Sobre miedos y cerebros

Sobre miedos y cerebros

Sobre miedos y sus significados humanos se han escrito muchos libros. Pero este que presento quiero creer que es completamente diferente. Me atrevo a decir que es algo nuevo. Y esa novedad se refiere al anclaje de todos ellos al funcionamiento del órgano que los produce, el cerebro.

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¿Qué nos ocurre cuando alguien, por ejemplo nuestro jefe, que nos llama a su despacho, por razones que no comprendemos bien, nos amenaza y entrevemos la posibilidad de un despido? Sin duda una amarga reacción emocional. Una reacción que produce un malestar constante, amargo, un rumiar y recordar que une los días con las noches y que embarga y aprieta el ánimo con desesperanza.

Eso es miedo. Un miedo que no amenaza en este caso de modo directo nuestras vidas, es cierto, pero que nos hace sufrir, que hiere, que es como un espíritu maligno que se infiltra y nos atenaza el animo, pues en muchos casos, deja en peligro el futuro de los hijos y la familia.

¿Qué es esa angustia, miedo otra vez, que sufre tanta gente a la que se le hace el vacío, se le aísla psicológicamente en el trabajo, sea por los jefes o simplemente por los compañeros? Todos esos son miedos sociales, el miedo más genuinamente humano, el miedo a los "otros".

Miedo significa siempre la alerta ante una posible pérdida de algo, como es el caso del trabajo que acabo de mencionar. Pero sin duda hay más miedos, y desde luego más dramáticos. Tal es el caso del miedo a perder nuestra propia vida física, inmediata, como la muerte inminente ante un posible accidente de avión o una catástrofe; o el miedo, tantas otras veces, a perder nuestra propia dignidad como personas.

Todavía hay más miedos. Miedos como aquellos que arrancan ante un dolor, un dolor físico en cualquier parte de nuestro cuerpo, sea cual fuere su origen. Este, precisamente, el miedo ante el dolor, es el miedo más primitivo, pues nos avisa (eso es el dolor, un aviso) de modo lento la posibilidad también de perder la vida.

Pero existen otros miedos, como son aquellos que podríamos experimentar ante la amenaza concreta de un perro que babeando y mostrando agresivo sus dientes que parece dispuesto a abalanzarse sobre nosotros y mordernos.

Sobre todos estos miedos y sus significados humanos se han escrito muchos libros. Pero este libro que aquí presento quiero creer que es completamente diferente. Me atrevo a decir que es algo nuevo. Y esa novedad se refiere al anclaje de todos ellos al funcionamiento del órgano que los produce, el cerebro.

De cómo el cerebro diseca y distingue los distintos miedos y cómo éstos se elaboran tras corretear la información por vías y circuitos neuronales diferentes, proporcionando matices conscientes diferentes. De cómo el cerebro memoriza estos miedos.

Y de cómo estas memorias pueden ser cambiadas e incluso borradas. Y cómo es posible, además, tratar y hasta erradicar los miedos más dramáticos y lacerantes, como pueden ser los producidos por el síndrome de estrés post-traumático o el síndrome obsesivo-compulsivo.

Y todavía más allá, mirar en perspectiva los muchos miedos que sufre o puede sufrir el ser humano en ese arco vital que corre desde el niño al viejo y en cada niño o adulto o viejo, siempre diferentes. Y, finalmente, exponer cómo todo ello se debe a la conformación única del cerebro de cada uno.

Este libro es un intento nuevo de lanzar un puente entre humanidades y ciencias. En su esencia, este libro trata de contestar preguntas como éstas: ¿sabemos propiamente qué es el miedo? ¿Qué son las emociones y los sentimientos de miedo? ¿Tienen sentimientos de miedo los animales? ¿Por qué el más genuino de los miedos humanos, después del miedo a la muerte, es el miedo a los "otros"? ¿Qué es el miedo propiamente humano, el miedo social? ¿Por qué el miedo no es un buen compañero en el colegio? ¿Cambia el miedo quiénes somos? ¿Qué conocemos de cómo se elabora el miedo y sus memorias en los intrincados circuitos del cerebro? ¿Pueden los recuerdos que guardamos en nuestros cerebro, como elementos fieles de nuestra propia biografía, ser cambiados con el tiempo sin que nosotros seamos conscientes de ello? ¿Se pueden borrar de nuestra mente las memorias de terror? ¿Es posible que los hijos hereden el miedo sufrido por sus padres? ¿Se podría alcanzar una cultura sin la esclavitud del miedo? ¿Una nueva ética? ¿Una ética transgeneracional?

Me gustaría creer que este libro puede ser de interés para muchos lectores. Ojalá sea así, pues es, para muchos escritores, quizá la única verdadera recompensa por la que escriben un libro.