7 cosas por las que los madrugadores se diferencian del resto

7 cosas por las que los madrugadores se diferencian del resto

Serg Myshkovsky via Getty Images

Dentro de cada uno de nosotros hay un reloj determinado por nuestra genética. No puedes darle cuerda ni oír su tic tac, pero seguro que cada mañana notas sus efectos.

Para muchos de nosotros, este reloj interno (llamado ritmo circadiano) tiene programado de forma natural un ciclo ligeramente superior a 24 horas. Alrededor de una cuarta parte de la población tiene un ritmo circadiano de más de 24 horas, lo que provoca que estas personas quieran acostarse más tarde. Otra cuarta parte de la población tiene un ritmo circadiano que dura menos de 24 horas, lo que hace que estas personas se levanten más temprano por las mañanas.

Los tres grupos de personas (las que se acuestan tarde, las que se levantan temprano y las que se sitúan en un término medio) constituyen lo que llamamos “cronotipos”. La típica división entre madrugadores y trasnochadores puede deberse a una cuestión científica. La mayoría de las personas no es ni una cosa ni la otra; son neutras, pertenecen a un tipo intermedio, y suelen levantarse cuando se hace de día y desconectar cuando empieza a hacerse de noche, afirma Frederick M. Brown, profesor asociado de psicología y director del Human Performance Rhythms Laboratory de la Universidad Estatal de Pensilvania.

Entre las personas diurnas y las nocturnas también hay casos extremos y leves, asegura Michael Smolensky, de la Universidad de Texas en Austin. Utilizando un símil ornitológico, los más madrugadores serían alondras y los más trasnochadores, búhos.

Cuanto más extremo sea el cronotipo, más difícil resultará a la persona cambiar sus hábitos del sueño. En algunos casos, las “alondras” se levantan incluso antes de que se haga de día, afirma Brown. “Su reloj interno les dice ‘Ya has dormido suficiente, puedes levantarte’, independientemente de lo que diga su despertador, y de que sea o no de día”, explica. Limitar el uso de luz artificial por la noche y dejar que entre luz natural por la mañana puede ser útil para cambiar los ciclos de sueño, hasta para los “búhos”.

Con la edad, nuestros cronotipos cambian, al menos ligeramente. Los adolescentes suelen ser más trasnochadores, asegura Brown. Como el tiempo total de sueño disminuye con la edad, las personas mayores tienden a hacerse más madrugadores. En cambio, según el profesor Brown, la mayoría de nosotros somos neutros.

Aunque las verdaderas “alondras” no son muy frecuentes, puede que tú seas una de ellas si te identificas con las siguientes afirmaciones.

1. Los madrugadores son más felices

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Una persona diurna suele tener una actitud más alegre. Las investigaciones sugieren que existe un vínculo entre la felicidad y los jóvenes con hábitos diurnos, pero, Renee Biss, estudiante de la Universidad de Toronto y del Rottman Research Institute, y sus compañeros se empeñaron en incluir a los adultos y ancianos en la ecuación. “Descubrimos que la diurnidad tanto en jóvenes como en mayores estaba asociada a un mayor número de experiencias positivas”, cuenta al HuffPost. Los madrugadores también afirmaron que se sentían más sanos, nos explicó.

Hay dos explicaciones posibles, cuenta Biss. Puede que los trasnochadores sean menos felices porque el horario de 9 a 5 les resulta mucho más duro, o puede que haya “algo beneficioso en el hecho de levantarse temprano”, explica, como una mayor exposición a la luz natural, que actúa como estimulante.

2. Sacan mejores notas

Según un estudio de 2008 de los alumnos de la Universidad de Texas, las notas de los estudiantes que se identificaron como personas diurnas eran un punto superior a las de sus compañeros nocturnos, tal y como informó WebMD. Esta diferencia en los resultados podría deberse a los patrones de comportamiento de las personas diurnas: tienden a acostarse más temprano, por lo que evitan un buen número de actividades nocturnas que les podrían distraer, y además se levantan temprano, lo que hace que les resulte más fácil llegar a clase a tiempo y encontrar más huecos para estudiar, explicó a WebMD el investigador Daniel J. Taylor, profesor adjunto de psicología en la Universidad del Norte de Texas.

3. No le dan al botón de repetición de la alarma

¡Porque no lo necesitan! “En general, las personas diurnas se despiertan rápidamente, sin apenas aturdimiento”, listas para empezar directamente con el grueso de la actividad, asegura Brown. Las personas diurnas muestran “mucha energía y alegría por la mañana”, afirma Smolensky.

4. Son más productivos… (adivina)... por la mañana

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Antes de que un búho se sacuda el rocío de la mañana, la alondra ya ha salido a correr, se ha preparado el desayuno y ha mandado unos cuantos e-mails. Las alondras prefieren planificar sus actividades por la mañana temprano, sobre todo si se trata de algo “que plantea un desafío cognitivo”, asegura Biss.

5. Son más meticulosos

En la gama de personalidades, la gente más meticulosa es también más eficiente, organizada y con claros objetivos, además de que normalmente también prestan más atención a los detalles. Algunas investigaciones asocian a las personas diurnas con la meticulosidad, explica Brown, pues suelen estar “más alerta, casi ansiosas, en un sentido positivo”, afirma. La meticulosidad también se cita en algunos artículos como la razón de que las personas diurnas se anticipen a los problemas y reaccionen con más rapidez ante los mismos.

6. Tienen menor riesgo de depresión

Algunos estudios vinculan el deseo de quedarse despierto hasta tarde con un mayor índice de depresión.

Sin embargo, no está claro si esto se produce por algo inherente a las personas nocturnas o por las exigencias que impone la sociedad. “Las personas diurnas son las que han establecido las reglas de la sociedad: cuándo hay que levantarse, cuándo se organiza todo y cuándo hay que cerrar”, asegura Brown. “La gente nocturna no tiene elección”, y a menudo se pasa la vida con una falta de sueño crónica. Esto ya es suficiente para poner en riesgo la salud física y mental de cualquiera.

7. Pueden ser más simpáticos

En un pequeño estudio de 2013, se mostró que las “alondras” tenían menos probabilidades que los “búhos” de poseer rasgos de personalidad propios del “triángulo oscuro” (narcisismo, maquiavelismo y psicopatía), puesto que la oscuridad de la noche permitiría que las personas nocturnas llevaran a cabo maniobras oscuras sin ser pilladas.

Traducción de Marina Velasco Serrano