"He ensayado mi muerte. Habrá quien lo considere dantesco. En la década de 1970 llegó a visitarme en Santa Bárbara el cantante Michael Jackson. Le señalé un punto al borde de un acantilado que dominaba el océano Pacífico donde pensé que me gustaría que me enterraran. Me sorprendió que, invadido de pánico, exclamara: "¡No, no!" . Le resultaba incomprensible y aterrador que yo aceptara mi propia muerte con tanta naturalidad. Tal vez fue una bendición que él partiera de esa manera. No me lo puedo imaginar viviendo una vejez en paz"
"Las sociedades occidentales no nos dan elementos psicológicos para enfrentarnos a la muerte. (...) La muerte da forma y significado a nuestra vida. La gente muy vieja lo sabe. Ninguna de las personas que rebasan los 100 años a las que he entrevistado temen a la muerte. Al contrario, parece que la proximidad del final le da un significado maravilloso a su vida.