Piel trémula

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El primer LP de Cigarettes after sex; la evolución del sonido LCD Soundsystem en American dream; el talento vocal exhibido por Rag'n'Bone Man; John Maus bajo el influjo de sus Screen memories; el regreso de artistas y grupos de la talla de Kendrick Lamar, The XX, Lana del Rey, Ed is dead o Lorde. Durante estas semanas no sería descabellado encontrar a cualquiera de ellos en las listas de los mejores discos de año. Y entre estos nombres y otros tantos cualquiera de la cosecha se podría alzar con el galardón de ser considerado el número uno. Claro... si este año no fuera 2017 y Arca no hubiese lanzado al mercado su tercer disco de titulo homónimo.

El venezolano Alejandro Ghersi ha aportado su sensibilidad electrónica al trabajo de Bjork, Kanye West o Frank Ocean. Además bajo el pseudónimo de Arca había publicado dos discos: Xen, donde crea texturas sonoras que marcan el devenir de la electrónica avanzada, y Mutant, en el que afianza esa vanguardia experimental, añadiendo una vertiente más agresiva; germen creativo de la transgresión definitiva a su siguiente proyecto.

Arca nos sumerge en un mundo deformado, disonante y vanguardista, en el que nos movemos como si se tratase de un cuarto oscuro de misteriosos silencios, grotesco, e incluso dañoso

Nada mejor que la presentación que hace el autor de su último disco para esbozar a qué nos enfrentamos. 'Aquí está mi voz y todas mis entrañas: no duden en juzgarlo. Es como una corrida de toros: estás viendo violencia emocional por placer. Así que este es un personaje que, casi como una burla, es incómodamente profundo en su auto-mutilación. ¿Quieres gore? Aquí hay gore'

Arca (XL Recordings) nos sumerge en un mundo deformado, disonante y vanguardista, en el que nos movemos como si se tratase de un cuarto oscuro de misteriosos silencios, grotesco, e incluso dañoso. Usando su voz por primera vez -como le sugirió Bjork-, Arca imita la tesitura y la extensión vocal de un cantante lírico, haciendo gala de una extrema fragilidad, articulada por el estratificado ruido industrial de sus trabajos anteriores. Las composiciones suenan al canto del cisne, a algo que está sangrando y a punto de morir. 'A solas te sané/Las heridas de las guerras que has luchado'.

Alejandro en la piel de Arca se cree desde la primera línea hasta la última del guion de su personaje. Una acrobacia interpretativa que recuerda al binomio Bowie-Stardust. En este caso parece como si el artista se hubiera cansado de gastar energía en esconder quién es, y celebrase su nuevo yo a través de un álter ego radical. Como apuntaba Oscar Wilde, 'dale una máscara al hombre y os dirá la verdad'.

Los zancos de fauno robótico, la andrajosa chaqueta de matador o el monstruoso dildo que luce en Reverie surgen de la colaboración con la otra arista de este proyecto. Jesse Kanda es el autor de esta catarsis grabada en un único plano secuencia, cercano al videoarte. La idea principal que mueve la obra de Kanda es presentar cosas desagradables como algo bello. Así da vida al imaginario visual de Arca, que engloba los vídeos, las portadas de los álbumes y proyectos en vivo.

Contrario a la imagen popular de un artista de la electrónica al que a veces no le ponemos rostro, escondido detrás de las texturas sonoras, Ghersi en la piel de Arca es la gran estrella de su espectáculo.

El álbum abre con Arca insinuando la cadencia de una canción de cuna -'quítame la piel de ayer'-, cantando con un exquisito aplomo al tiempo que la distorsión de ritmos deja paso a una melodía decadente y romántica. Piel es un artefacto eclesiástico y sobrenatural.

La misma letra está presente a modo de himno final en la inquietante Saunter, antesala de la belleza inquisidora de Urchin, que desagua en el torrente Reverie -ámame otra vez/si te atreves-. Un tridente secuenciado de manera brillante.

Tras los latigazos deWhip, la sorprendenteDesafío eleva a cotas de compasión religiosa al pop trash reciclable. Redención + piedad para que el espectador comulgue del sentimiento humano. Al estilo de las pinturas de su admirado Francis Bacon, Ghersi está más enfocado en mostrar el grito que el horror.

Alejandro ha construido una estructura sónica -no apta para todos los paladares- que envuelve al espectador en una amalgama de tejidos oscuros y vertiginosa experimentación contemporánea. Un impúdico reto donde el protagonista se deja la piel a tiras como nunca antes se había visto.

Hace unos meses el propio autor comentaba la fascinación por el cruising en el cementerio de Abney Park (entrevista The Guardian). Su tercer disco tiene la profundidad de esas miradas furtivas que se lanzan en las zonas de cruising, y que sólo pueden significar 'quiero follarte o voy a matarte'. Arca es el proyecto artístico del año.

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