La huida de Rajoy

La huida de Rajoy

EFE

Quedan escasos minutos para las nueve de la mañana y, tras María Dolores de Cospedal, que este jueves ha asistido al Senado en calidad de invitada, llega con prisas la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. No es un día cualquier: tras varios bloqueos por parte del PP, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, comparece en la cámara alta —el Congreso de los Diputados está cerrado por obras— para dar cuenta del caso Bárcenas.

-Qué, ¿Cómo estamos?-, pregunta Barberá a un compañero de partido.

-Bueno, podría ir mejor-, contesta la regidora a paso rápido. La sesión está a punto de empezar.

Una vez concluida la primera intervención de Rajoy no se ve a muchos ministros por los pasillos. Son los diputados socialistas —y en especial la vicesecretaria general, Elena Valenciano—, los que más se dejan ver. La 'número dos' del PSOE está sola, con cara de satisfacción. Poco después deja el hemiciclo en compañía de Alfredo Pérez Rubalcaba y desaparecen por otro de los pasillos. Hablan en voz baja y declinan hacer declaraciones. "Después del debate", dice ella.

Más tarde, los cámaras se afanan por grabar una imagen de Rubalcaba, Valenciano y Alfonso Guerra, que caminan a paso lento y comentan algún punto de la sesión.

Valenciano habla con unos y con otros. Mantiene charlas breves con exministros de la etapa Zapatero, como José Blanco o Trinidad Jiménez. La extitular de Exteriores tiene clara la valoración sobre las palabras de Rajoy: "Ha equivocado su estrategia. No tiene ninguna credibilidad", comenta a El Huffington Post.

WERT, CARIACONTECIDO

En el lado opuesto se sitúa el vicesecretario de estudios y programas del PP, Esteban González Pons, uno de los pocos dirigentes que habla con la prensa durante la sesión. "Rajoy ha hecho tres cosas bien", defiende: reconocer un error, recordar que hay que creer al que dice la verdad y no al que tiene derecho a mentir (en referencia a Bárcenas) y asociar la estabilidad política con la actual recuperación económica.

Más tarde, un solitario Wert sale del hemiciclo. Se sienta en la cafetería con una compañera de partido. Su cara no expresa satisfacción; tal vez por el difícil momento que atraviesa su partido, tal vez por la afrenta de la comunidad educativa.

Un grupo de diputados del PP deja el bar. "¿Qué tal, muy bien no?", pregunta una a otro. Parecen satisfechos con la intervención de Rajoy.

Pasan las horas y, al fin, Rajoy sale del hemiciclo. Todos los periodistas se agolpan fuera del improvisado 'despacho de ministros'. "¿No va a hablar con la prensa?", le pregunta una periodista.

Rajoy está rodeado de su séquito. Avanza deprisa y alza las manos en señal de calma...: "Por favor", son sus únicas palabras. Rajoy quiere que le permitan avanzar. Se marcha sin hablar con la prensa. Tras él, una veloz Fátima Báñez, sí hace un breve comentario: "Ha dicho la verdad, lo ha hecho muy bien", dice sin pararse ni un segundo mientras sale por una de las puertas laterales.

Una vez más, los periodistas han asistido a una huida de Rajoy.