Un saqueo con consecuencias

Un saqueo con consecuencias

Si para Oscar Wilde el progreso no era más que la realización de utopías, para Zygmunt Bauman, en Retrotopía -un ensayo póstumo que acaba de publicar Paidós- hoy asistimos a un proceso inverso en el que los jóvenes ya no esperan del futuro más que pérdidas.

Antes de dejar este mundo el pasado enero, el polaco de la "modernidad líquida", dejó escrito que lo venidero se ha transformado y ha dejado de ser "el hábitat natural de las esperanzas" para convertirse en un escenario de pesadillas: el terror a perder el trabajo, a que nos confisquen el hogar, a contemplar impotentes cómo nuestros hijos caen sin miedo por la espiral descendente de la pérdida de bienestar... En fin, que el camino hacia el mañana, concluía, "guarda un asombroso parecido con una senda de corrupción y degeneración".

Y todo porque la "privatización/individualización de la idea de progreso y de la búsqueda de mejoras en la vida fue algo que los poderes establecidos supieron vender muy bien como una forma de liberación: una ruptura con las duras exigencias de la subordinación y la disciplina, pero al precio de perder los servicios sociales y la protección del Estado". Lo malo es que, para un elevado -y Bauman pronosticó que, además, creciente- número de ciudadanos, tal liberación terminó teniendo, lenta pero inexorablemente, tanto de bendición como de maldición, sobre todo de esta última.

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La crisis económica ha tenido -y aún tiene- efectos devastadores sobre el volumen de prestación de los servicios públicos esenciales. En Madrid, precisamente la región con mayor renta per cápita de España, el gasto en educación por habitante en 2015 -siendo aún presidente de la Comunidad de Madrid el hoy preso Ignacio González- fue el más bajo de España, ya que representó apenas el 86,7% (media 100 en el conjunto del territorio), muy por debajo de los niveles del País Vasco (144%), Navarra o Asturias (119%).

Traducido a euros significó que, mientras en el País Vasco se destinaban a educación 1.223 euros per cápita, en Madrid apenas se alcanzaron los 790. Mientras, el recluso González blanqueaba el dinero negro que robaba del Canal de Isabel II con una empresa propia dedicada a la gestión de guarderías. Privadas, claro.

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En 2013, al año siguiente de que González heredera de Esperanza Aguirre su despacho de la Puerta del Sol, Madrid despidió a 3.582 trabajadores de la Sanidad pública y perdió 337 camas de hospital. Aunque el derecho a la asistencia se incrementó en 80.000 personas aquél año, el presupuesto sanitario se rebajó un 21 por ciento para otras "obligaciones económicas". Ahora, gracias al juez Velasco, sabemos qué entendían González y sus "cooperadores necesarios" por otras "obligaciones económicas": exactamente el desvío de 23 millones de euros públicos a paraísos fiscales.

En 2014, 2.364 madrileños perdieron su vivienda habitual por no poder hacer frente a la hipoteca sin que la Administración regional les facilitara una alternativa pública. Pero dos hijas del sucesor de Esperanza Aguirre adquirieron en el mismo año sendos pisos de protección pública en el PAU de Valdebebas.

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En 2012, la Comunidad de Madrid registró, según el INE, 690.900 parados, lo que situó la tasa de desempleo en la región en un 21,03 por ciento. Ese mismo ejercicio, el presidiario González saneó las cuentas del PP de Madrid con dinero procedente de una empresa pública regional, la Agencia de Informática y Telecomunicaciones.

Viviendo en una era así, como dejó escrito Bauman, resulta inevitable que "respiremos una atmósfera de desasosiego, confusión y ansiedad". En una ambiente como el descrito, "la vida es cualquier cosa menos agradable, reconfortante y gratificante". Pregunten a quienes más padecieron los recortes sociales durante la crisis económica. Seguro que ellos -y a estas alturas, la mayoría de los españoles- sí saben responder a la pregunta de ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Hemos llegado porque Ignacio González y otros muchos como él en el PP de Madrid, pero también en el de Valencia, el del Murcia y el nacional, se lo llevaron crudo. Y el saqueo -no habrá quién discuta ya esto- tuvo gravísimas consecuencias en las condiciones de vida de miles de personas por los severos recortes en el sistema de protección social.

¿Y, ahora, quién los defiende de todo esto? ¡No estarán pensando en la Fiscalía! El escándalo aquí también es mayúsculo. Un fiscal Anticorrupción que más que para perseguir el delito parece nombrado para parar los registros en los domicilios de los amiguetes corruptos. Ya tarda Manuel Moix en abandonar su despacho o Manuel Maza en relevarle del puesto. Lo mismo que Esperanza Aguirre de la portavocía del Ayuntamiento o Mariano Rajoy en exigírselo públicamente.

Ah, perdón, que "la gente del PP no se porta mal nunca" (Rajoy, dixit) ¡Manda huevos!, que diría aquél ex ministro también de infausto recuerdo.

¿Y el PSOE? A lo suyo, oiga.

¿Cómo no vamos a perder la fe en las utopías de todo signo? ¿Alguien ve por algún lado un atisbo de anhelo de rectificación? La respuesta podría estar en las últimas líneas de Retrotopía: "Nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos, o nos subimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común".

P. D. Y esto también sirve para el periodismo.

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