Sindicatos: el reto de repensarse

Sindicatos: el reto de repensarse

Los sindicatos están obligados a ser un referente en la modernización de las estructuras sociales. Se trata de seguir dando ejemplo. No en balde CCOO sea quizá la única gran organización sociopolítica que tiene regulada en sus estatutos desde los años 90 la limitación de dos mandatos a sus dirigentes.

Reivindicar el valor de los derechos de convivencia y ciudadanía significa, también, reivindicar el papel de los sindicatos en tanto que defensores de todo lo que hoy está siendo desmontado. El bombardeo incesante al que son sometidos desde la caverna mediática, que los califica de antiguos, innecesarios, sectarios o corruptos, es justamente la mejor demostración de su valor. La realidad es que son, probablemente, el último obstáculo en el retorno al semiesclavismo al que nos quieren someter.

Los sindicatos son organizaciones potentes y, al tiempo, débiles, tan débiles como usted y yo juntos, pues no son a la postre más que usted, usted, usted y yo juntos. De hecho, su debilidad y su fuerza (la nuestra) nace en elecciones (de representantes sindicales) en las que participa más del 70% del censo electoral compuesto por todos los trabajadores en sus empresas (10 puntos más en promedio que en las elecciones políticas al Parlamento).

¿Cómo deben comportarse ante una situación de acoso y derribo como la que sufren? ¿Es posible mantener la calma, responder a los ataques y, al tiempo, modernizar sus planteamientos para dar respuesta a este nuevo capitalismo financiero que quiere eliminar cualquier contrapoder mediador? ¿Cual es su papel deseable en una sociedad como la actual? Desde luego harían mal en ponerse a la defensiva "como si, de verdad, tuviésemos que expiar nuestras culpas" o se encerraran en falsas trincheras que les marginara de su papel central en la sociedad.

El reto de repensarse

"Adoptar una actitud defensiva y de autoafirmación sería demasiado simple, y supondría desperdiciar la ocasión para reflexionar críticamente sobre el movimiento sindical ante los desafíos presentes y futuros".

Esta posición que corresponde a un artículo elaborado por Ignacio Fernández Toxo, de CCOO, muestra una actitud que enlaza con lo que la sociedad les reclama. La cuestión es: ¿Son realmente autocríticos respecto a su actividad? ¿Son conscientes de los cambios que se están produciendo en la sociedad? ¿Cómo compatibilizan la reivindicación de sus actuaciones con la necesidad de repensar su papel en el mundo actual?

"¿Qué supone repensarnos? Desde nuestro punto de vista repensar el sindicato quiere decir mirar hacia todos los puntos posibles que contextualizan y condicionan nuestra actividad. Quiere decir valorar si nuestro discurso, nuestra práctica, nuestras estructuras organizativas son las adecuadas".

Repensar su puesto en la sociedad significa entender los cambios habidos en la estructura productiva que afectan al trabajo en el nuevo capitalismo, puesto que la combinación entre "sociedad de servicios y sociedad del conocimiento dibujan situaciones y perfiles profesionales en los que el sindicalismo confederal tiene objetivamente mayores dificultades para estar presente".

Estos cambios alteran la vinculación entre ciudadanía y trabajo y dificultan un planteamiento colectivo ante los problemas, "especialmente en aquellos grupos sociales que han roto o diluido su conexión con un centro de trabajo" al modo clásico. Siguiendo sus palabras, ello "les plantea como tarea central el cómo aumentar en la práctica, no solo en los discursos, la conexión con los desempleados y jóvenes sin acceso al trabajo y cómo aumentar la organización de autónomos y teletrabajadores". ¿Cómo puede dar forma a lo informal? ¿Qué papel les corresponde a las redes sociales en esa tarea?

Del mismo modo, están obligados a readaptar su discurso para acercarse al de colectivos profesionales, tradicionalmente asociados al concepto de clases medias pero que hoy forman parte de las extensas capas de trabajadores del conocimiento con alto riesgo a ser precarizados. Y que, por lo mismo, están asumiendo un papel determinante en muchos conflictos sociolaborales.

"Aquellos colectivos que se definen por ser altamente cualificados, de reducido número, que gozan de prestigio social, que ocupan un lugar muy relevante en la sociedad y en la propia estructura de la administración y que por ello mismo y por sí solos pueden forzar una regulación específica de sus condiciones de trabajo (pensemos en médicos, abogados, economistas, inspectores, en diferente medida en el personal docente,...), son objetivamente más proclives al asociacionismo o sindicalismo corporativo".

