Me da igual tu boda

Me da igual tu boda

Puedes emocionarte al contarme por teléfono los 42 diseños que estás barajando para las invitaciones. Aunque te dé mi opinión porque necesitas ayuda para reducir las opciones, me seguirán dando igual. Cuando abra el buzón y reciba la mía, lo más probable es que acabe en la basura después de haberte dicho si voy o no.

Bride and groom leaving ceremony, guests blowing bubbles (B&W)Angela Cappetta via Getty Images

¿Te vas a casar? ¡Me alegro muchísimo! Estás radiante, se te nota, todo el mundo lo ve.

Pero, además de mi enhorabuena, deberías saber algo: me da igual tu boda.

Ya está. Ya lo he dicho. Me da igual, de verdad.

Me da igual cómo es tu vestido. No me importa si el cóctel es al aire libre o bajo techo. No voy a dedicar ni un segundo a pensar en el grupo de música que has contratado, en el color de las flores o en las diferentes opciones de entrantes que has elegido.

Puedes emocionarte cuando hablemos por teléfono y me expliques los 42 diseños que estás barajando para las invitaciones. Aunque te dé mi opinión porque necesitas ayuda para reducir las opciones, me seguirán dando igual. Cuando abra el buzón y reciba la mía, lo más probable es que acabe en la basura después de haberte dicho si voy o no.

Tu boda me da absolutamente igual, al menos los detalles superficiales. Pero si te preguntas qué es lo que sí que me importa de tu boda, podría decirte unas cuantas cosas.

Me importa cómo te hace sentir el vestido cuando te lo pruebas. No me digas que te sientes bien. No me digas que es bonito. Dime que cuando te lo pones te dan ganas de bailar break dance o de coger un micrófono y hacer sonidos de animales a todo volumen para después lanzarte a la mesa de la tarta. Dime que tienes la sensación de que cuando lo saques del armario diez años después de la boda, querrás abrazarlo, olerlo, ponértelo otra vez y probárselo a tu hija para hacer una sesión de fotos improvisada.

Me interesa que me digas que te has asegurado de que puedes sentarte con el vestido puesto antes de habértelo comprado. Dime que estás segura de que puedes respirar con él puesto. Dime que quien te acompañó a comprarlo te dijo que no le gustaba, pero, aun así, lo pagaste, te lo cargaste al hombro y fuiste asustando a toda la gente con la que te cruzabas por la calle porque parecía que llevabas un cadáver. Dime que a ti, amiga mía, te encantaba el vestido y que no dejaste que te influyeran las opiniones de los demás.

Me importa tu suegra. Espero que sea encantadora (como la mía) y que sea alguien a quien puedas acudir y en quien puedas confiar. Alguien a quien acabarás queriendo. Y, claramente, tiene que ser alguien estupendo porque ha criado a esa persona a la que quieres tanto que te has comprometido a levantarte junto a ella durante el resto de tu vida. Pero lo que más me importa es que te mantengas firme en tu relación y con respecto a tus prioridades y que no permitas que se entrometa o cruce los límites, si es que se da el caso. Nadie tiene que entrometerse en tu boda ni en tu matrimonio, sólo tú y tu pareja. También me interesa que forjes una relación con ella y que la lleves con elegancia y con paciencia porque, si todo esto sale bien, tú también serás suegra algún día.

Aunque me den igual los centros de mesa, espero que los elijas tú. No la tía de tu marido que ha trabajado en el sector y sabe que hay que poner tulipanes porque son más elegantes que las flores que llevas queriendo desde que tienes 14 años. Me dan igual la tía de tu marido y sus flores.

Me importa tu forma de lidiar con la gente que esté en tu contra. Y que asumas que mucha gente de tu entorno será pesimista incluso en los momentos más alegres y que, aunque para ellos sean tristes, la culpa no es tuya. Me importa que te pongas el vestido y sigas adelante. Porque por muchas personas que te encuentres por el camino, la persona más importante está al final, esperándote.

Me importa que no pierdas ni un segundo en pensar en lo que Fulanito y su pareja de la mesa 20 pensaron de las canciones que elegiste, o en preocuparte al escuchar a Menganita quejarse de que la carne estaba poco hecha o de que hacía mucho frío donde le había tocado sentarse. Claro que tiene mucho frío: es lo que pasa cuando se es una estirada que no sale a bailar ni se suelta nunca; ese es el problema principal. Un problema que no es tuyo, déjame que te lo diga. Me preocupa que puedas respirar hondo y agradecer por no haberte pasado las horas criticando y juzgando detalles de eventos en los que otros han puesto su tiempo, su dinero y su corazón.

Me da igual el hotel que hayas reservado, lo acogedor que sea o lo lejos que esté. Lo que me importa es tu estancia en él. Espero que tu nuevo marido sea lo suficientemente amable como para ayudarte a quitarte las 142 horquillas que llevas en el pelo, porque todas las novias saben que ese es el rito de iniciación de las recién casadas. Me importa que, al final del día, el único sitio en el que quieras estar sea acurrucada al lado de él (o de ella), mientras te maravillas porque ¡madre mía, estáis casados! Y si toda la música, las fresas con chocolate y el champán del mundo no son capaces de impedir que te tumbes en esa cama tan cara y que te duermas tan profundamente que podrías ser la protagonista de un anuncio de colchones, enhorabuena. Organizar una boda consume tiempo, dinero y energía, y tú necesitas un descanso. Aprovéchalo. Además, si vais a tener hijos, puede que este descanso sea uno de los últimos.

Me importa que sepas dejar que las cosas sigan su ritmo. Que sepas que, aunque el cantante que hayas contratado se olvide de la letra o aunque la trompeta desafine o aunque interprete una versión que no querías de una canción que te gusta mucho, yo voy a seguir levantándome y bailando hasta que no sienta los pies (o la cara) y a seguir diciendo que ha sido el mejor grupo que ha tocado en una boda, siempre y cuando tú estés en la pista bailando como nunca.

Sin preocuparte de lo que piensan tus suegros.

Sin preguntarte qué está haciendo la egoísta de tu dama de honor.

Sin darle vueltas a los problemas familiares.

Sin agobiarte por las cosas que no puedes controlar y cuyas consecuencias, si las hay, serán mínimas.

Repite conmigo: nada de eso tiene importancia.

Lo que importa es que tengas a un grupo de gente como yo, que te quiera y que se alegre por ti. Gente que quiera verte feliz. Gente a la que lo único que le importa es que te lo estés pasando genial porque ver a una novia relajada y feliz es la base de una boda divertida. Una novia cien por cien despreocupada.

Alessandra Macaluso es la autora del libro 'The Real-Deal Bridal Bible' y escribe en su blog PunkWife.com. Este post se publicó originalmente en RealDealBrides.com. Alessandra también escribe guiones y artículos y es colaboradora de la edición estadounidense del HuffPost y de Scary Mommy. Su guión 'Polar Suburbia' resultó semifinalista en el Festival Moondance. Para saber más sobre Alessandra y sus proyectos, visita su página web: AlessandraMacaluso.com.

Este post fue publicado con anterioridad en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.

  5c8b740a360000c81a6d1f01

Ve a nuestra portada

  5c8b740a230000d50424c578

Facebook

  5c8b740a2000009e0470ccbd

Twitter

  5c8b740b24000093024d8510

Instagram

  5c8b740b2300005400e83bc5

Pinterest