Jaime Rosales, sin aditivos: "El arte no surge por consenso"

Jaime Rosales, sin aditivos: "El arte no surge por consenso"

Hermosa juventud es un retrato hiperrealista de una pareja de jóvenes de clase obrera en paro. Pese a lo crudo del tema, es su película más comercial, con caras guapas, acción, secuencias a ritmo de WhatsApp y algo de porno. Mantiene las constantes vitales de un cine auténtico, arriesgado y genial.

La última película de Jaime Rosales, Hermosa juventud, es un retrato hiperrealista de una pareja de jóvenes de clase obrera en paro. Pese a lo crudo del tema, es su película más comercial, con caras guapas, acción, secuencias a ritmo de WhatsApp y algo de porno.

Las diferencias son evidentes en el tráiler aunque, en realidad, Hermosa juventud mantiene las constantes vitales de un cine auténtico, arriesgado y genial, un cine que plasma, como pocos en España, la forma en la que hablamos, sin aditivos. Sin condescendencia. Bigas Luna, Daniel Monzón, Carlos Saura, Eloy de la Iglesia, Pedro Almodóvar, Fernando León... Ninguno de ellos se acerca a la meticulosidad de Rosales en la representación del lenguaje de la calle. Por eso mismo lo entrevisté, como lingüista, como amante del séptimo arte y enamorado de la diversidad y las contradicciones del habla.

A propósito del estreno de Hermosa juventud has dicho: "Mi carrera llevaba una deriva hacia el cine de museos", por lo que se supone que te has embarcado en un cine más fácil de digerir. Sin embargo, uno de los muchos rasgos personales que sobreviven en tu última película es la frescura de los diálogos, de una expresión oral que no defines en el guión. ¿Qué te lleva a tomar esta decisión como director?

Los diálogos son parte de la puesta en escena. El estilo de la película viene marcado por el estilo del desempeño actoral y los diálogos son un elemento clave. En esta película buscaba retratar la juventud actual de la manera más precisa posible. La manera que tienen de hablar, el contenido de las conversaciones y las inquietudes de los jóvenes tienen que ver con los diálogos. Hablan de cosas muy diferentes a los adultos. Se expresan de otro modo. Además la frescura y la espontaneidad son muy importantes para mí. Siempre busco el máximo realismo posible. Que la película sea como una ventana sobre lo real. No busco hacer cine que se parezca al cine. Busco hacer cine que se parezca a la vida. Por eso mis personajes hablan como en la vida. O por lo menos eso intento.

¿Por qué decides trabajar con actores no profesionales, en ocasiones?

Es una decisión estética brutal, determinante. La más fuerte. Existen dos tipos de categorías en la ficción: con actores naturales y con actores profesionales. Lo más frecuente es con actores profesionales pues ofrecen dos cosas de mucho valor: carisma y precisión. Los naturales no suelen ser tan hermosos ni son capaces de repetir con igual de precisión emocional las escenas, pero aportan otras cosas: verdad biográfica. Creo que Bresson decía que era más fácil enseñarle a un leñador a actuar que a un actor a cortar un árbol. No sé... Depende de lo que uno busque con cada película. Por ejemplo, en Hermosa juventud el carisma y la belleza de los actores era muy importante. Tenían que ser guapos y buenos actores. De lo contrario la película, ya bastante dura a nivel temático, se haría insoportable. Ingrid y Carlos son muy creíbles y al mismo tiempo aportan dulzura a la película. A través de técnicas de puesta en escena con improvisaciones creo que logré una gran naturalidad en ellos. Requiere mucho trabajo. Elegir muy bien a los actores y ensayar mucho.

¿Qué te interesa, en concreto, de la forma de hablar de los actores? ¿Te preocupa el lenguaje oral, tanto como el lenguaje cinematográfico?

El trabajo específico del director es resolver la puesta en escena (colocación, acciones y diálogos de los actores) y la puesta en cuadro (posición y focal de la cámara en la escena). Ocurre que esas dos operaciones se pliegan en un mismo gesto en el momento del rodaje. ¿Qué va primero? ¿La puesta en escena o la puesta en cuadro? Hay directores que piensan en el cuadro (storyboard) y adaptan la puesta en escena. Otros que hacen una puesta en escena y resuelven una cobertura en varios ángulos para la escena. En mi caso, la clave pasa por la puesta en escena. Cómo trabajar con los actores. A más libertad actoral, menos precisión en el cuadro. Mi manera de trabajar pasa por priorizar el desempeño actoral, la verdad en las interpretaciones, mezclando texto escrito con texto improvisado. Luego la cámara se adapta, se subordina, a la puesta en escena. Hay algunas escenas, no obstante, como la secuencia de la agresión en el metro (en plano-secuencia con cámara ladeada) en la que es al revés: la puesta en escena se subordina a la puesta en cuadro.

Natalia (Ingrid García Jonsson), la protagonista de la Hermosa Juventud, habla con acento andaluz. Parece que es su propio idiolecto, a juzgar por las entrevistas, aunque en la película es mucho más evidente. ¿Hablasteis de esto?

