11 años de guerra en Siria: el dolor perpetuo que ya no abre informativos

11 años de guerra en Siria: el dolor perpetuo que ya no abre informativos

Primero fue el levantamiento contra Assad, luego la descomposición y la guerra civil, el yihadismo y el caos. Hoy la contienda mira a Ucrania, para ver cómo le afecta el nuevo frente de Rusia, la amiga de Damasco.

Una niña ante edificios destrozados en el distrito de Jabal ez-Zawiya, en Idlib (Siria), el pasado 13 de marzo. Anadolu Agency via Getty Images

Mientras el mundo observa horrorizado la guerra en Ucrania, el conflicto de Siria entra en su segunda década de guerra civil. 11 malditos años. La contienda, que nació primero con manifestaciones que pedían libertad, se hizo luego contienda abierta, con ejército, rebeldes, guerrillas y yihadistas, y así sigue. Y hoy mira a Europa, para saber cómo le afectará el nuevo frente abierto por Rusia, aliado del régimen de Damasco, que lleva desde 2015 metido hasta las cachas en Siria, protagonizando asedios como los de Alepo o Gouta.

Es complicado imaginar con realismo el alcance del desastre de una guerra y una represión que deja unos 400.000 muertos según los cálculos más templados de la ONU y 610.000 según ONG locales, más 12 millones de desplazados, una revolución secuestrada (ay, la primavera árabe al calor de la que todo nació), y un país dividido. Entre los que han perdido la vida hay 161.000 civiles, de los que más de 25.000 eran niños, dijo este martes en un comunicado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Ahora, tras el avance del ejército del régimen, el presidente Bashar El Assad controla la mayor parte del país, sobre todo en el oeste, pero sigue habiendo zonas rebeldes, donde habitan milicias varias y hasta dispersos grupos yihadistas venidos a menos, que siguen bajo el fuego diario. Hay de todo: fuerzas independientes sirias, kurdas y del Gobierno turco, en el este.

La ONU dice que “la recesión económica sin precedentes” ha dado lugar a “la pérdida de medios de vida, la depreciación de la moneda y el aumento de los precios”. Los problemas relacionados con los servicios básicos, ya de por sí débiles en estos años, se han visto agravados por el coronavirus, que ha provocado un aumento de la pobreza extrema y la inseguridad alimentaria, así como una incapacidad generalizada para satisfacer las necesidades esenciales de los ciudadanos. En este 2022, 1,9 millones de personas más necesitarán asistencia humanitaria.

Los ataques aéreos de Moscú, que desde 2015 interviene en el conflicto sirio en apoyo a Al Asad, causaron casi 8.700 muertos en los últimos años, según datos de la organización. En la actualidad, Damasco también recibe apoyo militar de milicias chiíes iraníes y libanesas, mientras que Turquía ejerce como valedora de la oposición y además sus fuerzas controlan de forma directa algunas áreas sirias cercanas a la frontera entre ambos países.

A lo largo de estos años, intervinieron en el conflicto con bombardeos limitados o armando y entrenando a grupos opuestos a Damasco, Francia, Reino Unido o Estados Unidos, este último todavía lidera allí una coalición internacional de lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico derrotado territorialmente en Siria a principios de 2019.

Un coste humano “desmesurado”

Los 11 años de brutales combates en Siria han provocado “un coste humano desmesurado”, en palabras del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al conmemorar otro trágico aniversario. “Tiene escasos parangones en la historia moderna”, reconoce. No obstante, destaca que “no podemos perder la esperanza” y que “se ha de actuar de inmediato” para ponerle fin de una vez.

Según sus datos, más de 14,6 millones de sirios necesitan ayuda humanitaria, incluidos 5,3 millones de personas que siguen desplazadas dentro del país pese a que los frentes de batalla permanecen prácticamente congelados desde hace un par de años, con la mayor parte del territorio en manos de Damasco.

La provincia noroccidental de Idlib es considerada el último bastión opositor en la nación árabe, concentrando la mayor parte de la violencia esporádica en la actualidad; mientras que el noreste también escapa al control del Gobierno sirio al permanecer en manos de una autoproclamada autoridad autónoma kurda. Es donde peor están las cosas.

