Trump tiene razón con Palestina

Trump tiene razón con Palestina

El problema es que los sionistas más firmes no quieren un Estado binacional palestino-judío. Lo que quieren es un Estado totalmente judío y exigen que el mundo acepte el término. Pero, hoy en día, ¿no os parece que el concepto "Estado judío" chirría bastante? El mundo se escandalizaría si España pasa ahora a llamarse "Estado cristiano".

PETE MAROVICH/GETTY IMAGES

Que Trump lo haya dicho no significa que sea falso.

Durante la reciente visita del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a Washington, el presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó públicamente que podría apoyar un plan distinto de la solución de dos Estados para Palestina. Es el primer presidente de los Estados Unidos de la historia reciente que ha cuestionado el artículo sagrado de la política entre Estados Unidos y Oriente Medio. Y aunque este anuncio sorprendiera a muchos, es necesario (desde hace tiempo) reconocer que la propuesta de los dos estados está obsoleta.

Muchas personas honorables han dedicado gran parte de su vida profesional a la triste y tediosa historia diplomática del problema palestino-israelí. Desgraciadamente, todo este esfuerzo por su parte no ha conseguido llegar a ninguna resolución. Este problema es uno de los más importantes de Oriente Medio en la actualidad.

El problema es que, aparte de los pocos diplomáticos y expertos que esperaban conseguir algo algún día, en la práctica, la solución de los dos Estados es básicamente un fraude. Sí, es posible que algunos líderes israelíes sabios del pasado hayan creído en esa idea, pero el plan de los dos Estados lleva varias décadas siendo explotado por los nuevos líderes israelíes, especialmente por parte de Bibi Netanyahu, uno de los primeros ministros de Israel con más años en el puesto y más de derechas.

En la práctica, la solución de los dos Estados es básicamente un fraude.

Netanyahu ha recibido el apoyo del sector rico sionista de Estados Unidos. El objetivo consiste en ocultar sus verdaderos planes: la anexión de toda Palestina por parte de Israel. Ellos mismos, como sionistas, han entorpecido sutil pero sistemáticamente la solución de los dos Estados.

Ninguna de estas opiniones sobre el fraude de los dos Estados es nueva u original. Muchos observadores liberales que he conocido mientras trabajaba en la zona llevan afirmando lo evidente varios años. Pero estas opiniones nunca llegan a escucharse en Estados Unidos, ya que es algo inmencionable. Y, sin embargo, no debería haber dudas: la idea de una "solución de dos Estados" (dos Estados, uno palestino y uno israelí que comparten el territorio históricamente palestino y que conviven uno al lado del otro en soberanía y dignidad) está muerta. Su resurrección es casi inconcebible: casi todas las fuerzas operativas dentro de Israel trabajan sistemáticamente para evitar su realización.

La cruda realidad es que Israel, a través de un incesante proceso de "crear de hechos sobre el terreno" lleva décadas apropiándose ilegalmente, paso a paso, de Palestina entera. Israel muestra poco respeto hacia las leyes internacionales que tratan este aspecto, y nunca lo ha mostrado. Por su parte, Washington, después de soltar unos pocos lamentos, ha acabado apoyando en su totalidad este proyecto cínico, junto con las repercusiones políticas que provoca a nivel nacional.

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En el panel, situado en una carretera que lleva a un puesto fronterizo israelí, se puede leer: "Volveremos, lo juro".

Israel amplía cada vez más su control -su propiedad- del territorio palestino gracias a la expansión de los asentamientos ilegales de judíos y a la expropiación de estas tierras palestinas a sus legítimos dueños. En pocas palabras, queda muy poco territorio palestino que repartir para crear dos Estados.

Eso nos deja con una sola alternativa: la solución de un Estado. Sí, es cierto que las acciones de Israel ya tienen los requisitos que hacen de la solución de un Estado un hecho consumado virtual, pero no reconocido.

Los observadores sinceros son plenamente conscientes de que el mantra de preservar "el proceso de paz" para la solución de dos Estados es poco más que una tapadera construida por los sionistas más duros para la completa anexión del territorio palestino por parte de Israel. Cuanto antes reconozcamos esta cruda realidad, mejor. Entonces, será necesario que Israel, los palestinos y el mundo entero pasen página y lidien con el difícil desafío que es constituir un Estado binacional: la solución de un Estado.

Los observadores saben que el mantra de preservar "el proceso de paz" para la solución de dos Estados es poco más que una tapadera para la completa anexión del territorio palestino.

Los cálculos de algunos de los sionistas más firmes, que ahora controlan prácticamente todos los mecanismos del Estado de Israel, son bastante inflexibles. Después de pasar varios años en el terreno, he descubierto que la lógica es cada vez más evidente. Es algo así:

1) Israel debería apropiarse de todo el territorio palestino y permitir el asentamiento de judíos en su totalidad.

