, aunque algunos de estos puedan ser realmente agradables, también hay muchos que responden a las inquietudes propias de esta nueva etapa. Recuerdo una ocasión en que un hombre llamó a un programa de radio, en el que yo colaboraba regularmente, para contar un sueño en el que la hija que esperaba nacía con todos los dientes y eso le provocaba mucha angustia. Expliqué a los oyentes que un sueño como éste puede estar expresando la preocupación por la salud de la niña. Pero la imagen de un bebé con dientes también nos recuerda que, por mucho que lo deseemos, el recién nacido no deja de ser algo parecido a una amenaza, ya que su llegada nos sacará de nuestra zona de confort y nos colocará en un lugar muy distinto al que estábamos antes del nacimiento.

Las preguntas que se hace el futuro padre son muchas (aunque, a veces, no sean demasiado conscientes) y se expresan, de una manera u otra, en sus sueños. ¿Estará el bebé sano? ¿Podré proveer económica y emocionalmente a la familia? A medida que el embarazo avanza, no es extraño que en los sueños aparezca repetidamente el padre del soñador, en lo que parece una invitación del inconsciente para que el hombre resuelva los asuntos pendientes en la relación con su antecesor y evalúe sus propias capacidades como padre. También puede tener sueños cuya emoción predominante es la de sentirse rechazado y que responden al temor a que cuando nazca el bebé el soñador quede en un segundo plano para su mujer. Y es que, sin duda, la nueva realidad implicará muchos cambios. Los sueños nos están acompañando para que nos preparemos y ganemos claridad respecto a estas cuestiones, antes de que se incorpore una persona más a la familia.

Pero, evidentemente, los sueños a lo largo del embarazo son especialmente significativos para la mujer. He podido acompañar en mi consulta, en distintas ocasiones, a mujeres embarazadas que me contaban sueños que las preocupaban enormentemente. Entender que estos forman parte de un proceso natural ayuda a las mujeres a no inquietarse innecesariamente, algo conveniente en unos meses tan intensos.

Un proceso común

Diversos estudios han constatado que, durante la gestación, las mujeres suelen recordar más facilmente sus sueños, que son más intensos, vívidos, ricos en detalles y que, a menudo, acaban convirtiéndose en pesadillas. Puede haber distintas razones que expliquen esta tendencia: los cambios hormonales que afectan a la bioquímica corporal, los nuevos e irregulares patrones de sueño... pero también el tsunami emocional que supone un embarazo. Esto es especialmente así en los tiempos que corren, en que muchas mujeres se esfuerzan para desarrollar una carrera profesional, ejercer como madres y como parejas, y pretenden hacerlo todo de manera impecable. Desde esta perspectiva, un embarazo puede experimentarse como todo un reto.

Siempre que hablamos de sueños, conviene recordar que éstos tienen que ver con la situación personal de cada soñadora. De todos modos, los sueños de gestación muestran una serie de características comunes. Aunque estas peculiaridades que comentaré pueden darse en cualquier momento del embarazo, muchas de ellas tienden a ocurrir con mayor frecuencia en alguno de los tres trimestres. En cualquier caso, estas experiencias oníricas no indican que haya algún problema en el embarazo.

Empieza la aventura

Emocionalmente hablando, el primer trimestre es realmente intenso y esto se refleja en los sueños. Si es el primer embarazo, éstos pueden referirse particularmente a los cambios corporales que experimentará la gestante. Es habitual que aparezcan referencias arquitectónicas (habitaciones, túneles, etc.) que podrían referirse simbolicamente a estos cambios, al hogar fetal (el útero) o al canal del parto.

También son frecuentes las referencias al feto y éste aparece de manera metafórica, con imágenes de animales acuáticos (pequeños peces, renacuajos...), de pequeños mamíferos (gatitos, perritos, conejos...) o, incluso, simbolizado por pequeños objetos. La mujer puede sentirse en una situación vulnerable y esto puede implicar la presencia de intrusos o ladrones en sus sueños. Las pesadillas en que aparece sangre o se producen caídas, ahogos, etc. también son habituales y pueden estar expresando, simplemente, el temor de la futura madre a perder a su bebé.

Otros símbolos que aparecen recurrentemente en esta fase son plantas y flores (una buena forma de referirse a la fertilidad) o el agua, quizás como símbolo del líquido amniótico en el que el bebé está suspendido o, incluso y como sostiene la Dra. Angel Morgan, para referirse a la madre de la gestante. En función de como aparezca ese agua, la soñadora puede valorar en qué punto se encuentra la relación con su propia madre. Alguien que, de todos modos, podría tomar un protagonismo más evidente en el segundo trimestre.

¿Estoy preparada?

