Por qué Benoît Hamon tiene razón cuando dice que ya no hay socialismo sin ecología

Por qué Benoît Hamon tiene razón cuando dice que ya no hay socialismo sin ecología

El candidato del Partido Socialista a las elecciones francesas, Benoît Hamon.AFP/Getty Images

Tras su dimisión en el Gobierno francés, Pascal Canfin invitaba a los socialistas en verano de 2014 a plantearse la cuestión: "¿Qué sentido tiene estar en un país que nunca ha sido tan rico colectivamente si eso no nos hace más felices? ¿Qué sentido tiene cuando producir y consumir crea cada vez más frustraciones y destrucciones en el entorno que satisfacciones y bienestar, tanto individual como colectivo?

"No volveré a ser socialista sin ser ecologista". Lejos de ser una yuxtaposición circunstancial, Benoît Hamon demuestra semana tras semana que, de hecho, se trata de las dos caras de una misma moneda, en la prolongación de los trabajos realizados en el seno del Partido Socialista estos últimos años, especialmente los llamados Cahiers de la Présidentielle [Cuadernos de las elecciones]. Los militantes de Europa Ecología Los Verdes (EELV) no se equivocaron al decidir co-construir la plataforma programática del candidato socialista, Benoît Hamon, y retirar al candidato de sus primarias. Los socialistas han pasado en los últimos años de un socialismo productivista a una socialecología más realista en cuanto a las ambiciones de crecimiento de nuestras sociedades contemporáneas, transición que necesitaba una figura política para encarnarse y completarse de verdad.

Las desigualdades medioambientales son también sociales, ya que son los más frágiles quienes las sufren.

La alianza entre socialismo y ecología es totalmente comprensible si se tiene en cuenta que las desigualdades medioambientales son también sociales, ya que son los más frágiles los afectados: los agricultores que viven con 300 euros al mes son los más expuestos a los peligros de los pesticidas, al igual que las familias que ocupan viviendas sin aislamiento térmico, que arruinan su presupuesto y nuestra huella ecológica, son precisamente las que carecen de medios económicos para vivir mejor o habilitar su vivienda.

Sin embargo, no se trata de abandonar el objetivo de creación de empleo: el Instituto Nacional de Estadística (INSEE) mostró que el mismo valor añadido creaba diez veces más empleos en el aislamiento de edificios que en la importación de energía. Por otro lado, son los excesos de productivismo y consumismo los que destruyen nuestro planeta y los que acrecientan el número de asalariados con estrés y agotamiento y el número de pobres que se alimentan de comida basura, fuente de obesidad y diabetes. También cabe recordar que se estima que las muertes ligadas a las partículas finas rondan las 48.000 al año en Francia y afectan sobre todo a las personas más modestas, que trabajan más lejos de su domicilio (y por tanto se exponen más a estas partículas en los transportes) y viven en habitaciones mal ventiladas. Es la segunda característica de la socialecología: considerar como indisociables el impacto sobre el medio ambiente y el impacto sobre la salud pública, a través de la alimentación y la exposición a la contaminación.

Mejor anticiparse a la sociedad del mañana para decidir cómo adaptarse que verse entre la espada y la pared y sufrir transformaciones forzadas.

Benoît Hamon ha comprendido que era mejor anticiparse a los rasgos de la sociedad del mañana para decidir cómo adaptarse en lugar de verse entre la espada y la pared y sufrir transformaciones forzadas. Él es el único que ha tomado la altura de miras indispensable para proyectarse más allá de un mandato y fijar un rumbo que se impone por objetivos ambiciosos pero perfectamente realistas (que se inscriben en el impulso de los objetivos de la ley de transición energética y del éxito de la COP21, dos conquistas fundamentales del quinquenio de François Hollande). Se trata de alcanzar un 50% de energías renovables —desde 2010 en Portugal las renovables representan casi el 45% de la electricidad producida— ; de salir del diesel a partir de 2025; de preservar los bienes comunes que son el aire, el agua y la tierra; de prohibir los pesticidas peligrosos y los alteradores endocrinos; de llevar a cabo un plan nacional Cero Desechos y una dinámica de sobriedad energética a favor del desarrollo del bio y de la agroecología. Para lograr esta transición, son los ciudadanos quienes deben actuar primero: en Alemania, son ellos los que poseen más de la mitad de la energía renovable instalada.

Los excesos de productivismo y consumismo destruyen nuestro planeta. Son los ciudadanos quienes deben actuar primero.

El objetivo de transición ecológica y el de transición democrática, que debe acercar a los ciudadanos a las decisiones políticas, están muy relacionados. Esto también tiene que ver con el apoyo de Anne Hidalgo al candidato a la presidencia, que aspira a gobernar de manera menos "vertical" y más descentralizada que sus predecesores. Benoît Hamon, que insistió en mantener un intercambio sustancial con el alcalde de Lisboa cuando visitó Portugal en febrero, sabe que las ciudades tendrán un papel principal en la transición ecológica, ya que albergan a más del 50% de la población y más del 70% de las emisiones de gas de efecto invernadero. Mientras que la alcaldesa de París se ha comprometido a cerrar a la circulación las vías aledañas al río Sena, Manuela Carmena —su homóloga en Madrid— aspira a reducir las emisiones de gas (situadas entre el 35 y el 40%) de aquí a 2019 y, para ello, cuenta con prohibir la circulación de vehículos contaminantes en el centro de Madrid, donde no podrán entrar automóviles antiguos.

Los otros firmantes:

Antoine Maudinet, vicepresidente de CliMates, asociación de lucha contra el cambio climático

François Fournier, miembro dirigente del partido Ecologistes!

Este post fue publicado originalmente en la edición francesa del 'HuffPost' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano

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