Mariconizar la política

Mariconizar la política

Suele decirse que lo que no se ve, no se nombra, y lo que no se nombra, no existe. Si no hay maricas, bolleras, trans o bisexuales en Podemos, tenemos un problema, pues supondría que "el partido de la gente" está dejando atrás a una parte importante de nuestra sociedad. Y si las hay, y no son visibles, tenemos otro problema, pues indicaría que Podemos aún no es un espacio seguro para la diversidad sexual.

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Foto: EFE

Cuando hablamos de feminizar la política, no nos referimos solamente a que haya mujeres ni a que a la política lleguen como intrusas solamente las mujeres. Desmasculinizar los espacios políticos tiene que ver con democratizarlos, con desmontar el modelo hegemónico masculino que sigue imperando y que sigue construyendo instituciones hechas por y para señores, partidos hechos por y para señores y formas de hacer las cosas hechas por y para señores. Feminizar tiene que ser hacer irrumpir lo otro, lo que está expulsado de la normalidad, y ahí tenemos un papel decisivo y fundamental las mujeres pero lo tenemos también todas las personas lgtbi que no casamos con el canon tradicional y que, al llegar a la política, podemos ensancharla, democratizarla, hacerla más plural.

En estos tiempos en los que "la gente" toma la política por asalto, debemos hacernos estas preguntas. ¿Dónde están las lesbianas en la política? ¿Qué políticos conocemos que no encajen con la masculinidad hegemónica? ¿Dónde están los políticos con pluma? Y, cómo no, en estos tiempos, en los que en Podemos vamos a un nuevo momento constituyente, a una Asamblea en la que podemos mejorar, crecer y madurar, tenemos también que preguntarnos. ¿Dónde están las maricas de Podemos?, ¿y las lesbianas?, ¿y las personas trans y las bisexuales?, ¿alguien conoce algún secretario de Organización que sea gay?, ¿o alguna secretaria General que sea bisexual?

¿Para cuándo una alcaldesa lesbiana?, ¿o un presidente del gobierno bisexual?, las personas LGTBI también necesitamos referentes.

Suele decirse que lo que no se ve, no se nombra, y lo que no se nombra, no existe. Si no hay maricas, bolleras, trans o bisexuales en Podemos, tenemos un problema, pues supondría que "el partido de la gente" está dejando atrás a una parte importante de nuestra sociedad. Y si las hay, y no son visibles, tenemos otro problema, pues indicaría que Podemos aún no es un espacio seguro para la diversidad sexual. No obstante, las maricas, bollos, trans y bisexuales en Podemos estamos ahí: currando en los círculos, en las áreas, llevándole la agenda a algún diputado, o las redes sociales a alguna parlamentaria. Realizamos ese curro que muchas veces ni se ve, ni se nombra, y algunas veces ni se valora, pues pasa desapercibido.

Las mujeres de Podemos estamos consiguiendo conquistar el sentido común dentro de nuestro partido: si existe un 50% de mujeres en la sociedad, tiene que existir el mismo porcentaje de mujeres en las listas, en los órganos, en los mítines, en los medios. Las mujeres estamos consiguiendo ser referentes de una nueva forma de hacer política, y prueba de ello es que los ayuntamientos de las ciudades más grandes de este país tienen nombre de mujer. Resulta un orgullo oír a las nuevas generaciones de niñas decir que ya no desean ser princesas, sino alcaldesas, porque implica que las niñas tienen derecho a soñar más cosas. Las personas lgtbi tienen también que poder soñar con ser lo que quieran ser, como tienen derecho a intentar serlo. ¿Para cuándo una alcaldesa lesbiana?, ¿o un presidente del gobierno bisexual?, las personas LGTBI también necesitamos referentes. Necesitamos no sólo estar en primera línea sino también que quienes ya lo están, o estarán en el futuro se atrevan a ser visibles. Sabemos que salir del armario aún hoy supone pagar un precio, incluso dentro de la política, por eso el partido de la gente tiene que romper esos otros techos de cristal que la hacen más ciega, más pobre y más estrecha. No solo tenemos que feminizar la política, tenemos que mariconizarla, bisexualizarla, lesbianizarla transexualizarla y, en definitiva, transformarla para que quepamos en ella todos y todas. Porque solamente si estamos todas estarán también todos los problemas.