Un "road show" para la abstención

Un "road show" para la abstención

Si hoy es lunes, al PSOE le quedan cinco días y 120 horas para formalizar la abstención. El mal menor. Si todo sale como espera la gestora que preside Javier Fernández, el domingo habrá caído el tercer "no" de Pedro Sánchez. El PP tendrá la investidura que quería, y Rajoy serias dificultades para gobernar como lo ha hecho hasta ahora.

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Si hoy es lunes, al PSOE le quedan cinco días y 120 horas para formalizar la abstención. El mal menor. Si todo sale como espera la gestora que preside Javier Fernández, el domingo habrá caído el tercer "no" de Pedro Sánchez. El PP tendrá la investidura que quería, y Rajoy serias dificultades para gobernar como lo ha hecho hasta ahora.

Las cuentas están echadas y en el Comité Federal nadie duda que se impondrá la abstención. La apoyarán incluso quienes en los últimos días han evitado pronunciar la palabra maldita, han apuntado nombres de posibles candidatos con los que el PSOE podría parar el golpe de unas terceras elecciones y han escondido la cabeza bajo el ala para que su imagen pública no fuera arrasada por el tsunami del "no es no" inoculado en la militancia.

Mientras en el último año y medio Pedro Sánchez se hacía unas canastas con Pablo Motos, escalaba el Peñón de Ifach con Calleja o quitaba las vocales a su nombre, Susana Díaz se dedicaba a recorrer España en busca de apoyos orgánicos. Nada hubiera sido igual sin la inestimable colaboración de Eduardo Madina.

El vizcaíno puso al servicio de la de Triana a todos los cuadros que le apoyaron en el congreso de 2014 del que salió derrotado por obra y gracia, casualmente, de la propia Díaz. Así fue cómo la presidenta de Andalucía fue sumando aliados para su causa frente a Sánchez en Madrid, en Asturias, en Extremadura, en Cantabria, en Cataluña, en Murcia... Y así fue cómo, llamada a llamada y voto a voto, Sánchez perdió hace tres semanas el apoyo del máximo órgano entre congresos.

Cuentan que varios secretarios generales se quedaron estupefactos en la reunión de barones celebrada la noche anterior al Comité Federal del 1 de octubre cuando les comunicó los votos contra Sánchez de sus respectivas federaciones que se contabilizarían en el cónclave. La presidenta de Andalucía tiene más control sobre todas las federaciones socialistas que sus propios secretarios generales. Conoce el nombre y la "respiración" de hasta el más irrelevante socialista del último territorio porque en los últimos meses se ha dedicado casi en exclusiva a hacer su propio "aparato".

Si hace años tenía el dominio casi absoluto de la federación andaluza (que en términos orgánicos representa poco menos de un tercio del PSOE), hoy tiene no menos de un 30% de apoyos en todas las comunidades, lo que le otorgaría una mayoría apabullante frente a cualquier oponente. Dicen que la proporción le sirve lo mismo para ganar la votación de un Comité Federal que un congreso federal a Pedro Sánchez si, como parece, éste anuncia -y sopesa anunciarlo en breve- que se presentará al próximo cónclave, se celebre cuando se celebre.

Rajoy puede, por tanto, estar tranquilo porque lo que preocupa a la gestora del PSOE no es que no salga adelante en el Comité Federal del domingo la abstención, sino cómo explicar los motivos que han llevado hasta ella al partido y cómo saldrán los socialistas de su desgarradora fractura.

A lo primero, con un intenso roadshow mediático, se dedicarán algunos ilustres esta semana. Guillermo Fernández Vara, el lunes en la Cadena SER; Javier Fernández, el martes en una intervención abierta a todos los medios en el Senado; Eduardo Madina, el miércoles en LaSexta; Alfredo Pérez Rubalcaba, el jueves en Telecinco... ¿Y Susana Díaz? Es seguro, aunque está por decidir dónde, que la presidenta de Andalucía rompa al fin el silencio que todos los tótem convinieron que debía guardar tras la dimisión de Sánchez.

La agenda ha sido meticulosamente diseñada por los ideólogos de la abstención, convencidos de la necesidad de evitar a España, pero sobre todo al PSOE, unas terceras elecciones en las que la derecha avanzaría, tal y como barruntan las encuestas -la última de Metroscopia-, y los socialistas perderían la segunda posición. Pasada ya la inflamación de la declaración de Francisco Correa en el juicio sobre Gürtelque complicó sobremanera el relato de la abstención, los alineados con las tesis de la gestora saldrán en tromba a intentar paliar los efectos de dejar el paso libre a un gobierno del PP. Además de los nombres antes citados y los de Ramón Jáuregui, Elena Valenciano o Soraya Rodríguez que ya han dado su opinión en El Huffington Post, la SER y LaSexta, respectivamente, la gestora dispone de una lista de diputados que puedan hacer idéntico papel hasta el Comité Federal del próximo domingo.

La tarea no será fácil porque todos los mencionados desearían, en contra del mantra instalado por los "sanchistas", evitar un gobierno de Rajoy, si bien consideran que la abstención en su investidura y el paso a la oposición es lo que más conviene a un PSOE que deberá dedicar los próximos años a reconstruirse política y orgánicamente. Todos están seguros de que no hay salida buena y que la menos mala será sin duda traumática.

A las fugas de voto ya anunciadas para el día de la investidura como la de la aragonesa Susana Sumelzo y la esperada del donostiarra Odón Eloraza, podría sumarse también la de Pedro Sánchez y algún parlamentario más de su círculo de confianza.

Todo ello en medio de la peor de las crisis vivida en las relaciones entre el PSC y el PSOE. El ganador de las primarias de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, ya ha reafirmado su compromiso de que sus 7 diputados en el Parlamento mantengan el "no" a Rajoy, aunque el Comité Federal del domingo decida mayoritariamente la abstención.

Ya hay voces que cuestionan no sólo la participación y el voto del PSC en el máximo órgano entre congresos, sino la revisión del protocolo de relaciones entre sendos partidos, incluso la recuperación de la extinta federación socialista en Cataluña. Pero esto no llegará antes de que los de Iceta celebren en noviembre su congreso y fijen definitivamente el marco territorial en el que se moverán en los próximos años. De momento, la ponencia sobre la que discutirán, que incluye el reconocimiento de un Estado plurinacional, supera con creces el marco de la Declaración de Granada.

Lo dicho: La solución menos mala, en todo caso, será traumática.