"Uno nunca deja de ser gaucho"

"Uno nunca deja de ser gaucho"

Esther Díaz

Dice Internet que un gaucho es un tipo de vaquero característico de las llanuras y zonas adyacentes de Argentina, Uruguay, Paraguay, el chaco boliviano, el sur de Brasil y el sur de Chile. Que es un hábil jinete y trabajador del cuero. Que sabe usar bien las "boleadoras" (tres piedras ligadas por una cuerda que, al lanzarse, se enredan en las patas de las reses), el cuchillo, el lazo y las técnicas para salar la carne de res.

Con Sergio Barría, alias Chechín, intuyo que lo que tengo frente a mí es un gaucho chileno de la cabeza a los pies.

Y es que, aunque se bajó del caballo hace 12 años y ahora es guía de turistas en el mejor hotel de Chile, hay esencias que nunca se pierden.

"Hasta 2005 fui gaucho, pero uno nunca deja de serlo. Ahora soy baqueano, un guía que conoce los caminos. Y sí, lo echo de menos. Me encantaría irme un año a una estancia porque lo que más me fascina es amansar caballos", reconoce.

Su padre, como no podía ser de otra manera, era gaucho. Él se crió en una estancia de 120 hectáreas en el Cerro Dorotea (una división natural entre la Patagonia chilena y la argentina) rodeado de vacas, ovejas, caballos y acompañado siempre por sus tres hermanos y su primo.

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"Nuestro juego era montar terneros desde los cinco o seis años. A los ocho, mi tío me regaló una yegua arisca y la amansé", cuenta.

Lleva boina, pañuelo atado al cuello, botas de montar y un chaleco de cuero hecho por él mismo. Es el único guía que viste así, y dice que no pretende llamar la atención con ello.

"Antes trabajaba en otro hotel y tenía que llevar uniforme. No me sentía cómodo, era como estar disfrazado todo el día. Aquí, poco a poco empecé a ponerme mi ropa y no me dijeron nada, y así estoy mucho más a gusto".

Sobre la vestimenta cuenta que antaño un gaucho debía ganársela poco a poco.

"La bombacha (el pantalón), el pañuelo, la boina.... Según ibas haciendo cosas bien, te las iban dando".

A él le regalaron su primera bombacha a los 10 años.

"Entiendes que eso es importante, que significa algo grande, y desde temprano empiezas a adoptar las costumbres. Por ejemplo, comienzas a beber mate a los dos o tres años".

Soledad buscada

Vuelvo a Internet para entender el origen de la palabra gaucho y veo que está asociado al huérfano. Chechín me lo explica mejor y me dice que el vocablo fue el resultado de la indígena y el colonizador.

"Viene de huacho, que significa de padre desconocido. Pero huacho era despectivo y fue cambiando a gaucho".

Así que no extraña que, con ese desarraigo y en una tierra tan dura como la Patagonia, el gaucho fuera un hombre muy solitario, tanto como para permanecer durante tres o cuatro meses solo en un puesto (lugar de vigilancia de una estancia).

"Eran tímidos, y normalmente no se casaban. No estaba prohibido, y si lo hacían, normalmente a las mujeres se le daba trabajo en la estancia como cocineras. Pero no eran muchos los casados".

La soledad, no obstante, venía aderezada con breves momentos para compartir. "Eran comunes las visitas entre gauchos, que duraban uno o dos días. Luego el visitante y el anfitrión querían volver a su soledad".

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Días después de nuestra conversación, encuentro este fragmento de Charles Darwin, escrito durante su viaje a bordo del HMS Beagle (1831-1836): "Los gauchos o campesinos son muy superiores a los habitantes de la ciudad. Invariablemente, el gaucho es muy servicial, muy cortés, muy hospitalario (...). Lleno de modestia cuando habla de sí mismo o su país, al mismo tiempo es atrevido y valiente".

Hablamos del gaucho como especie en extinción, y es que al menos en Chile, así sucede. Como en muchas partes del mundo, al área rural le faltan recursos monetarios y buenos planes de gestión. Así, la cultura del gaucho se va perdiendo porque las labores de campo están muy mal pagadas. Los hijos de Chechín, por ejemplo, ya no lo son.

"El campo te tira. En mis días yo me voy al cerro, donde tengo tres caballos, pero es muy difícil vivir de esto".

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Y, sin embargo, durante años él lo consiguió en una estancia en Argentina, donde realizaba distintas labores de campo.

"También existía la figura del pasajero, que llegaba con su tropilla de seis caballos de estancia en estancia. Se le ofrecía estadía por tres o cuatro días para vender algún caballo o cobrar por amansar a los que fueran necesarios".

Le comento a Chechín que mi padre es filósofo. Hace una pausa larga, asiente y me dice: "El gaucho también es filosófico. Con una oración corta te dice mucho. Nunca te va a dejar sin respuesta. También es picaresco cuando pierde la timidez, y hace bromas".

Seguro que si Darwin hubiera convivido más con ellos, habría anotado estas cualidades en su diario de viaje.

En su Diario de la Patagonia, Charles Darwin escribió:

"19 de mayo de 1834: Hacía algún tiempo que no montaba a caballo, porque todas las mañanas me sentía abrumado de dolores en los lomos; pero me sorprendió mucho saber que los gauchos acostumbrados desde la más tierna infancia a pasar casi toda la vida a caballo padecen lo mismo en circunstancias análogas. Me contó Santiago que, después de una enfermedad de tres meses había ido a cazar toros salvajes y que, a consecuencia de esto, estuvo baldado hasta el extremo de hacer cama durante dos días. Esto prueba que los gauchos hacen, aunque no lo parezca, en esta cacería, un ejercicio muy violento. Cazar toros salvajes en un país tan difícil de recorrer a causa de los numerosos pantanos que lo siembran debe constituir un fatigoso ejercicio. Me dicen los gauchos que atraviesan a veces a galope puntos por donde sería imposible cruzar al paso; así como patinadores pasan rápidamente sobre capas muy delgadas de hielo".