Johnny Depp y la justicia

Johnny Depp y la justicia

¿Se apresuró la opinión pública a favorecer a Amber Heard en medio de una incómoda batalla legal?

Johnny Depp.Piroschka Van De Wouw / Reuters

Hace unos días un buen amigo me telefoneó para preguntar mi opinión sobre lo ocurrido con el actor Johnny Depp y la situación de maltrato que sufrió a manos de su exesposa, la también actriz Amber Heard. La noticia se volvió viral la semana pasada y para cuando recibí la llamada ya era motivo de discusión mundial, luego que el diario Daily Mail hiciera públicos un grupo de audios en la que Heard revelara de forma muy directa su comportamiento violento en contra de Depp. “Lamento no haberte dado una buena bofetada en la cara, pero te golpeé, no te di un puñetazo”, insiste la actriz en forma muy detallada. 

 — Mi opinión es que Depp merece ser protegido y socorrido, además que Heard debe responder ante la ley — respondí — ¿Qué otra cosa puedo opinar?

 — Bueno, tienes que admitir que por una vez, los hombres ganamos — me respondió y soltó una risotada — ¿admitirás que tú y todas las feministas estaban equivocadas?

Me quedé sin saber qué contestar. Recordé el rostro amoratado, triste y cansado de Depp en la fotografía que había visto en una de las tantas reseñas que leí sobre el inesperado giro del proceso de divorcio que protagoniza. Me asombró su aspecto desvalido. Y después pensé en que ese es el aspecto de todas las víctimas, en realidad. ¿Cómo alguien puede considerar ese rostro el símbolo de alguna victoria? ¿O la situación que vive parte de alguna retorcida versión de una guerra entre géneros? Me provocó una profunda angustia el mero pensamiento de que la mayoría de las personas que conozco están convencidas, tal y como lo está mi amigo, de que la lucha y los esfuerzos de las organizaciones feministas por brindar apoyo y resguardo a quienes sufren maltrato va más allá de batallas dialécticas en redes sociales, discusiones superficiales sobre el tema o nociones básicas sobre el resguardo de víctimas en situación vulnerable. 

 — ¿En qué estábamos equivocadas exactamente? — le pregunto. 

 — ¿No lo vas a admitir? Culparon a Johnny sin ni siquiera presumir su inocencia. 

 — Había un juicio en el que se presentaron pruebas — le recuerdo — , el hecho es que hasta ahora no había pruebas de la versión en contra de la de Heard.

En el 2016, la pareja firmó el divorcio, luego de una cruenta y muy pública batalla legal, cuyo punto culminante fue una fotografía de Amber Heard publicada por la revista People, en la que podían verse con claridad marcas de violencia en el rostro de la actriz. Como si eso no fuera suficiente, también declaró que Depp le había arrojado un teléfono celular al rostro y que, en resumen, el escaso año y un poco más de matrimonio, había sido un infierno de maltrato físico en que Heard había llevado la peor parte. Luego de culminado el largo proceso, el actor pagó a su exesposa una suma millonaria como indemización, además de correr con todos los gastos legales que supuso la batalla legal. 

No obstante, Depp siempre negó haber maltratado a Heard, y de hecho fue una carta de la actriz publicada en el Washington Post en diciembre de 2018 en la que aseguraba ser víctima de violencia doméstica lo que provocó que el actor decidiera llevar a tribunales a su expareja y exigir un compensación económica por difamación. En el juicio posterior, Heard insistió en su versión y detalló las supuestas situaciones de maltrato que había sufrido a manos de Depp, que incluían no sólo golpes y maltrato sino además una situación de terror constante y brutal: “Me lanzó una garrafa, golpeó artículos de la habitación y golpeó una pared. Me abofeteó con fuerza, me agarró del pelo y me arrastró desde la escalera a la oficina, a la vivienda y a la cocina de la habitación y luego a la habitación de invitados”, declaró Heard sobre una pelea que el matrimonio sostuvo cuando aún se encontraban casados en el año 2015. 

Por supuesto, con la aparición de los audios — que forman parte de terapia voluntaria en la que la pareja participó — queda claro que lo que ocurría entre ambos era por completo distinto o que al menos, parte de lo que Heard contó a los medios es parcialmente falso. El sólo hecho que la actriz admitiera que había golpeado a Depp en más de una ocasión y que incluso le había causado un considerable daño físico, hace que los panoramas sobre las denuncias de maltrato doméstico tomen un cariz por completo distinto. En las grabaciones puede escucharse a la Heard admitir que arroja “platos y sartenes”, y a Depp intentar hacerle entender que la situación es cada vez más insostenible.

Buena parte de las redes sociales debatía sobre que movimientos feministas cómo #MeToo y otros habían sufrido una derrota.

