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Rajoy, tan simple como falaz

Lo peor no es que al presidente del Gobierno le fluyan los pleonasmos como setas sin ningún reparo, sino que no diga la verdad cuando se refiere a problemas tan graves como el de los exiliados económicos durante su gestión, que no son 24.638 exactamente como dijo en el Congreso, sino 500.720, cierta y desgraciadamente

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El otro día vimos al presidente del Gobierno pasear en bicicleta por las calles de Madrid en compañía de las respectivas candidatas por el Partido Popular a la presidencia de la Comunidad y a la alcaldía de la capital del reino. A don Marino le prestaron un vehículo corto para su talla, así que las imágenes no le favorecieron en nada, a pesar de su reconocida afición al ciclismo, que como es sabido gasta más puntera que talón. Bastó que fuera junto a las señoras Cifuentes y Aguirre -ésta con el maillot amarillo y en cabeza- para que las redes sociales ilustrasen el vídeo con la música de Verano Azul, aquella serie de Chanquete el marino.

Una vez más, los asesores electorales del PP comprobaron que andan a trasmano con sus ocurrencias propagandísticas llamando a puertas y a pedales, sobre todo porque en las redes se cuece un humor que les supera. El partido, además de tocado por la corrupción que lo desvencija, está arterioesclerótico perdido. Hay tanta y rancia vejez en su seno como la que denota recurrir a su presidente de honor, el Aznar de las Azores y las mentiras sobre los atentados más sangrientos de nuestra historia, para tratar de incentivar al sector más conservador que lo nutre. Lo de don José María en Zaragoza, al lado de la presidenta Rubí, supera lo patético al apelar al orgullo, aparte de comportar un nuevo menosprecio a la figura de quien fue elegido por él a dedo y ahora ocupa La Moncloa. Me temo que Aznar nunca superará la impotencia de querer volver y haber sido apeado definitivamente del retorno por sus falacias sobre el 11-M.

En cuanto a don Mariano, no puedo dejar sin anotación la elocuencia y capacidad de comunicación que viene aportando en sus últimos mítines. La exhibida el otro día en Talavera de la Reina, después de afirmar que su partido muestra ideas profundas y convicciones firmes, ha superado cualquiera de las simplezas que caracterizan el historial de sus alocuciones. Lean y comprueben: "No es lo mismo que gobierne uno que otro; no es lo mismo. Dicho de otra manera, es muy distinto, muy diferente". Desconozco si una vez dicho esto se escucharon aplausos entre sus acólitos, pero a esos niveles estamos llegando en la depauperación la política.

Lo peor, desde luego, no es que al presidente del Gobierno le fluyan los pleonasmos como setas sin ningún reparo, sino que no diga la verdad cuando se refiere a problemas tan graves como el de los exiliados económicos durante su gestión, que no son 24.638 exactamente como dijo en el Congreso, sino 500.720, cierta y desgraciadamente. Mentir, ya sea sobre la autoría de la gran masacre del 11-M o sobre la diáspora de nuestra juventud sin futuro, me parece igulamente improcedente para aspirar otra vez al Gobierno de la nación. Habría que llamarlo nauseabunda desfachatez.

Este post fue publicado inicialmente en el blog del autor