2) Israel debería seguir jugando al juego de la solución de los dos Estados, visitando a diplomáticos extranjeros para reducir la presión sobre Israel, ganando tiempo mientras va estableciendo discretamente los irreversibles hechos sobre el terreno que cerrarán la puerta a cualquier posibilidad de un Estado palestino viable.

3) Dificultar la vida a los palestinos hasta el punto de que, poco poco, se enfaden y se harten, abandonen y se vayan a otra parte, dejando todo el terreno a los sionistas.

4) Si los palestinos resisten con tenacidad, es predecible que ocurran crisis periódicas militares y de seguridad en Palestina que permitan a Israel librar a Palestina de los palestinos. Es decir, habrá un proceso de limpieza étnica (o de restauración de los deseos de Dios, como ellos dicen) que devuelva a los judíos la tierra prometida por Dios.

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Un soldado israelí en un puesto de control que separa un asentamiento israelí en un barrio palestino dentro de la ciudad de Hebrón (Cisjordania).

Algunos israelíes liberales aceptan la solución de un Estado según su propia visión liberal del futuro de Israel, donde israelíes y palestinos vivan como ciudadanos iguales en un Estado laico, democrático, binacional y multicultural que goce de igualdad de derechos (y no un Estado cada vez más dominado por la religión). El ideal liberal tiene sentido: el país está logrando ser bilingüe, y el hebreo y el árabe son lenguas de la misma familia. Ambas son lenguas semíticas vinculadas desde el pasado al mismo territorio.

El problema es que los sionistas más firmes no quieren un Estado binacional palestino-judío. Lo que quieren es un Estado judío y exigen que el mundo acepte el término. Pero, hoy en día, ¿no os parece que el concepto "Estado judío" chirría bastante? El mundo se escandalizaría si España pasa ahora a llamarse "Estado cristiano". ¿Por qué entonces se debería crear un Estado dedicado solamente a los judíos o al Judaísmo? Estos conceptos proceden de movimientos del siglo XIX que promovían la creación de Estados puramente étnicos y/o religiosos. Los Estados modernos ya no se definen a sí mismos sobre una base étnica o religiosa. De hecho, fue precisamente este tipo de terrible nacionalismo religioso y étnico lo que llevó a que muchos judíos tuvieran que huir de Europa del Este para encontrar su propia tierra.

Lo que quieren los sionistas más firmes es un Estado judío y exigen que el mundo acepte el término. Pero, hoy en día, ¿no os parece que el concepto "Estado judío" chirría bastante?

La verdadera tarea histórica de Israel, con el apoyo del mundo, consiste ahora en comenzar el complejo trabajo de introducir reformas que conviertan Israel en un Estado multiétnico y bilingüe de ciudadanos iguales que disfruten de iguales derechos bajo una legislación laica. No es cuestión de "permitir que los palestinos entren a Israel", porque ellos ya están ahí desde hace miles de años (y antes superaban en número a los judíos). Lo que buscan ahora los palestinos es igualdad en la ley y una legislación laica en Israel.

Así que, reconozcamos que Trump ha dado en el clavo sin quererlo. Abandonemos la ingenua y cínica retórica sobre la "solución de los dos Estados", que nunca llegará a ocurrir de una forma aceptable. La mitad de Israel nunca creyó en ello desde un principio. Sólo ha servido de fachada para construir un "Estado judío de apartheid", un término que suelen utilizar algunos comentaristas israelíes liberales con los que he hablado.

Netanyahu y los sionistas de derechas claramente quieren toda Palestina. Pero no están preparados para admitirlo. Quieren la tierra, pero sin su gente. Y pese a las esperanzas de los sionistas, los palestinos no van a abandonar sus tierras. Por eso el resultado lógico de la toma de toda Palestina por parte de Israel lleva por definición a un único Estado binacional definitivo.

El reto para los israelíes y los palestinos es enorme. Conlleva que los palestinos repiensen de forma profunda sus opciones y su futuro según un nuevo orden, y conlleva la necesidad de luchar por los derechos democráticos en un Estado binacional. Esto implica que Israel evolucione de su idea de Estado por y para los judíos según un derecho dado por Dios; algo que sólo puede dar lugar a una situación opresora y antidemocrática. El proceso será lento y difícil. Pero también representa una evolución en consonancia con los valores globales que están surgiendo en la actualidad.

De Alemania, Francia, Canadá o Estados Unidos sí se espera que sean Estados democráticos multiculturales. ¿Por qué no de Israel?

Este post fue publicado con anterioridad en de 'The WorldPost' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés y Marina Velasco. El artículo apareció originalmente en GrahameFuller.com

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