Carmen Cervera y sus cuadros del Thyssen: por qué amenaza con llevarse las obras

Carmen Cervera y sus cuadros del Thyssen: por qué amenaza con llevarse las obras

EFE

Este lunes 30 de enero se cumplía el plazo. Ese día expiraba el acuerdo de cesión de las obras de la baronesa Carmen Cervera para su exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. No hubo renovación y este martes saltaba a los titulares de la prensa la amenaza de Cervera de llevarse parte de sus obras fuera de España si las negociaciones no llegaban a buen puerto.

El ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, puso entonces la pelota en su tejado al asegurar que la decisión la debía tomar la baronesa y tras un comunicado posterior de ésta, en el que mostraba su deseo profundo de que la colección siguiese en España de forma permanente, llegó el acuerdo. A última hora de la tarde, Méndez de Vigo anunció que el acuerdo se prorrogaría durante tres meses más. En ese período los abogados de ambas partes tendrán que negociar las posibles nuevas condiciones del préstamo.

La amenaza de llevarse sus cuadros —decisión que no afectaría a los del barón, que componen el grueso de las obras expuestas— no es nueva, más bien parece sacada del Día de la Marmota. Repasamos cómo ha sido la relación de Carmen Cervera (también conocida como Tita) con el Estado —y también con el Ayuntamiento de Madrid— y cuáles han sido los momentos en los que parecía peligrar.

CRONOLOGÍA DE UNA RELACIÓN TORMENTOSA

La historia de la pinacoteca se remonta a 1993. En el mes de junio, tras un duro debate, el Congreso aprobó la compra de la colección del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza —compuesta por 775 cuadros y que hasta entonces se podía ver en Villa Favorita en Lugano (Suiza)— por 44.100 millones de pesetas, un precio considerado inferior a su valor real.

En 1999 se anunció que el Estado invertiría en la ampliación del museo para exponer, además, la colección de Carmen Cervera: la baronesa cedía a cambio 655 pinturas, la mayoría impresionistas, durante once años, un acuerdo que se firmó en 2002. Después de esa década de cesión gratuita, el Estado podría comprar la colección, según se estipuló entonces.

Esa ampliación del Museo Thyssen-Bornemisza, situado en el Paseo del Prado, abrió sus puertas en 2004. Dos años después, Carmen Cervera acaparó titulares al mostrarse beligerante contra el plan de reforma del Eje Prado-Recoletos del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón. La baronesa se sumó a las protestas ecologistas por la tala de árboles en el paseo en el que está situado el museo. "Pediría que nos dieran otro museo, ya que no se podrá circular por esta zona, convertida en lugar inhóspito con unas condiciones en las que no puede quedar un museo", señaló entonces Cervera que haría si el plan seguía adelante.

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En mayo de 2007 volvió a manifestarse y llegó a encadenarse a un tronco de árbol, una imagen que ha quedado en el imaginario colectivo. En noviembre de ese mismo año llegó a amenazar en una rueda de prensa con llevarse al museo a otro lugar de Madrid con menos tráfico si el proyecto del Eje Prado-Recoletos prosperaba.

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Los problemas y las amenazas llegaron en 2010. En diciembre de ese año, a dos meses de que se firmase la renovación de la cesión de su colección particular, Tita lanzó su primera gran amenaza al Ministerio de Cultura, entonces con Ángeles González-Sinde al frente. "Hay que firmar el acuerdo, queda muy poco tiempo y todavía no han dicho nada. Si no es así, hay que embalar los cuadros porque por ley, a partir del 21 de febrero, no pueden estar en el museo", dijo cuando negociaba llegar a una fórmula de alquiler con el Ministerio.

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¿Cumplió la amenaza? No.Tampoco se llegó al acuerdo deseado por Carmen Cervera y en su lugar se prolongó un año la cesión gratuita de los cuadros. Ya se vería en 2012 qué pasaba.

2012 llegó y se repitió la jugada. La baronesa firmó, esta vez con el ministro popular José Ignacio Wert, otro acuerdo de cesión por un año. Así llegamos a 2013 y la historia volvió a repetirse. El 20 de enero de ese año se supo que, pese a las "muchas ofertas de otros países", estaba decidida a trabajar por que la colección se quedase en España, como ha vuelto a repetir recientemente. Aún así matizó que su intención era dejar "las cosas arregladas" a sus herederos: "Yo rezo para que las crisis se acaben y se me solucione a mí también. Otro año gratuito. ¡Qué se le va a hacer!".

¿Qué pasó al llegar 2015? Pues que la baronesa llegó a otro acuerdo con el ministro Wert por el que cedía su colección, excepto 55 obras, otro año más al museo. Eso nos coloca en 2016, año en el que con un Gobierno en funciones, volvieron las amenazas. Primero redujo la cesión a seis meses, en lugar de un año como en anteriores ocasiones, y luego volvió a hablar alto y claro. "Si sigue así la cosa me llevaré mi colección de España definitivamente. Me la podía haber llevado ya, porque tengo muchas ofertas, pero no lo he hecho porque sigo creyendo en mi país. Puede haber llegado ese momento: tengo la libertad de poderlo hacer, porque la tengo cedida gratuitamente", aseguró en una entrevista con la revista Papel de El Mundo.

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Nueve meses después de aquello, cuando la cosa, como ella lo llama, no parecía estar solucionada, ministerio y baronesa han llegado a un semiacuerdo. La cesión gratuita de la colección se prorrogará tres meses más mientras se negocian las nuevas condiciones. ¿Se conseguirá o llegaremos al 30 de abril y volveremos al punto de partida?

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