De los trabajos y los mitos

De los trabajos y los mitos

Las historia de culpa, exoneración y expiaciones absurdas son una constante de todas las mitologías y religiones. Pensándolo bien, esto de los trabajos imposibles de realizar para redimir los pecados no puede evitar recordarme a algunas de las exigencias de la furiosa diosa Europa con la desconsolada Grecia.

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Foto: Mayte Piera

Dejamos en la entrada anterior a Psique enloquecida tras dudar de Eros y traicionarle. Sus hermanas la habían engañado y había perdido su dicha.

Furiosa, culpable, burlada y abandonada, utilizó todas sus artimañas para inducirlas a la muerte, una primero y otra después, desde la misma roca en la que fue ella rescatada por Zéfiro. Pero aquello no la alivió, y corrió de un lado a otro buscando desesperados rastros de su esposo. Supo por un mensajero que Afrodita había ofrecido una recompensa a quien le informara de su paradero, por lo que, sintiéndose acorralada, decidió entregarse a la diosa.

Psique fue recibida por una de las criadas, Costumbre, quien, insultándola, la llevó en presencia de Afrodita. Ésta la dejó a cargo de otras dos crueles sirvientas, Soledad y Tristeza, para que la torturaran y maltrataran a su antojo, aún sabiendo de su embarazo. Pero la implacable diosa tenía una venganza preparada para ella que la entretendría mucho más que un simple martirio: crear en Psique la ilusa esperanza de alcanzar la redención cumpliendo con una serie de trabajos imposibles.

- Si lo cumples... podrás volver con Eros.

A Psique se le encendieron los ojos y casi alcanzó a sonreír. Pero Afrodita, volviéndose con furia, le arrojó a la cara un saco de semillas mezcladas.

- Antes del amanecer deberás clasificarlas y distribuirlas por tipos.

Psique, desesperada, ni siquiera se acercó al montón de granos. Se deshizo en lágrimas que salían a borbotones de sus ojos antes luminosos. Y las lágrimas formaron un charquito. Y una hormiga que por allí pasaba casi se ahoga. Y la hormiga miró hacia arriba. Y en vez de enfurecerse se compadeció y llamó al resto del hormiguero:

- Apiadémonos de esta hermosa muchacha, esposa de Eros, y salvémosla del peligro que corre.

Una tras otra se pusieron a la labor. Cuando el trabajo estuvo hecho desaparecieron sin dejar rastro. Por la mañana apareció Afrodita que, al ver la misión completada, dijo:

-Ni tú ni tus manos hicisteis este trabajo, sino aquel a quien sedujiste para tu desgracia y la suya. - Y se fue, después de arrojarle un trozo de pan.

A día siguiente le encargó otro trabajo: debía traerle un vellón de lana dorada de unas ovejas que pastaban en un bosque cercano. Hacia la arboleda se encaminó Psique, pero no con la intención de cumplir su misión, sino de arrojarse al río que lo atravesaba. Al llegar a la orilla del río, el viento sonó como un flautín en una caña quebrada, y le silbó:

-No manches con tu desventurada muerte la claridad de mis aguas, ni tampoco se te ocurra acercarte a esas terribles ovejas, porque mientras reciben el calor del sol suelen ser poseídas por una fiera excitación y atacan a los hombres, dándoles muerte. Cuando se haya atenuado la luz del mediodía y las ovejas estén relajadas, podrás recoger la lana dorada que dejan enganchada en el follaje. - Y así actuó Psique. Recolectó casi sin luz el brillante hilo.

Ni siquiera el peligro de esta segunda acción mereció el reconocimiento de la diosa, que permaneció impertérrita. Apenas vio llegar a Psique con el fardo, ideó su tercera tarea:

-Tráeme, estúpida, esta vasija de cristal llena con agua del manantial que alimenta las lagunas Estigias.

Para ello debía Psique subir una enorme montaña. Triste, tristísima, su consuelo era la posibilidad de la muerte en su cima y acabar así con su tormento. Pero la angustia de aquella alma inocente no pasó desapercibida. Acudió a su lado el águila de Zeus, le quitó la jarra y la llenó con el agua solicitada. Completó Psique su tercera tarea, aún sin quererlo.

Atroz e insaciable, la diosa urdió un cuarto trabajo imposible.

-Debes bajar al Hades y buscar a Perséfone para que deposite en esta caja el secreto de su hermosura, la que yo perdí cuando me arrebataste a mi hijo. Cuando completes este recado y me traigas el cofre lleno, te dejaré ir.

La pobre Psique se desgañitó y pidió clemencia a los pies de la diosa que, impasible, se dio la vuelta de forma brutal e insensible, como más tarde cantaría Safo.

Psique sintió más cerca su destino final y se alegró. Este trabajo la llevaba a una muerte segura. Se subió a una torre altísima desde la cual pensaba arrojarse, pero el torreón tomó voz y le habló pausadamente haciendo que desistiera de su idea y explicándole, paso a paso, cómo podría llegar directamente al encuentro con la diosa de los infiernos.

Consiguió Psique, por cuarta vez, completar su misión. Volvió del Hades con el cofre lleno y cerrado. Al salir y ver la luz, se sintió tentada por la curiosidad de abrir la caja, la destapó y de ella salió una adormidera. Cayó sumida en un sueño estigio del que pocos han sido capaces de despertar.

Eros conoció el desalmado comportamiento de su madre y el éxito de la pobre muchacha en todas sus misiones por amor. Salió volando a su encuentro, recogió la adormidera, la volvió a colocar en la caja y despertó suavemente a su esposa.

Solo le quedaba una solución a Eros: dirigirse a hablar con los dioses del Olimpo para exponerles su caso. La decisión salomónica, tomada en divina asamblea, fue dar de beber ambrosía a la muchacha y convertirla en diosa e inmortal.

Inmortal Afrodita

Letra de Odiseas Elytis sobre un poema de Safo.

Canta: Eleftherí Arvanitakis.

Inmortal Afrodita, hija de un Dios,

que siempre tiendes las trampas del amor.

Señora, os ruego que por favor

no os regocijéis y añadáis más carga

de dolor y amargura a mi alma.

Señora por favor, no lo hagáis..

Qué es de nuevo, qué

lo que mi loco corazón anhela.

Por quién, de nuevo,

a Pitho imploras que te devuelva.

¿Quien te infligió el daño, Sapho?

Por quién, de nuevo,

a Pitho imploras que te devuelva.

Ven otra vez más

a redimirme de mis sufrimientos.

Las historia de culpa, exoneración y expiaciones absurdas son una constante de todas las mitologías y religiones. Pensándolo bien, esto de los trabajos imposibles de realizar para redimir los pecados no puede evitar recordarme a algunas de las exigencias de la furiosa diosa Europa con la desconsolada Grecia.

Este post fue publicado inicialmente en el blog de la autora