Las claves de la semana: Sánchez, entre la niebla y la ausencia

Las claves de la semana: Sánchez, entre la niebla y la ausencia

¿Quién dijo Sánchez? No han pasado tres semanas desde que salió por la puerta del garaje de la calle Ferraz y su recuerdo entre los cuadros y los cargos ya es efímero. Está disuelto en niebla y en ausencia. La memoria se ha hecho vaga entre los que buscan acomodo. Y ahora ya no son dogmáticos, ni fueron "sanchistas", ni vieron nunca con buenos ojos las decisiones y el aislamiento del ex secretario general del PSOE.

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¿Quién dijo Sánchez? No han pasado tres semanas desde que salió por la puerta del garaje de la calle Ferraz y su recuerdo entre los cuadros y los cargos ya es efímero. Está disuelto en niebla y en ausencia. La memoria se ha hecho vaga entre los que buscan acomodo. Y ahora ya no son dogmáticos, ni fueron "sanchistas", ni vieron nunca con buenos ojos las decisiones y el aislamiento del ex secretario general del PSOE. Una semana más y escucharemos que el sucesor de Rubalcaba fue un invento de la prensa o un fantasma que pululó por la sede federal sin que nadie le diera permiso, ni aliento, ni atribuciones para ello.

"Abstencionistas" de toda la vida

Así es la política: los apoyos incondicionales se van como llegan, con un cargo, un escaño, un destino o un despacho. Y en el PSOE, el que quiere mantener lo que tiene o el que pretende conseguir lo perdido ya se ha hecho "gestorista", "javierista", "susanista" o "abstencionista" de toda la vida. ¡Cosas veredes!

Los casos más clamorosos se encuentran en el acomodaticio PSM

Si la semana pasada, hablábamos del viraje de Antonio Hernando y su fugaz viaje a Sevilla para solicitar la venia de Susana Díaz, ésta podríamos citar más de una docena de nombres que han levantado el teléfono para ofrecer sus servicios a la gestora y a sus satélites orgánicos. Los casos más clamorosos se encuentran en el acomodaticio PSM, que de traiciones, conspiraciones y mesas camilla sabe más que nadie. Todo, claro, por la unidad del partido... Y por la estabilidad de España.

Madrid, Castilla y León y Murcia, en el punto de mira

El caso es que Pedro Sánchez se ha quedado muy pronto sin apoyos orgánicos. Salvo el PSC, no hay federación que le siga en bloque. Ha perdido la mayoría en Madrid -donde algunos de los suyos se han pasado esta semana con armas y bagaje a las tesis de la gestora-, en Castilla y León y en Murcia, tres de los territorios que hasta ahora controlaba. Los siguientes en caer serán los secretarios generales de las federaciones. "Acabaremos lo que hemos empezado", dice uno de los barones con más peso orgánico en el partido.

César Luena ha tocado a rebato para que no falten los últimos irreductibles

Luena toca a rebato

Mañana, en el Comité Federal que aprobará la abstención en la investidura de Rajoy no estará Pedro Sánchez -no hay costumbre entre los ex secretarios generales de acudir a las citas del máximo órgano de gobierno entre congresos- y tampoco alguno de los que, como él, se mantienen en el "no es no". No ha habido consigna para que así sea. Todo lo contrario. César Luena ha tocado a rebato para que no falten los últimos irreductibles. Pero unos ya han cambiado de bando -que diría el propio Sánchez- y otros, se han cansado de dar batallas baldías y además no ser escuchados ni reconocidos. Entre los que irán, quedan un par de románticos de las ideas y los principios y algún otro que piensa, no en el futuro de Sánchez, sino en cómo capitalizar en beneficio propio los rescoldos del "no es no".

Del "virus tóxico" al "empoderamiento de las bases"

Pese a todo, el ex secretario general no ceja en el empeño y dará batalla en un congreso que la gestora, seguro, dilatará en el tiempo. Así lo ha trasladado a su círculo más íntimo, donde dan por seguro que, una vez que pase la investidura, Sánchez volverá a la carretera y al espíritu de "mochilero" para recorrer España de punta a cabo y mantener vivo el apoyo de la militancia, convencido de que las estructuras clásicas del partido están superadas y que lo que vendrá, ahora, será el "empoderamiento de las bases". Algunos secretarios generales lo llaman de otro modo: un "virus tóxico" que Sánchez ha inoculado entre los afiliados.

Lo que vendrá ahora será el "empoderamiento de las bases"

Terminología aparte, en la cabeza de Sánchez no cabe sumarse a la "abstención" que el Comité Federal votará mayoritariamente, si bien aún no ha decidido si ausentarse del pleno de investidura o asistir y sumarse al no, junto a las diputadas Susana Sumelzo y Margarita Robles y el PSC de Iceta que ha decidido seguir los pasos de Donald Trump en aquello de no respetar las votaciones si no le son favorables. Lo primero le igualaría a la abstención. Lo segundo, sería impropio en un ex secretario general.

Palabra de Alfonso Guerra

Lo cierto es que ese capítulo ya da igual. La abstención saldrá sí o sí, y el Comité Federal la apoyará con holgada mayoría. Incluso Alfonso Guerra, hasta ahora renuente, ha escrito en favor de facilitar un gobierno al PP en la revista Tiempo. El "oráculo" del extinto "guerrismo" condicionará, sin duda, el voto de algunos "sanchistas" del máximo órgano entre congresos, lo que aumentaría la proporción entre "abstencionistas" y "negacionistas".

Pero como decimos el PSOE ha empezado a escribir otra página, la de los prolegómenos del próximo congreso. Unos trabajan ya para hacer imposible que Susana Díaz tome las riendas del partido; otros para que la presidenta de Andalucía no tenga rival y alguno, para que cuaje una tercera vía. Los próximos meses serán tan intensos desde el punto de vista orgánico como lo han sido los dos últimos años. Y el PSOE volverá a su bucle, si es que alguna vez salió del mismo.

Todo la misma semana que en el PP se habló más de los ministros del próximo gobierno que de la investidura

La clave, el próximo congreso

Todo se interpreta en esa clave: las apariciones de Borrell; los silencios y los viajes discretos de Susana Díaz; , las entrevistas de Ignacio Urquizu; la excesiva presencia de los socialistas andaluces; la calculada ausencia de García-Page; los hilos que mueve Rubalcaba; la moderación de Javier Fernández; la reaparición de Eduardo Madina...

Todo la misma semana que en el PP se habló más de los ministros del próximo gobierno que de la investidura; en una Universidad pública uno grupo de radicales encapuchados impidió el uso de la palabra a Felipe González; una parte del PSOE responsabilizó de ello a Podemos; siguieron los dardos envenenados entre los herederos del 15-M y el PP se erigió en máximo defensor de la misma libertad de expresión que pisoteó durante años.

El espectáculo no ha acabado...