Ingrid es andaluza. Yo no tenía pensado que Natalia fuese andaluza. Pero tras las pruebas de casting, ella se impuso al resto de las demás candidatas. Mi decisión es siempre la misma: elegir al mejor actor para el papel sea de donde sea. Además me gustan las mezclas de acentos e incluso de idiomas. En todas mis películas suele haber esa mezcla de acentos. No es algo premeditado pero cuando ocurre dejo que ocurra.

¿Qué piensas de la representación de dialectos y sociolectos (variedad lingüística de una clase social) en el cine español? ¿Y en el cine en general?

Es un tema difícil. Parte del problema es que casi todos los actores en España comparten orígenes similares: clase media. Es muy difícil retratar desde el punto de vista lingüístico las élites y la clase obrera. A diferencia de, por ejemplo Inglaterra, en donde los acentos son extremadamente importantes. En Inglaterra para interpretar a la Reina se dispone de una actriz como Helen Mirren educada en Oxbridge y para hacer de obrero de la construcción a Peter Mulan que es hijo de obrero de la construcción. Yo procuro ser bastante minucioso en eso. En el casting hago una entrevista personal para que el actor y el personaje compartan el mismo origen social. No siempre es fácil.

Tienes cerca de 44 años. ¿Cómo habla la gente joven? ¿Se puede hablar de rasgos comunes, de cambios respecto a tu generación?

Yo creo que más que cambios en la forma de hablar por motivos generacionales las diferencias vienen más por los temas de conversación. Algunas muletillas idiomáticas cambian, claro, pero los acentos vienen más por el lado regional y socioeconómico. En ese sentido, los jóvenes actuales hablan muy parecido a cómo hablan sus padres. Lo que sí cambia y mucho son los temas de conversación y la relación de los jóvenes con las tecnologías, especialmente las redes sociales. Los jóvenes casi no leen en papel ni periódicos ni libros. Se relacionan con el mundo a través de internet. Eso es muy característico del hoy en día de los jóvenes.

¿Qué directores te interesan, por su representación del lenguaje oral?

El que mejor lo hace en este sentido, sin lugar a dudas es Stephen Frears. Hace todo tipo de películas y siempre con una enorme precisión linguística. Desde The Queen a My beautiful Laundrette pasando por Philomena. Es de una precisión admirable.

En el documental La pantalla herida se propone la celebración de unas nuevas Conversaciones de Salamanca, tal vez con un sentido más económico que artístico. ¿Cuál crees que son las necesidades estéticas y éticas del cine español si es que se puede hablar de tal cosa (el cine español)?

La verdad es que no creo mucho en este tipo de iniciativas. No creo que las Conversaciones de Salamanca sirviesen de gran cosa en su día ni creo que servirían ahora. El arte surge por generación espontánea, nunca por consenso. El impresionismo francés no es el resultado de una especie de congreso entre pintores. Uno se pone a pintar de una manera y luego otros siguen esa estela incluso mejorándola en muchos casos. Los congresos sirven para los científicos pues lo suyo es un corpus que se crea a partir de unos y otros encadenadamente. En el arte no existe ese encadenamiento y ciertamente en el cine tampoco. Además, ¿cómo funcionaría ese canon estético? ¿Quién lo decidiría? ¿Cómo se impondría? Eso me suena más a una iniciativa totalitaria que artística. Otra cosa es un movimiento concreto por generación espontánea como el movimiento surrealista. Pero eso tampoco tiene nada que ver con un congreso. Eso está bien para la ciencia y tal vez para los partidos políticos (aunque de esto último no estoy seguro). El camino del arte no puede planificarse.

Cambiando de tema... ¿Qué lenguas hablas? ¿Te gustaría rodar en otras lenguas? ¿O aprenderlas?

Hablo, además de castellano, francés, inglés, catalán (aunque no lo bien que debería) y algo de italiano. No me importaría rodar en otras lenguas incluso podría ser en una lengua totalmente desconocida como el árabe. No lo sé... A priori me siento territorialmente un cineasta español y estéticamente europeo. No me veo rodando en Hollywood, la verdad. Ya bastante difícil es hacer una película dentro de una cultura que uno conoce como para adentrarse en otra... Los europeos que prueban suerte en América (salvo los que emigran del todo y se hacen americanos con una mujer americana, una casa americana y con un perro americano) suelen fracasar. Al final allí siempre habrá un americano que conocerá mejor la cultura que le es propia. Lo mismo sucede dentro de Europa. ¿Hacer un film en el Reino Unido o en Francia sobre esas culturas? No sé... Difícil hacer una gran película que supere las francesas o las inglesas. Yo todavía encuentro mucho que contar sobre mi país. Y eso que creo que lo que yo cuente en España puede ser muy interesante también para los extranjeros. Me encantan las películas chinas sobre los chinos... Las películas chinas sobre los americanos tipo la de Wong Kar Wai en EEUU... bastante menos.

Y para terminar, un poco de filosofía... ¿Crees que el cine puede momificar el lenguaje?

No entiendo. ¿Qué es momificar el lenguaje? El lenguaje siempre está vivo. Es inabarcable e inagotable. Que se trate con una pluma, un piano, un pincel o con una cámara, nunca se agotará. Una única cosa acabaría con el lenguaje: la inmortalidad. Mientras exista la muerte existirá el lenguaje.