Por qué hay socorristas en la piscina olímpica

Por qué hay socorristas en la piscina olímpica

REUTERS

Estos días circula por las redes sociales una foto curiosa. Una socorrista, con cara de aburrimiento, vigila la piscina olímpica de Río de Janeiro, en la que los mejores nadadores del mundo baten toda clase de récords. ¿No parece un poco extraño que alguien vigile que los mayores expertos en el agua no se ahoguen?

Aunque pueda parecer raro, una ley del estado de Rio de Janeiro, sancionada en 2001, dicta que "es obligatoria la permanencia de guardianes en piscinas residenciales, de hoteles y clubes deportivos".

Y eso incluye nada más y nada menos que al Estadio Acuático de los Juegos Olímpicos, ubicado en el Parque de Barra de Tijuca (oeste de Rio) y que desde el sábado recibe las competencias de natación con estrellas como Michael Phelps, Katie Ledecky, Ye-Shiwen, Ryan Lochte y Laszlo Cseh.

78 SOCORRISTAS

Uno de estos socorristas es Josué, mototaxista de 38 años, con curso de mes y medio de bombero y seis años de experiencia. Patrulla el borde de la piscina con su uniforme de camiseta amarilla con la palabra "salvavidas" escrito en portugués e inglés en letras rojas, pantalón corto y gorra. Lleva un flotador naranja cruzado y usa chanclas de caucho.

"Me gradué en 2004 con los bomberos, hice un curso de mes y medio, y gracias a Dios, me contrataron. Hablé con un amigo mío y me ayudó", explicó a AFP. El comité organizador Rio 2016 no supo responder cómo fue el proceso de contratación de los salvavidas para los Juegos Olímpicos.

Los bomberos aseguraron por su parte que no tienen nada que ver con la selección, pues son dos empresas tercerizadas las que imparten estos cursos.

Según el diario Folha de Sao Paulo, fueron contratados en total 78 salvavidas con un salario de 1.500 reales (unos 470 dólares) para custodiar siete piscinas olímpicas, incluidas las de competencias y entrenamientos.

"PUEDEN SENTIR ALGÚN CALAMBRE"

Josué admite que la posibilidad de que un nadador olímpico se ahogue es prácticamente nula, asegura que nunca baja la guardia.

"Hay que estar siempre activos porque pueden sentir algún calambre o hundirse. Ahí estamos para atenderlos. Si hay un problema, como soy el primero que está allí, salto, lo saco de la piscina y espero a la ambulancia", explicó. ¿Y hasta ahora se registró algún incidente? "¡Gracias a Dios, no!", manifestó entusiasta.

El mayor accidente en una piscina olímpica puede que sea el del estadounidense Greg Louganis en los Juegos de Seúl 1988. Especialista en clavados, tenía sin duda la cabeza en otra cosa en el momento de saltar, pues impactó con la plataforma.

No fue necesario un salvavidas, salió solo del agua y recuperado, el doble campeón olímpico de Los Ángeles conservó sus títulos de trampolín y de alto vuelo. Con todo, Josué y sus compañeros son la envidia de muchos.