Videojuegos difíciles para sacarte de quicio hasta romper el mando

Videojuegos difíciles para sacarte de quicio hasta romper el mando

Esta semana llega a las tiendas Dark Souls 2, que es un mata-jugadores capaz de frustrar hasta al más experto. Por suerte los sufridores seguimos teniendo en quién confiar aunque con ello tengamos que renovar los mandos de vez en cuando.

DARK SOULS 2/BANDAI NAMCO

Esta semana llega a las tiendas Dark Souls 2, un videojuego que pone toda la carne en el asador en cuanto a dificultad, es decir, que es un mata-jugadores capaz de frustrar hasta al más experto. Bandai Namco corre a cargo de la distribución de este título de From Software, un estudio de desarrollo japonés que se ha ganado a pulso el respeto de los masoquistas en una era en la que la simplificación es el común denominador.

Lo que ofrece Dark Souls 2 es totalmente opuesto a lo que se busca actualmente en los juegos. Ni es fácil, ni es accesible ni es corto. Olvídate de las escenas espectaculares, de las explosiones y de las palomitas; aquí lo que se lleva es morir una y otra vez. Cruzar una esquina y caer preso de la embestida sorpresa de un solo enemigo. El paso en falso se paga caro y cada muerte se sufre. Tendrás que dedicarle horas para avanzar.

Algunos hasta han roto mandos por la frustración (consejos para evitarlo por aquí). Sus creadores tienen hasta una web para contabilizar las muertes acumuladas por los jugadores y llevan tres millones en menos de una semana. Lo que ha hecho grande a Dark Souls 2 es precisamente esa dificultad endiablada que muchos jugadores echan de menos en los juegos actuales. Antaño, en las dos dimensiones, todo era más difícil.

Basta echar la vista atrás para recordar un clásico de las 2D comoNinja Gaiden de Tecmo, que nos ponía en la piel del ninja Ryu Hayabusha en una misión donde los saltos imprecisos se pagan con la vida. Es de esos juegos donde necesitas saber el segundo exacto para pulsar el botón y superar al enemigo de un salto. Una milésima de más y el golpe te arroja al vacío por un precipicio.

En esta misma línea entra Contra de Konami, un juego de disparos laterales con modo para dos jugadores y músicas con tono psicodélico de las de antes. Como clásico de la NES que es, este título nacido a finales de los ochenta bebe de filmes de acción como RAMBO poniéndonos en la piel de un escuadrón de soldados que lucha contra una doble amenaza recurrente: terroristas más extraterrestres.

En la casa de Super Mario también encontramos algún caso de dificultad extrema. Eso sí, tenemos que viajar al pasado, concretamente hasta 1986, para encontrar Super Mario BROS. The Lost Levels, juego con una historia peculiar. Llegó a Japón como Super Mario BROS. 2, y Nintendo descartó lanzarlo en Europa y EEUU porque era demasiado difícil. Pobres dedos occidentales...

Fuera de Japón se comercializó un juego con el mismo nombre, pero que resultaba ser un refrito de otro título que en origen nada tenía que ver con Super Mario. Los diseñadores de Nintendo tomaron el juego japonés Doki Doki Panic y cambiaron sus anodinos personajes por Mario, Peach, Luigi y Toad. Problema resuelto. El auténtico Super Mario BROS. 2 se redimió en Europa incluido como extra en la recopilación Super Mario All-Stars.

Otro clasicazo de la dificultad es R-Type, también de finales de los ochenta como Contray ahora repescado en iPad, un mata-marcianos de los de disparar desde una nave con avance lateral, de esos que creaban mitos en los salones recreativos cuando alguien conseguía completar algunos niveles sin morir para convertirse en la leyenda local de los adolescentes. Solo aquel que conseguía memorizar el camino al detalle era capaz de esquivar las balas para tumbar al jefe. Digno de admirar por los veteranos.

Podríamos seguir enumerando juegos del pasado difíciles hasta quedar exhaustos, admirar el reto que suponía enfrentarse al mando en aquellas décadas y llorar la pérdida de la dificultad en las consolas actuales, pero por suerte propuestas como Dark Souls 2 vienen a recordarnos que los sufridores seguimos teniendo en quién confiar aunque con ello tengamos que renovar los mandos de vez en cuando.