Por qué a los feministas no les gusta Theresa May, la primera ministra británica

Por qué a los feministas no les gusta Theresa May, la primera ministra británica

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Theresa May acaba de convertirse en la segunda mujer primera ministra de Reino Unido, casi cuatro décadas después de que Margaret Thatcher rompiera el techo de cristal político.

May ha ganado el respaldo del Partido Conservador para sustituir a David Cameron, que dimitió tras el resultado del referéndum sobre la salida de la Unión Europea.

La primera línea de la política británica está ahora repleta de mujeres líderes, algo sin precedentes:

- La líder del gobierno nacional de Escocia es Nicola Sturgeon.

- La ministra principal de Irlanda del Norte es Arlene Foster.

- La jefa del partido nacionalista galés, Plaid Cymru, es Leanne Wood.

- La líder del partido Verde es Natalie Bennett.

Y la lista continúa. El líder del principal partido de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, se enfrenta ahora al desafío de Angela Eagle, posible futura sustituta. Incluso el jefe de Estado (no político) del país, la reina Isabel II, es una mujer.

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La ministra principal de Irlanda del Norte, Arlene Foster, junto con la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon.

No obstante, el sector feminista del país no ha lanzado las campanas al vuelo. Su reacción a la elección de May va de las leves esperanzas y la cautela hasta, directamente, las alarmas fatalistas. En parte, se debe al propio historial de la nueva primera ministra.

May, la Secretaria de Interior que más tiempo ha estado en el cargo, ha promovido una mayor representación de las mujeres en la política, ha apoyado políticas de igualdad de género como la baja por paternidad, ha luchado contra la mutilación genital femenina y ampliado la protección a las víctimas de violencia de género, según afirman sus defensores.

Sin embargo, su especialmente dura visión sobre la inmigración y su papel en el Gobierno pro-austeridad de Cameron hacen que algunos feministas se muestren escépticos sobre si sus políticas favorecerán o perjudicarán a las mujeres. “Es importante recordar que no todas las mujeres son feministas”, advirtió Sophie Walker, líder del Partido británico por la Igualdad de las Mujeres.

"Más o menos tan feminista como Trump", dice una de las pancartas de protesta.

Además de la actitud de la propia May, hay otro motivo por el que muchos advierten de que no hay ninguna revolución feminista a la vista.

Reino Unido ocupa un puesto muy bajo en la clasificación mundial sobre la representación de mujeres en política:

  • Sólo el 29% de los diputados británicos son mujeres. La Unión Inter-Parlamentaria sitúa al país en el puesto 48 del mundo, por detrás de Sudán y Zimbabue.
  • Gran Bretaña obtuvo el puesto 36 en la clasificación mundial por su proporción de ministras en el Gobierno, según ONU Mujeres.
  • Y en política local, la situación es igual de mala. La Fawcett Society, una organización británica por la igualdad de género, dice que las mujeres sólo representan el 32% de los concejales en Inglaterra, y aproximadamente el 12% de los alcaldes.

Estos deprimentes rankings incluso han mejorado últimamente. Antes de las elecciones parlamentarias del año pasado, sólo el 22,6% de los diputados eran mujeres y el país ocupaba el puesto 71 en la clasificación.

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Cuando Margaret Thatcher asumió el cargo en 1979, apenas había mujeres en política.

Se ha avanzado poco en las décadas que han pasado desde el Gobierno de Thatcher. En 1979, cuando llegó al poder, sólo el 3% de los políticos eran mujeres. Los críticos de Thatcher afirman que, pese a ser una de las primeras líderes mundiales, hizo muy poco por la igualdad de género en la política en particular y en el país en general. Cuando Tony Blair fue elegido en 1997, la proporción de mujeres en el Parlamento pasó de menos del 10% a más del 18%, y ha ido aumentando poco a poco desde entonces.

Los estudios apuntan a que son muchos los factores que contribuyen a bloquear la participación de las británicas en política: la notoria misoginia de la prensa sensacionalista, la cultura machista de los políticos británicos y la falta de facilidades para mujeres con niños.

“Deberíamos estar emocionados por ver a las mujeres ahí [en puestos de liderazgo] y merece la pena celebrarlo, pero, de por sí, no es suficiente”, explicó el presidente de la Fawcett Society, Sam Smethers, a Reuters. “Tenemos un largo camino por recorrer hasta ver que en política se da a las mujeres oportunidades justas desde el principio”.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano