El PSOE convulsiona ante el 24-M

El PSOE convulsiona ante el 24-M

La fractura entre Pedro Sánchez y Susana Díaz anticipa una dura batalla por el control interno del PSOE. Todos esperan impacientes el resultado del domingo para ajustar cuentas: y la lectura esta vez no se hará por el número de votos, ni por la distancia que les separe del primero, sino por la recuperación o no del poder institucional y por lo territorios donde la marca PSOE pierda la segunda posición.

Quizá Pedro Sánchez no supiera cuando escribió este polémico "tuit" que la infancia de Machado "son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero". Pero sí sabe que mencionar al socialista Francisco Toscano en la cuna del poeta es, para el "susanismo", invocar al "anticristo"; que si se pasea del brazo del alcalde socialista de Dos Hermanas que regaló la presidencia de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) al PP en 2012, habría una reacción automática de las huestes del "susanismo" y que si además hace esperar media hora a la presidenta en funciones en Alcalá de Guadaira, la polémica está más que servida.

Todo esto ha pasado en Sevilla. Y así es como España entera conoció por prensa, radio y televisión de la profunda fractura que hoy divide al socialismo; que el grado de hostilidad aumenta por minutos; que el secretario general del PSOE y la presidenta de Andalucía no pueden compartir espacio ni cruzar miradas y que uno de los dos, a saber cuál, saldrá malherido más pronto que tarde. Eso por no hablar del número de víctimas y de los daños colaterales. No hay duda: el resultado de 24-M anticipa una dura batalla por el control interno. Y la convulsión ya ha empezado.

Que Sánchez se saltase la agenda oficial y visitara Dos Hermanas fue la respuesta de la dirección federal al veto de la federación más poderosa del PSOE a que el secretario general celebrase un mitin en Sevilla capital, después de testar que su equipo había presionado a varias agrupaciones locales para incrementar su presencia en el Sur durante la campaña, pasando por encima del protocolo regional. "Si la presidenta de Andalucía va a Asturias, a Extremadura o a Alicante, el secretario general puede ir donde quiera. ¡Solo faltaba!", contestan en la calle Ferraz, desde donde lamentan que haya aún socialistas que no perciban que "la política está cambiando, el caciquismo murió y los barones se acabaron". Su recorrido por las calles del tradicional feudo sevillano fue, dicen, mucho más que un gesto, fue una provocación y una llamada de atención con el que se pretendía visualizar que la federación andaluza no es un bloque en torno a Susana Díaz.

La contundencia de las palabras que salen desde la dirección da idea de cómo son hoy las relaciones entre el "aparato" y la federación que dirige Susana Díaz, donde aguardan impacientes el resultado del domingo para ajustar cuentas, las anotadas en el debe de una Ejecutiva a la que acusan de haber puesto palos en las ruedas de la investidura de su jefa, entre otros agravios. Avisan: los liderazgos se legitiman en los procesos electorales, y si a Rubalcaba se le hizo dimitir por unas elecciones europeas (con el 23 por ciento de los votos, 3 puntos por debajo del PP), que se prepare Sánchez con el de las municipales y autonómicas. El panorama que pintan a este lado del campo de batalla no parece despejado para que el actual inquilino de Ferraz pueda consolidar el liderazgo.

La lectura esta vez no se hará por el número de votos, ni siquiera por la distancia que les separe del primero, sino por la recuperación o no del poder institucional y por los territorios donde la marca PSOE pierda la segunda posición. Andalucía hará valer su resultado, que estará a años luz, seguro, de la media nacional. Y si los socialistas quedan, como auguran las encuestas, en quinta posición en Cataluña, cuarta en País Vasco y Navarra y tercera en Madrid capital, sonaran todas las alarmas y se exigirán responsabilidades al secretario general. El cómo, el cuándo y en qué órgano federal se plantee la batalla están por determinar. Unos hablan de una dimisión en bloque de la mitad más uno de la Ejecutiva, lo que forzaría la renuncia de Sánchez y la creación de una gestora que convocase primarias para elegir candidato a la Presidencia del Gobierno, y otros de un pronunciamiento en cadena de los secretarios generales en el Comité Federal que fuerce la salida de Sánchez. Todos son conscientes de que la guerra en ningún caso será pacífica. Y más allá de las trincheras, hay quienes se declaran hartos de esta guerra sin cuartel que ha empañado sin duda una de las campañas electorales más decisivas para el PSOE y puede llevarse por delante unas siglas centenarias.

No se equivocan porque aunque los "susanistas" traten de evitar que Sánchez gestione los restos del naufragio y conduzca al PSOE a una situación dramática en elecciones generales, en Ferraz no tienen intención de abandonar el barco por muy a la deriva que éste navegue. Juega a su favor el actual bloqueo para investir presidenta a Susana Díaz, lo que permite al secretario general ganar tiempo para las primarias ya previstas para finales de julio: "Ella no estará en condiciones de abrir fuego hasta que no resuelva sus propios problemas. Y no parece que ni el PP ni Ciudadanos ni Podemos le vayan a poner barato el precio que le harán pagar por ser investida". Una vez lo consiga, tendrá que decidir, en poco tiempo, si compite por el liderazgo nacional ella misma -lo que obligaría a una nueva investidura en Andalucía- o juega con persona interpuesta como hizo ya en julio. Ninguna de las dos opciones es vista con buenos ojos en algunos sectores del PSOE, más partidarios de que Díaz aguarde su turno hasta después de las generales.

Respecto a los resultados del domingo, en la cuarta planta de la sede federal son optimistas. Confían en aumentar el poder municipal, mantener el porcentaje de voto de las europeas, conservar el gobierno de Asturias, recuperar el de Extremadura y quizá el de Castilla-La Mancha, y formar parte de un frente de izquierdas que arrebate la Comunidad de Madrid a la derecha. Son conscientes de que el domingo por la noche habrá tantos análisis como realidades electorales, pero en todo caso auguran que esa noche podrán dar por cumplidos los tres objetivos que se marcó la dirección que salió del último congreso: parar la hemorragia de votos; mejorar posición institucional en ayuntamientos y Comunidades y llegar a las generales con opciones de victoria. En ningún caso prevén que la cosecha de poder institucional será inferior a la de 2011.

Pedro Sánchez convocará a su Ejecutiva el próximo lunes y el Comité Federal está previsto que se reúna el 30 de mayo, aunque no se descarta aplazarlo al primer sábado de junio. Entre una y otra fecha, desfilarán por Ferraz todos los secretarios generales bien de uno a uno o reunidos en el Consejo de Política Federal que preside Susana Díaz -como tienen previsto solicitar algunos barones-. Para cuando esto ocurra, los que un día fueron alguien en el PSOE y hoy están fuera de la primera línea ya habrán reclutado apoyos para uno u otro bando, dibujado posibles escenarios y barajado alternativas a Sánchez o incluso a Díaz.

Y todo esto mientras son muchos los que se lamentan en el PSOE de la falta de una clara autoridad política e institucional que marque estrategias o evite que, a partir del lunes y como consecuencia del nuevo y fragmentado mapa político, se visualice con más nitidez que nunca que el PSOE hace tiempo que dejó de ser un partido federado para convertirse en una federación de partidos.