"Pedro, no te veo"

"Pedro, no te veo"

Ni primarias ni integración ni renovación. "Cambiando" era el lema del congreso, pero tras el primer día del cónclave extraordinario que celebra el PSOE parece que poco cambia. Cuotas, componendas, cambalaches, equilibrios y una federación andaluza que vuelve a marcar la pauta y se mantiene omnipresente en los órganos de dirección... Lo de siempre.

Ni primarias ni integración ni renovación. "Cambiando" era el lema del congreso, pero tras el primer día del cónclave extraordinario que celebra el PSOE parece que poco cambia. Cuotas, componendas, cambalaches, equilibrios y una federación andaluza que vuelve a marcar la pauta y se mantiene omnipresente en los órganos de dirección... Lo de siempre. Eterna marca de unas siglas, cuyos dirigentes se conjuraron para dar voz a su militancia, y que cuando ésta habla, vuelven por sus fueros en el juego de los equilibrios orgánicos. Y eso que Pedro Sánchez, el flamante secretario general que este sábado fue elegido sucesor de Rubalcaba por aclamación, dicen que irrumpe con ganas. Otra cosa es hasta dónde pueda llegar en una organización hoy tan enferma y agónica como reticente a cambiar viejos usos y costumbres.

De momento, deja su marca en la secretaría de Organización al situar de número dos del PSOE al jovencísimo riojano César Luena en lugar de al andaluz Mario Jiménez como pretendía la federación más poderosa del PSOE. En poco más ha podido actuar al margen del "yugo" y las servidumbres territoriales porque si algo queda claro es que de este cónclave sale una dirección con excesiva presencia de secretarios generales (Euskadi, La Rioja, Valencia, Madrid, Baleares, Castilla-La Mancha y Galicia) con doble lectura. Una, que Pedro Sánchez paga por el apoyo que le prestaron los aparatos en su batalla por la secretaría general. Y dos, la flojera de los del 18 por ciento, que es como se conoce en el universo socialista a aquellos secretarios generales que en las europeas quedaron por debajo del 20 por ciento en intención de voto. Son los que buscan con su entrada en la dirección federal un flotador al que agarrarse para salvar el cuello y garantizar su supervivencia tras las próximas autonómicas.

Del cónclave federal salen, en todo caso, dos direcciones. La oficial y otra en la sombra. La primera, la Ejecutiva que presidirá la jienense Micaela Navarro. La segunda, un Consejo Político Federal de nuevo cuño que sustituye al Consejo Territorial y que dirigirá la todopoderosa Susana Díaz. Y es que la sombra de la presidenta andaluza es alargada, y el tutelaje que pretende ejercer con escaso disimulo sobre Sánchez, indudable. Tanto que, pese a que el ganador de la consulta a la militancia dio su palabra al asturiano Javier Fernández de que seguiría al frente del Consejo Territorial, la andaluza logró hacerse con la de este nuevo órgano que agrupa a la dirección federal y a todos los barones. "Un juego de evidencias que en el futuro puede crear dificultades", augura uno de los más influyentes barones. Fricción segura en el futuro pero también en el presente porque al escribir estas líneas la federación asturiana se negaba a formar parte de una dirección custodiada por Andalucía y que había echado a la cuneta a la segunda Comunidad con poder institucional del PSOE.

Pero la presidenta de Andalucía no se conforma con erigirse en mandamás de este nuevo órgano de competencias ampliadas, ni en ganar cuota andaluza en la nueva dirección con hasta siete miembros... Su discurso de apertura del congreso, que arrancó con un sonoro y revelador "Pedro, no te veo" (al no localizar visualmente al secretario general entre los más de 1.000 delegados) marcó los límites al nuevo PSOE tanto en lo orgánico como en lo político. "Una España que no se rompa", afirmó en alusión directa a un PSC al que emplazó a recorrer "la banda ancha entre el inmovilismo y las aventuras"; un PSOE unido que se centre sólo en las elecciones municipales y autonómicas (lo que entierra las primarias para elegir candidato a la presidencia del Gobierno) y un secretario general que ella misma aventuró que "lo tiene difícil". Sin duda.

El primer test de liderazgo al que Sánchez se sometía con la configuración de su Ejecutiva no lo pasó con nota alta, y no sólo por la sumisión a la federación andaluza, también por incumplir su compromiso de integración con quienes apoyaron a Eduardo Madina o José Antonio Fernández Tapias, que sumaron el 52 por ciento en la consulta a la militancia. Ni uno ni otro estarán en la dirección por voluntad propia, pero tampoco quienes les apoyaron de forma activa en la campaña previa a la consulta. Sánchez ha negociado con los secretarios generales, y no con sus adversarios, la inclusión de algunos nombres que como el de la catalana Maritxell Batet o el madrileño Manuel de la Rocha se consideran cuota territorial y no del madinismo ya en vías de extinción.

Hastiado de guerras internas, primarias que nunca llegan y debates nominalistas, el PSOE está hoy por la unidad que no logró en 2011 tras el congreso de Sevilla cuando antes de bajarse del AVE de regreso a Madrid, Rubalcaba ya estaba siendo cuestionado. A Pedro Sánchez no le ocurrirá... al menos hasta las elecciones municipales y autonómicas. Es el tiempo que ha decidido el PSOE darle antes de volver a examinarle, por más que Susana Díaz grite un ¿premonitorio? "Pedro, no te veo".

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