Una mujer embarazada puede estar evaluando su capacidad para asumir el nuevo rol inminente. Dado que su madre es su mayor referente en este sentido, y quizás también porque resolver los asuntos pendientes con la propia madre ayudará a encarar la crianza, ésta aparece frecuentemente en los sueños. A veces colaborando, a veces dificultando las cosas.

Y es que es un momento en el que pueden tomar fuerza en la mujer las dudas acerca de su aptitud para afrontar la nueva situación. Así, muchos sueños pueden referirse a conflictos sin resolver del pasado, como si la invitaran a hacer balance y poner orden. Probablemente, esta es la razón de que, también de forma más común en este trimestre, las mujeres reciban en sueños la visita de antiguas parejas sentimentales. De hecho, las mujeres también sueñan que sus parejas tienen aventuras amorosas, quizás porque les preocupa que el nuevo escenario afecte negativamente a la relación. Tengamos en cuenta que algunas mujeres temen que los cambios que experimenta su cuerpo puedan quitarles atractivo.

Precisamente en relación a esto, podemos interpretar la aparición de coches y otros vehículos, o casas amplias, como símbolos que representan efectivamente este cuerpo cambiante de la mujer. Y si en el primer trimestre eran más habituales los animales, ahora aparecen más bebés y niños. Especialmente a partir del sexto mes, que es cuando la madre empieza a notar claramente los movimientos del bebé y se le hace más evidente que esto va en serio.

La recta final

Las preocupaciones pueden ser especialmente intensas en este último tramo, especialmente si se trata de un primer embarazo. Quizás estén relacionadas con el parto, pero también con el cambio que sufrirá la relación de la pareja, con la salud del bebé o con los retos relativos a la crianza que la mujer intuye. Pueden darse sueños en que se encuentra perdida o incluso otros en que no encuentra al bebé.

Éste puede aparecer en sueños representado, sorprendentemente, por grandes animales (leones, grandes simios...). A veces se presenta como un ser humano, pero con unas características físicas inusuales para su corta edad (con más peso de lo normal, por ejemplo) o una extraña capacidad para hablar o caminar. Las referencias al cuerpo sugieren el cambio de peso (quizás aparezca simbolizado por grandes edificios, por ejemplo), y es fácil que, en los sueños, se cargue con objetos pesados o se lleve "exceso de equipaje".

Como si el inconsciente estuviera haciendo parte del trabajo, parece preparar a la mujer para la experiencia del parto. Por un lado, con expresiones naturales de alta intensidad (erupciones, terremotos...), por otro, sorprendiendo a la futura madre con un parto casi mágico en el que el bebé nace con una facilidad extrema. Y es que, como vemos, no todos los sueños característicos del embarazo son desagradables. Muchos de éstos son luminosos, estimulantes y alentadores. En algunos, los padres pueden tener incluso experiencias emocionantes como, por ejemplo, recibir el nombre que finalmente acabarán poniendo a su bebé.

Compartir los sueños es dar a luz una nueva etapa

El embarazo parece un momento particularmente favorable para trabajar, a través de los sueños, la relación con los propios padres y las carencias afectivas de la infancia, para revisar nuestra historia personal, así como aquellas cuestiones estancadas y patrones caducos que no nos permiten seguir avanzando y desarrollar un camino suficientemente feliz y sereno. En el primer embarazo la identidad de los futuros padres experimenta un cambio profundo. Aprovechar esta circunstancia -y los primeros años de crianza- para explorar estas cuestiones, ayudará a que las siguientes gestaciones sean más tranquilas (y los sueños se expresarán en consonancia).

Algunos estudios sugieren que, cuando una mujer está embarazada, no suele mostrar sus sentimientos abiertamente, si los vive como confusos y contradictorios. Por ejemplo, aunque en ocasiones puede sentirse realmente triste o preocupada, quizás presuponga por una expectativa social que, en su situación, sólo debería sentirse feliz. Los sueños, que no entienden de convencionalismos, expresarán esas tensiones naturales claramente y es muy interesante constatar cómo, algunas mujeres que se resisten a reconocer sus sentimientos, se sienten liberadas cuando lo hacen indirectamente al compartir sueños en los que han sentido miedo, angustia o una profunda tristeza.

Compartirlos también con la pareja puede ser una magnífica manera de fortalecer el vínculo entre ambos y, al permitir la expresión de tensiones internas, esto ayuda a que disminuyan las pesadillas y genera un estado de mayor tranquilidad. Sin duda, encarar el parto de forma relajada, y con más complicidad entre ambos, puede ser una excelente manera de dar la bienvenida a este mundo al bebé de vuestros sueños.

Sobre el autor: Jordi Borràs García es psicólogo, asesor de DreamsCloud, fundador de la plataforma Mondesomnis para la divulgación y estudio de los sueños, y miembro de la actual junta directiva en la "International Association for the Study of Dreams".

Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post'