Las claves de la semana: Lo nuevo y lo viejo, añoso todo ya

Las claves de la semana: Lo nuevo y lo viejo, añoso todo ya

Empezó la campaña, si es que ésta alguna vez acabó desde que los españoles votamos allá por el 20 de diciembre. Y aunque no hace un año sino medio que nos pidieron opinión y el multipartidismo se estrenó, lo nuevo y lo viejo parece añoso todo ya. Repasen si no la segunda edición del cara a cara Iglesias-Rivera moderado por Jordi Évole. Que seis meses no es nada, pero parecen una eternidad.

Empezó la campaña, si es que ésta alguna vez acabó desde que los españoles votamos allá por el 20 de diciembre. Y aunque no hace un año sino medio que nos pidieron opinión y el multipartidismo se estrenó, lo nuevo y lo viejo parece añoso todo ya. Repasen si no la segunda edición del cara a cara Iglesias-Rivera moderado por Jordi Évole. Que seis meses no es nada, pero parecen una eternidad.

De gatos, merengues y catálogos

Prepárense porque esto no ha hecho más que empezar. Y encima ha escrito el sociólogo Ignacio Urquizu, en La crisis de representación en España, que aún no hemos caído en la mayor debilidad de los sistemas multipartidistas, que no son las exóticas campañas de gatos, merengues y catálogos de Ikea, sino los déficit democráticos que conllevan.

Lo de menos ya es que los vídeos, los 140 caracteres y los banales formatos televisivos se hayan impuesto a los programas y los debates electorales. Lo relevante es que a partir de ahora a los ciudadanos nos costará más deshacernos de los partidos políticos impopulares porque, asegura, Urquizu, "siempre encontrarán a otros con quienes coligarse para seguir en el poder". Eso por no hablar de que, una vez celebradas las elecciones, los votantes pierden toda su capacidad para influir en los partidos sobre la formación de Gobierno. Vamos, que de una crisis política que cristalizó al grito de "no nos representan" podemos generar un sistema de partidos "donde los problemas de representación se agraven".

Cañetes hay en todas partes

De momento en esta semana en la que empezó la cuenta atrás para el 26-J nos hemos tragado, sin rechistar, un debate a cuatro, que algún gurú televisivo bautizó como "el debate de las mujeres". ¿Por qué no un debate de rubios, morenos, altos, bajos, calvos, flacos o gordos? Nunca antes se vio semejante ejercicio de machismo. Claro que "Cañetes" hay en todas partes, en la política y en las televisiones. Esto por no hablar de la elección de las participantes. Dos (Andrea Levy e Inés Arrimadas) de las cuatro no eran ni candidatas en estas elecciones generales. Pasemos palabra porque si PSOE y Podemos no han dicho ni "mu" al respecto será porque les convino. O no, que diría Rajoy. A saber. Igual hay alguna circunstancia que se nos escapa. Pero hasta en esto también lo nuevo se ha vuelto viejo.

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¿Que SSS no se asome mucho por las pantallas?

El debate como tal debió de ser un debate de números dos, los puestos que ocupan en las candidaturas de los principales partidos Margarita Robles por el PSOE; Carolina Bescansa por Podemos; Francisco de la Torre, por Ciudadanos y Soraya Saénz de Santamaría por el PP... ¡Acabáramos! Igual es que se trata de que SSS no se asome mucho esta vez por las pantallas. Ahí hay debate, no para dos horas y media que durará el de los cuatro candidatos, pero sí para un rato.

Se lo juegan al todo o nada

Debates, debates... Casi 40 años ya de democracia y aún hay que discutir sobre si hay que celebrar o no este tipo de formatos electorales. Esto también es regeneración política, pero parece que no se han enterado. Disfruten del que tendrá lugar el lunes organizado por la Academia de la Televisión porque no verán ni uno más. Se lo juegan al todo o nada, y si por ellos fuera, ni ese hubieran celebrado.

Al menos ya han cerrado, tras una ardua negociación de los equipos, el reparto de tiempos, los bloques, quién llega primero, si hay atril o no, la temperatura del plató y hasta la sala vip que ocupará cada uno. Muy comentada, por cierto, la "pinza" Jorge Moragas-Irene Montero a la hora de imponer criterios en las reuniones de esta semana entre los negociadores. Si es que el jefe de gabinete de Rajoy es todo un gentleman, y como los "podemitas" no usan coches oficiales, pues se prestó a hacer de taxista de la número dos de Pablo Iglesias.

El CIS deja KO al PSOE

Todo en esta semana en la que la la encuesta del CIS dejó demasiadas preguntas sin respuesta a la espera del post 26-J, pese a que ya es la enésima que confirma que Unidos Podemos supera al PSOE en votos y escaños y que el PP se mantiene como primera fuerza pero no suma lo suficiente como para gobernar con Ciudadanos.

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La irrupción con fuerza de la coalición Unidos Podemos, que lograría hasta 92 escaños, altera el reparto circunscripción a circunscripción y el PP puede perder hasta cinco de los 123 diputados que obtuvo el 20-D. Nada tan dramático, en todo caso, como la caída de hasta 12 parlamentarios que la empresa pronostica para un PSOE al que los de Pablo Iglesias dejarían KO. De confirmarse los datos, los socialistas tendrían que elegir entre investir presidente a Mariano Rajoy o a Pablo Iglesias. El peor de todos los escenarios posibles para la hasta ahora fuerza hegemónica de la izquierda. La elección sería entre susto o muerte y probablemente la decisión no la adoptaría ya Pedro Sánchez. Eso es lo que dicen los más optimistas de sus críticos. Lo que ocurra en realidad luego, lo veremos.

Más simpatía por las siglas que por el liderazgo

El resto prefiere no pensar hasta que pase el 26-J y quedarse con lo poco bueno que les ofrece el CIS. Que el PSOE sigue siendo el partido con menos rechazo y que es el que más gustaría a la gente que ganara. Los que saben de ello, recomiendan que Sánchez se apoye estos quince días en la fuerza del PSOE, cuyas siglas concitan más simpatía que el liderazgo. La duda sigue siendo si pasar al cuerpo a cuerpo con Iglesias y el debate, si anunciar solemnemente o no, que con los votos del PSOE el líder de Podemos jamás será presidente del Gobierno. En esto, también, hay división. ¿Algún consenso? Que Sánchez ni emociona ni moviliza. Y eso es precisamente lo que el PSOE necesita estos días.