Mi carta de disculpa a las madres que dan el pecho

Mi carta de disculpa a las madres que dan el pecho

No hay nada malo con que una madre le dé el pecho a su hijo. Tanto los niños como los adultos tienen que saberlo. Los niños deben tener alguna noción sobre lo que son unas tetas. Hay que decirles, oye, que los pechos no son algo malo ni secreto que tienen las mujeres.

Christy DeGallerie

A las madres que dan el pecho:

Os escribo porque, bueno, porque lo merecéis. En especial, viniendo de alguien que ahora se dedica exclusivamente a dar el pecho a su hija, en cualquier sitio, a cualquier hora que mi hija quiera y sin ninguna otra preocupación en el mundo. Igual que vosotras. Antes de que naciera mi hija, nunca fui consciente de la importancia de la lactancia: el vínculo que crea entre madre e hija, los beneficios para la salud, y tantos otros. Era corta de miras y ni siquiera me daba cuenta --ya llega, que esta es mi confesión-- así que os miraba extrañada, como sin caber en mi asombro; así reaccionaba al ver que amamantabais a vuestros bebés en público. Y lo siento mucho. No es que estuviera en contra de que lo hicierais, solo que no sabía nada de cómo funcionaba la lactancia y mi ignorancia se adueñó de mí. Lo siento.

Nunca he sabido mucho de la lactancia, ni conocido a madres que dieran el pecho a sus hijas. Nunca había tenido a nadie alrededor que diera de mamar a su hija. Me he criado en una cultura donde siempre se había usado el biberón y probablemente lo que había en el biberón era leche maternizada. Yo sabía que algún día querría tener hijos, pero nunca le dediqué mucho tiempo a pensar sobre cómo se les alimenta.

Si alguna vez os hice sentir incómodas, lo lamento. Lamento haberos mirado tan fijamente como alguna vez hiciera en el supermercado o en un restaurante. Siento haber formado parte de esa lamentable comunidad de cuchicheos: "Por favor... ¿por qué no cubrirá al bebé con una mantita?". Ahora lo sé. Ahora lo entiendo de verdad. Lo desconocía todo sobre la maternidad y sobre qué significa ser madre o padre en general. Lamento que os lleguen opiniones y críticas constantes de vuestra familia y amigos, siempre preguntándoos por qué no sois más discretas.

He probado con la mantita. He probado a cubrirlo lo mejor que he podido --y mamá, sé que tú lo hiciste también. Pero la niña se enreda con ella alrededor del cuello, mueve los brazos en todas direcciones, tira la mantita al suelo, luego una la recoge y la vuelve a poner sobre su cara, y así constantemente, un juego de nunca acabar... hasta que una termina por hartarse y grita "¡QUE LE DEN A LA MANTITA!". A cualquier persona que se pregunte por qué no cubrimos a los bebés, ¿tú querrías una manta sobre la cabeza mientras comes? No creo.

Me reconozco en las caras de los extraños, y duele. Esa mirada que echan es tan poderosa, casi como pudieras leer sus mentes. Piensas que soy repugnante, que hago mal por sacarme el pecho en público, sobre todo con tus niños alrededor, que qué problema tengo, ¿no?

Pues no tengo ningún problema. No hay nada malo con que una madre le dé el pecho a su hijo. Tanto los niños como los adultos tienen que saberlo. Los niños deben tener alguna noción sobre lo que son unas tetas. Hay que decirles, oye, que los pechos no son algo malo ni secreto que tienen las mujeres. Los pechos están bajo todas las camisetas de todas las mujeres y, en ocasiones, una madre los usará para alimentar a su hijo hambriento --incluso en mitad del centro comercial-- y es algo perfectamente normal. Esta es la charla que me hubiera gustado recibir de mis padres.

Por desgracia, la charla no me la dieron, ni a mí ni a muchos otros. Pero las mujeres como vosotras --mujeres valientes como vosotras-- están aquí por un propósito: ayudar a alguien como yo a comprender. Me habéis ayudado a madurar, me habéis enseñado a notar cómo os sacáis rápidamente el pecho y acercáis a vuestro bebé hacia el pezón rodeadas de caras de reprobación. Nunca os levantasteis para ir a hacerlo en el baño; nunca os quedasteis a medias con la comida; os asegurasteis de que vuestro bebé recibía cada gota que necesitaba; no teníais miedo; lo hacíais por vuestro bebé. Supisteis sustentar a vuestro bebé por completo, de la mejor manera que conocíais. Seguisteis vuestros instintos. ¡Sois fantásticas!

Después de dar a luz, estaba ansiosa por dar el pecho a mi hija. Ansiaba ese momento en que tu bebé se aferra a ti por primera vez... Es una sensación mágica; sientes tanto poder al conectar con tu recién nacido... Es un vínculo especial que, tristemente, algunas personas quieren romper.

Lo siento si alguna vez fui una de esas personas para vosotras. No merecéis las miradas, los cuchicheos ni las preguntas sobre cuánto tiempo tenéis pensado estar dando el pecho.

Seguid ignorando las continuas caras extrañadas de los desconocidos mientras dais el pecho. Pensad en mí y en cómo he cambiado; ahora que hay esperanza y la ignorancia puede desvanecerse.

Por eso doy este paso adelante y reconozco sinceramente mi ignorancia sobre la lactancia. Soy tan feliz de que la maternidad formara parte de mi plan de vida... Me he convertido en una persona más abierta y más tolerante. Pero no podría haberlo hecho sin mujeres como vosotras que allanaron mi camino y se mantuvieron firmes por una futura generación de mujeres que no tienen ni idea de que terminarán todas en el mismo barco si esta es la dirección en la que han decidido remar por sus hijos.

Gracias por formar parte de ese movimiento que ayudará a tantísimas mujeres a las que les aterroriza amamantar a sus hijos en público. Puede que no os deis cuenta, pero contribuís a concienciar a los demás, a cambiar la forma en que las personas miran a las madres que dan el pecho; y a ayudar a esas madres a que no vuelvan a sentirse igual que os sentisteis vosotras una vez, y como tal vez aún sintáis. Porque tal vez llegue el día en que no les quedará más opción que dar el pecho en público.

Me siento tan agradecida de que me hayáis mostrado que dar el pecho es algo natural, que esta es la forma en que el cuerpo de la mujer está diseñado y que no hay nada más normal que la propia naturaleza.

Espero que aceptéis mis disculpas. Seguiré dando la cara por vosotras, por nosotras.

Un abrazo,

Christy

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Este post fue publicado en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno y apareció por primera vez 'BonjourAva'.

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