De otro lado, es obvio también que la externalización de las actividades productivas facilita el desplazamiento de actividad y empleo desde la industria a los servicios y desde las grandes empresas a las pequeñas. Y que ello rompe con la consistencia de las ramas industriales como la base de la organización del trabajo, lo que "favorece la atomización empresarial y una estructura productiva donde la pequeña y mediana empresa alcanza porcentajes superiores al 90%, con unas relaciones laborales de carácter paterno-filial y donde es difícil el desarrollo de la actividad sindical tradicional". Una vez más, su tarea de dar cohesión a lo disperso, se convierte en una realidad imprescindible que potencia la relevancia de un discurso socioeconómico que sirva de cemento ideológo (también con el apoyo de las redes sociales, sin duda) al conjunto.

Los riesgos de combinar trabajo en las empresas con presencia institucional

Si la fragmentación de los procesos productivos obliga a encontrar las formas de dar sentido al trabajo y al trabajador, parece necesario complementar la actividad sindical fuera de las paredes de las empresas.

"El sindicato ha asumido una función representativa y de gestión que trasciende del ámbito del trabajo. A diferencia del modelo clásico europeo, sobre todo del modelo sajón y centro y norte europeo, CCOO interviene de forma activa en los procesos externos al ámbito de la empresa, allí o en aquellas materias en las que se establece la distribución de la riqueza".

Pero el equilibrio de esa doble actividad (en las empresas y en las instituciones, gestionada cerca y lejos de la gente simultáneamente) les crea problemas. La conquista de "poder institucional" (cuyos referentes más conocidos son la participación en los Consejos de las Cajas de Ahorro y la gestión de los fondos de formación del Forcem), que entendían como un espacio imprescindible para profundizar en la vertiente socio-política del sindicato, parece volverse contra ellos hoy y así lo reconocen.

"La crisis ha puesto de manifiesto los límites de una opción como ésta. La sociedad ve al sindicato como parte integrante del sistema. Y ello obliga a preguntarse si es necesario reformular objetivos y reforzar la autonomía del sindicato para que la apuesta por estos espacios no puede estar siendo interpretada como una supeditación al poder político".

Son, por tanto, conscientes que "la progresiva institucionalización" del trabajo de cuadros liberados son causa de los recelos que provocan en ciertos colectivos y que les están reportando un alto coste social. En otras declaraciones Toxo reconoce explícitamente que la participación del sindicato en la impartición de la formación "es una actividad que reporta riesgos y exige control". Y del mismo modo, se hace una visión crítica de su presencia en Consejos ya que han acabado siendo como uno más.

Acertar en los mecanismos de participación y control sobre los primeros ejecutivos

"La presencia de representantes de los trabajadores o designados por las organizaciones sindicales, en esos consejos de administración (...) no ha tenido la importancia y efectividad que hubiera sido necesaria y que pretendíamos. No hemos podido contrarrestar, en demasiadas ocasiones, la falta de transparencia".

Esa actitud crítica no debe evitar continuar por esa vía. El control sobre los primeros ejecutivos forma parte de otra fase de las relaciones sociales en las que los trabajadores no pueden ser comparsas. Los sindicatos están obligados a debatir con la sociedad cuál es la forma en que debe institucionalizarse hoy el poder delegado, qué errores se cometieron, cuál es el modo aconsejable en que el empoderamiento del trabajo se formalice. Y como se corrige "la ausencia de controles en la actividad de nuestros permanentes sindicales" pues solo de esa manera se resuelven los problemas de agencia comunes a la gobernanza de las instituciones. Desde las estructuras sindicales hay que preguntarse continuamente para qué están esos representantes, si corresponde a los sindicatos o directamente a los trabajadores en elecciones específicas, en qué organismos deben tener presencia (ejecutivos, vigilancia y control), con que límites de funciones, plazos y remuneraciones...

Los sindicatos están obligados a ser un referente en la modernización de las estructuras sociales. Se trata de seguir dando ejemplo. No en balde CCOO sea quizá la única gran organización sociopolítica que tiene regulada en sus estatutos desde los años 90 la limitación de dos mandatos a sus dirigentes.

¿Le parecen suficientes estos análisis? Si piensa que no, busque una actitud similar en otros colectivos que analicen sus funciones con la misma seriedad crítica. Busque un documento público similar en los gobiernos centrales o autonómicos, en la banca y en las organizaciones patronales, en los partidos, en los medios de comunicación... y si lo encuentra, por favor, avíseme después.