Basura electrónica: ¿dónde acaban los móviles y ordenadores que tiramos?

Basura electrónica: ¿dónde acaban los móviles y ordenadores que tiramos?

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Si se pudieran apilar todos los aparatos electrónicos que jubilamos, se podrían levantar cada año 10 enormes pirámides como la de Guiza hechas sólo de basura electrónica, según recoge el mapa mundial de la basura electrónica elaborado por la iniciativa StEP de la ONU. Los españoles generamos casi 20 kilogramos per cápita de residuos con los viejos ordenadores, móviles o consolas que tiramos anualmente. Una buena parte de esa basura acaba ensuciando los países menos desarrollados y casi la mitad no es tratada correctamente en España. La Asociación de Empresas de Residuos y Recursos Especiales de España (ASEGRE) señala que apenas se reciclan en sus plantas cuatro de esos kilos.

Estados Unidos y Europa son los principales exportadores de basura electrónica. Y los principales importadores son, por este orden, China, India y cinco países africanos, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil, la República de Benin y Liberia. Un estudio realizado por la revista Environmental Science & Technology muestra ahora que buena parte de los desechos llegan a estos destinos por canales ilícitos o clandestinos.

"Calculamos que casi la cuarta parte, o más específicamente alrededor del 23%, de la cantidad de basura electrónica generada dentro de los países de la OCDE son exportados a los siete países que hemos incluido en nuestra lista", asegura el investigador de la Universidad de Oslo, Knut Breivik. Este experto junto con colegas canadienses y británicos ha revisado todas las estadísticas y estudios posibles para conseguir una cifra real de los residuos electrónicos generados por las naciones ricas que acaban en las pobres.

El problema es que, a pesar de ser tecnología y muy avanzada, no hay muchos datos fiables de este tráfico. "Estos flujos son difíciles de cuantificar por la naturaleza ilícita o semiclandestina de estas operaciones", explica Breivik. "No hay apenas información estadística relevante, manejable y de fiar", añade. Lo que han hecho ellos ha sido deshacer el hilo: "Intentar inferir las cifras, es decir, reunir y restringir los datos de las importaciones de basura electrónica ( a los países en vías de desarrollo) para calcular la magnitud de las exportaciones desde la OCDE”.

China es el principal basurero tecnológico del planeta. Hasta las regiones de Guiyu, Qingyuan y Taizhou llegan cada año casi 5.000 toneladas de basura electrónica. Para hacerse una idea de su importancia, unos 700.000 chinos trabajan en el reciclado de material eléctrico y electrónico desechado. Aunque una cifra creciente del material procede de la propia China, más del 70% procede de los países más desarrollados.

Por otro lado alrededor de1.500 toneladas de residuos electrónicos y eléctricos procedentes de países ricos van a parar a la India y los cinco países africanos mencionados. El resto, en su mayoría, son para otros países pobres que también participan en este mercado del reciclaje.

Yendo hacia atrás, los investigadores han podido señalar a los principales exportadores de basura electrónica. Estados Unidos, Europa y Japón son el origen de la mayor parte de los residuos tecnológicos que acaban en el tercer mundo. El problema es que no han encontrado la manera de saber la cifra exacta. Lo que sí han estimado es que se generan unos te38 millones de toneladas, de las que aquel 23% acaba en las naciones más pobres.

LO PEOR ESTÁ POR LLEGAR

Estados Unidos se podría escudar argumentando que no suscribió el Convenio de Basilea sobre el control de movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación. De hecho, como recuerda Breivik, exporta buena parte de la tecnología que ya no usa como si fuera ayuda al desarrollo. En el caso europeo, casi es peor, ya que la Unión Europea dispone desde 2002 de directiva sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, que España transpuso a su ordenamiento.

"Las baterías de litio son peligrosas por su riesgo de explosión, los gases que contiene un frigorífico no dañan la salud de las personas pero sí al medio ambiente, afectando a la capa de ozono y sumándose al calentamiento global y los viejos televisores están llenos de metales pesados", explica el director general de la Asociación de Empresas de Residuos y Recursos Especiales de España (ASEGRE), Luis Palomino.

Como señalan desde ASEGRE, la legislación obliga a la recogida y tratamiento adecuado de los residuos. Pero a las plantas de esta asociación sólo llega el 30% de la basura electrónica que se genera en España. Si se le suma la cantidad que acaba yendo a los países pobres, queda casi la mitad que termina en las calles o se trata de forma clandestina e inadecuada.

La cosa empeora si se tiene en cuenta que el estudio se apoya en datos de las Naciones Unidas de 2005. Hoy, el mercado de la basura electrónica debe ser aún mayor. Y lo será todavía más en los próximos años. Según datos de la ONU, en 2017, el número de ordenadores, consolas, móviles, portátiles... desechados superará los 65 millones de toneladas, casi el doble de lo generado en 2005. El impacto sobre la salud y el medio ambiente de tanta basura tecnológica será tremendo.

El drama se vuelve tragedia si se tiene en cuenta la opinión de muchos expertos que aseguran que estas exportaciones de material obsoleto son vitales para muchas comunidades de los países en desarrollo. China es el país del reciclaje y su contribución al medio ambiente global no se puede menospreciar, aunque sea a costa de crear un problema ambiental local.

"No se puede y no se debería ignorar el hecho de que el reciclaje informal en las regiones en desarrollo, por sucio que pueda ser, genera unos ingresos muy necesarios para los trabajadores y sus familias de las comunidades pobres", recuerda Breivik. Para resolver este drama, los investigadores creen que se podría hacer más para que el reciclado de la basura electrónica fuese de forma segura de manera que los muchos materiales tóxicos que puede tener un móvil o un ordenador no acaben dañando la salud y el ambiente de los más pobres.