Guterres destacó en rueda de prensa que sus habitantes han soportado violaciones de los derechos humanos de forma continua y a gran escala y recordó que la destrucción de infraestructuras básicas durante los combates ha agravado la crisis económica y que millones de desplazados internos y refugiados luchan por sobrevivir en circunstancias especialmente complicadas.

“Debemos mostrar el valor y la determinación de ir más allá de los compromisos teóricos con la paz y hacer todo lo necesario para alcanzar una solución política negociada en línea con la resolución 2254 (2015) del Consejo de Seguridad”, destacó.

En su opinión, esa es la ruta que emprender para lograr una solución que satisfaga las aspiraciones de todos los sirios, cree las condiciones necesarias para el retorno voluntario de los refugiados en condiciones de seguridad y dignidad, contrarreste el terrorismo y respete la soberanía, la integridad territorial y la independencia de Siria.

Al mismo tiempo, solicitó garantizar un mayor acceso humanitario “que sirva para atender las necesidades de la población en todo el país”, ya que las entregas transfronterizas son imprescindibles para atender a los millones de personas necesitadas.

Del mismo modo, pidió al Consejo que renueve en julio la resolución 2585 (2021), que mantendría el flujo de ayuda humanitaria transfronteriza para los sirios, y calificó esa acción como “un imperativo moral y humanitario”.

Por último, demandó una acción conjunta para acabar con la práctica de las detenciones arbitrarias y las desapariciones forzosas de decenas de miles de personas en toda Siria.

“Ha llegado el momento de responder a los llamamientos urgentes de las familias de toda Siria que buscan aclarar la suerte y el paradero de sus seres queridos desaparecidos. Mientras las familias buscan la verdad para sus seres queridos, miles siguen languideciendo en las cárceles en condiciones inimaginables”, apuntó.

“Mi mensaje es claro: no podemos fallar al pueblo sirio. El conflicto ha de cesar. Ha de respetarse el derecho internacional humanitario.  Hago un llamamiento a todas las partes para que participen de forma significativa en el proceso político facilitado por la ONU y pido más apoyo para ampliar la respuesta humanitaria. Debemos elegir la paz”.

En una nota con motivo de este aniversario, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó de que la violencia, los desplazamientos forzosos y la falta de servicios básicos siguen lastrando a los menores en Siria, donde el pasado año unos 900 niños perecieron o resultaron heridos.

“Cerca de 5 millones de niños nacieron en Siria desde 2011, no han conocido nada más allá de la guerra y el conflicto. En muchas partes de Siria continúan viviendo con miedo a la violencia, las minas y los artefactos explosivos remanentes de la guerra”, advirtió el representante de Unicef para la nación, Bo Viktor Nylund.

La ONG Oxfam Intermón considera que la inseguridad alimentaria podría agravarse en Siria a raíz de la invasión rusa a Ucrania, principalmente por su “dependencia de las importaciones de Rusia”, país golpeado con una batería de sanciones internacionales y medidas punitivas en las últimas tres semanas.

La guerra en Ucrania podría exacerbar la escasez de comida y disparar la inflación alimentaria, en momentos en que seis de cada diez personas en Siria no saben cómo obtendrán su próximo almuerzo, explicó hoy Oxfam en un comunicado.

De acuerdo con los resultados de una reciente encuesta realizada por la organización, el 90 % de los sirios solo pueden permitirse comer pan, arroz y, a veces, ciertas verduras, agregó.

De la esperanza al horror

El 15 de marzo de 2011 dieron comienzo las protestas contra varias décadas de hegemonía de los Al Asad en el país, un movimiento que nació bajo el lema prodemocracia “Una Siria sin tiranía”, en línea con revueltas similares entonces en marcha en otros países árabes como Egipto y Túnez como parte de la denominada “Primavera Árabe”.

Las manifestaciones se extendieron rápidamente de la ciudad meridional de Deraa a otras partes del país, donde toparon con la brutal represión de las fuerzas de seguridad sirias hasta que eventualmente, en una fecha sobre la que no hay acuerdo, la situación degeneró en un conflicto armado generalizado.

Algunos sitúan el inicio de la guerra a finales de julio de 2011 con la creación del Ejército Libre Sirio, un movimiento opositor de militares sublevados que se enfrentó a las tropas leales a Al Asad.

Entre 2011 y 2012, comenzaron a surgir varias milicias rebeldes y el Gobierno a asediar y atacar localidades que mostraban su oposición.