¿Se apresuró la opinión pública a favorecer a Heard en medio de una incómoda batalla legal? ¿Fue juzgado Depp con excesiva dureza? La mayoría de las conversaciones y discusiones en redes sociales apuntan a la redención del actor y a la condena de la actriz mientras se insiste en culpabilizar al feminismo — así, en general — por la complicada situación que enfrentó Depp luego de ser acusado de violencia doméstica. El actor no sólo debió soportar un boicot de buena parte del público, también sufrió el rechazo de la industria cinematográfica, que en plena época #MeToo se encontró en la complicada situación de lidiar con la caída en desgracia de uno de sus ídolos. Por su parte, Heard recibió apoyo, promoción e incluso un papel destacado en el éxito taquillero Aquaman, de James Wan, que la convirtió en una de las nuevas promesas del panorama de la meca del cine.

Pero en realidad, lo ocurrido con Depp y Heard es mucho más complejo que una batalla legal, un falso testimonio e incluso el mero hecho de que, en esta ocasión, la víctima sea un hombre, elementos ya de por sí con la suficiente gravedad como para convertir el caso en objeto de estudio y reflexión sobre la forma en que comprendemos la violencia en la actualidad. Lo que supone el caso es también, la forma en que se plantea la noción sobre la víctima, el maltrato y la protección legal que requiere una situación semejante. Mientras el audio en el que Heard admitía de forma directa que había ocasionado daño físico a Depp se difundía, buena parte de las redes sociales debatía no sobre la situación que el actor debió atravesar, sino sobre que movimientos feministas cómo #MeToo y otros habían sufrido una derrota. Que, de hecho, la ferocidad de la defensa de las víctimas era lo que había provocado que Amber Heard pudiera mentir y engañar no sólo a juzgados, sino a la opinión pública mundial.

¿En realidad el problema es ese?, me pregunto mientras leo comentarios en redes sociales que, como el de mi amigo, “celebran” lo ocurrido y el extraño vuelco de la muy pública historia, hablan de “finales felices” por la posible acusación sobre Heard, e incluso muestran el rostro demacrado y herido de Jhonny Depp como símbolo de algo mucho más tortuoso y difícil de analizar. Incluso alguien insiste en que hay que visibilizar la situación de Depp como un “triunfo”. Nadie parece recordar los rostros de millones de víctimas alrededor del mundo de cualquier género y edad, que siguen teniendo todas las perder. Las de mujeres cuyos testimonios nadie escucha, la de víctimas que deben soportar el miedo, la humillación y la violencia diaria sin que nadie debata sobre el culpable, las consecuencias o insista en la necesidad de visibilizarlos. Nadie parece tener muy en cuenta o importarle demasiado que no se trata sobre el género de la víctima, su orientación sexual o cualquier otra circunstancia que pueda hacer menos grave una situación de abuso, acoso o maltrato. Nadie recuerda las cada vez más altas cifras de mujeres asesinadas en circunstancias de maltrato doméstico por maridos celosos, por amantes controladores, por hombres que asumen el género como un vínculo directo hacia la violencia. Nadie parece importarle demasiado el hecho que Depp — y su situación — no demuestra otra cosa que las leyes son perfectibles y que deben asumirse como parte de un entramado legal en maduración cuyo único objetivo es la protección de la víctima. Cualquiera sea el rostro que tenga.

¿Se apresuró la opinión pública a favorecer a Amber Heard en medio de una incómoda batalla legal?

Por supuesto, muy pocos de los hombres interesados en que el engaño de Heard se haga visible y sea reconocido, avanzan o profundizan sobre lo que realmente significa el maltrato a un nivel semejante. Ninguna menciona la necesidad de ofrecer apoyo a la víctima y, sobre todo, el hecho de que debe ser socorrida a todo nivel, bajo todo aspecto. Que lo ocurrido durante el tortuoso proceso de divorcio de la pareja es sólo un aspecto de las situaciones de espantosa crueldad que hombres y mujeres viven a diario en el resto del mundo. Que Depp y su situación no son el trofeo de un absurdo, superficial y dañino enfrentamiento entre sexos, sino el rostro más reciente de una circunstancia dolorosa que pone en relieve la forma en que el machismo se ha convertido en un problema endémico en buena parte del mundo. Que nadie está a salvo de la violencia, que todos necesitamos protección, consuelo y apoyo moral.

No dejo de preguntarme si todos los que ahora mismo se aferran a la situación de Amber Heard y Johnny Depp para insistir en menospreciar la envergadura del problema del maltrato de género continuarán con su apoyo irrestricto a las víctimas una vez que el caso desaparezca de la inmediata e incompleta memoria colectiva. Si, de ahora en adelante, brindarán su mano extendida a todos los que cada día luchan por sobrevivir en mitad de situaciones insostenibles, cada vez más duras y violentas. Me pregunto si todos los que han viralizado la ocurrido con Depp y Heard lo harán también cuando otras tantas mujeres y hombres muestren el rostro magullado, herido y cansado de una víctima, con todo el peso que semejante situación lleva a cuestas.

El mero pensamiento me hace sentir una profunda amargura. Porque quizás, conozco demasiado bien la respuesta.